Publicada

La vivienda sigue siendo un sueño para muchos. Pero la actual situación no ayuda a aquellos que quieren ser propietarios. Ahí están, por ejemplo, los últimos datos de Idealista que muestran una vez más una subida de precios.

Así, el precio medio en España de la vivienda usada se situó en el mes de julio en 2.471 euros el metro cuadrado. Es decir, que en el último año ha crecido un 14,7%. Dicho de otra manera, un nuevo récord.

Junto al precio, hay otro condicionante que marca el desarrollo del sector inmobiliario. Y afecta tanto a la compraventa de viviendas, como a las herencias o a las hipotecas.

Javier Eiranova, abogado en urbanismo e inmobiliario, lo define de la siguiente manera en la red social LinkedIn: “El gran lastre del Catastro y del Registro de la Propiedad”.

Y añade: “La divergencia entre los datos del Catastro y del Registro de la Propiedad se ha convertido en una pesadilla operativa”. Veamos los motivos.

Datos que no concuerdan

“Cuando reviso escrituras, planos, fichas catastrales y notas simples, me topo casi sistemáticamente con inconsistencias: superficies, linderos, titularidades o usos del suelo que no coinciden”, arranca su relato Eiranova.

¿Consecuencia? “Esto no solo ralentiza compraventas, herencias o hipotecas, sino que implica asesoramiento técnico previo, mediciones topográficas, elaboración de representaciones gráficas georreferenciadas y, en algunos casos, presentaciones de expediente registral”.

Ante esta tesitura, levanta la voz: “Aunque la Ley 13/2015 contempló un mecanismo de coordinación entre el Catastro y el Registro, en la práctica esa ‘coordinación’, funciona a trancas y barrancas”.

¿Cuál es el resultado? Pues que “los sistemas son lentos, poco automatizados y muy poco uniformes a nivel territorial”.

Y eso se traduce en una mayor carga de trabajo ya que personas como Javier Eiranova tienen que coordinarse con topógrafos, notarios, clientes y colindantes. Además, deben preparar informes, actas notariales de subsanación…

“Y todo ello para que la Administración no tenga que hacer lo que le corresponde. En pleno 2025, resulta lamentable que los profesionales debamos seguir invirtiendo tiempo y recursos en corregir errores que, con la normativa y la tecnología ya disponibles, no deberían existir”, se lamenta.

De ahí que concluya de la siguiente manera: “Lo único que falta es una verdadera voluntad institucional, que por desgracia sigue pareciendo inalcanzable”.