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El primer día ejerciendo una nueva profesión nunca es fácil, y menos en un sector como es la manufactura. Aprenderse el procedimiento y los pasos de forma eficiente no siempre es del todo sencillo.

Así, cada historia de una persona contando sus primeras vivencias con una determinada profesión resulta llamativa, más aún si es de españoles en el extranjero.

Uno de esos casos es el de Nerea, una española dedicada a la albañilería que decidió aventurarse a trabajar en una fábrica en Australia y ha contado su experiencia en su primer día en el oficio.

Primer día en la fábrica

Son muchos los españoles que cada año, ante las condiciones laborales que se viven en España, optan por marcharse al extranjero a probar suerte.

Uno de los destinos que ha cobrado bastante fama recientemente ha sido Australia. El país oceánico atrae a numerosos españoles por su astronómicos sueldos y amplia variedad de puestos en diversos sectores como construcción, hostelería o manufactura.

Precisamente este ha sido el caso de Nerea, una joven albañila que decidió aventurarse a trabajar como operaria de fábrica y ha decidido compartir su experiencia en su cuenta de TikTok @nereaexplora.

"He conseguido trabajo en un almacén. No sé qué tengo que hacer. No tengo ni idea. ¡Qué nervios!", contaba antes de entrar. Sus impresiones al salir fueron diferentes: "Qué experiencia más rara he tenido. A veces me he sentido como en El juego del calamar, te lo juro".

A continuación explicó cómo lo vivió: "Hemos llegado y había una habitación llena de gente. Nos hemos puesto el típico gorro de quirófano, mascarilla y una bata, todos parecíamos científicos. Entramos, y resultó ser una fábrica de patatas fritas y otros productos similares".

"Todo era empaquetar y meter en cajas. Los jefes… madre mía. Cómo gritan. Uno me ha pegado un grito…", narraba.

La primera tarea de Nerea fue doblar cajas, donde tuvo una situación curiosa. "Se me acabaron las que tenía que doblar. Pregunté si podían decirme dónde había más o dónde conseguirlas", narraba la joven. "Me lo dijo, pero cuando se me acabaron, salí otra vez y me gritaron a dónde iba", señalaba la mujer.

La joven explicó que sentía "que no podía salir" hasta que le movieron a otra. "Me metieron en otra sala a empacar ajos fritos. Uno ponía la bolsita, otro echaba con un cazo, otro sellaba y otro lo metía en la caja. Una especie de cadena de montaje", aseguraba.

"Luego había un montón de bolsas con un error en los alérgenos, así que me pusieron a pegar pegatinas con la información correcta. Me dijeron que si eso no estaba bien, podían meterse en un lío. Estuve haciendo eso durante 6 horas", rememoraba Nerea.

Eso no fue todo. También le asignaron otra tarea: limpiar la cinta de montaje por donde pasan todas las patatas. "Cada vez que cambian de sabor hay que limpiarla para que no se mezclen los sabores", dijo la joven en el vídeo.

Nerea contaba que la mayor parte del tiempo estuvo con las pegatinas. "Al principio, durante las primeras 5 horas, me hizo gracia, pero luego se me empezó a hacer pesado, así que empecé a hacerlas con la mano izquierda, para practicar y entretenerme un poco", señalaba.

Cuando su jornada llegó a su fin, la mujer hizo balance de su día de trabajo: "Pagan 33 dólares la hora. Muy bien. Volvería a hacerlo. No es un trabajo para todos los días, porque es extremadamente repetitivo. Si lo haces de lunes a viernes, al final pesa. De vez en cuando me parece maravilloso".