Patricia Sierra
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"Yo su trabajo lo haría mejor", ha llegado a pensar más de uno. Desde fuera, todo se ve muy fácil. Si no estás dentro, puedes llegar a creer que un informático solo toca cuatro botones o que un dependiente solo coloca ropa.

"Una señora, una vez en probadores, me dijo que a ver si estaba en lo que tenía que estar, que había un probador libre", cuenta Noemí. No se dan cuenta de que tu trabajo no se centra únicamente en controlar quién sale y quién entra.

Noemí es una joven de 22 años que trabaja como dependienta en una tienda de ropa. No fue difícil encontrarlo. A las dos semanas de enviar su candidatura, ya la estaban llamando para concertar una entrevista.

Aunque es cierto que recibió varias ofertas de algún que otro sitio más, "tampoco me parece que sea muy fácil encontrar empleo en Málaga", apunta. No es porque no haya trabajo, que lo hay, sino por la alta demanda.

Noemí ha trabajado antes como becaria, pero las condiciones de estos contratos dejan mucho que desear en algunas ocasiones. Hay que sumarle, además, que está independizada y "necesitaba un empleo que me permitiera ganar más dinero", sí o sí.

Durante su jornada no tiene una función concreta, cada día toca una cosa distinta. Puede estar en caja, probador, almacén o en cualquier sección a lo largo de su turno, incluso rota. Es raro estar un día solo a una cosa.

Está en constante movimiento, de un lado a otro. Y no tiene queja alguna, todo lo contrario. "Prefiero un trabajo dinámico a uno donde estoy sentada en una silla todo el día frente a la pantalla de un ordenador", explica.

Lidia con gente a todas horas también. Da igual que tenga un mal día, tiene que poner buena cara y esbozar una sonrisa. No ha tenido malas experiencias, nada más allá de un "las perchas no se dejan dentro del probador" o "tiene que esperar".

Sin embargo, confiesa que "a los clientes, por lo general, no les gusta nada esperar, se ponen nerviosos, te hablan mal". Más de una vez ha tenido que contar hasta diez.

En ocasiones, le han pedido que se calme y que no esté tan seria. Pero, ¿por qué? Hay veces que esa es la manera de que te tomen en serio. "Y cuando un cliente no te toma en serio, hace contigo lo que le da la gana, te habla como le da la gana y yo tampoco soy sirvienta de nadie", recalca.

Menos mal que no todos los clientes son igual de irrespetuosos. Hay gente que es muy agradecida y colaborativa, que de verdad valoran su esfuerzo y trabajo. Y eso, se valora.

A pesar de algún mal momento que ha tenido que vivir, está muy contenta con su empleo. Pagan bien y puede compaginarlo con su vida personal. Eso sí, porque es verano. En otra época no puede sobrellevar trabajar y estudiar, más que nada por los turnos rotativos.

Igualmente, suele decirse que todo el mundo, al menos alguna vez en su vida, debería trabajar cara al público. Seguro que, más de uno, dejaría de creerse mejor que el que está atendiendo.

Es su primera vez como dependienta. Ha aprendido a desarrollar la paciencia, a 'morderse la lengua', a tratar con todo tipo de personas. "Aunque creamos que hayamos vivido mucho, siempre se puede aprender algo nuevo", considera la joven.

Es cierto que no siempre va a ser todo de 'color de rosa'. Habrá días que llegues a casa de trabajar y se te caiga el mundo encima. No siempre va a ir todo bien, ni tampoco mal. Así es la vida. Si estás buscando trabajo, ten eso claro.