El 15 de mayo Clece dejó de prestar sus servicios en el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía, poniendo fin a un contrato de más de 14 años. Las razones que han llevado a la empresa a no prorrogar el actual contrato es el desequilibrio económico que se ha ido produciendo a lo largo de los años de contrato. Asimismo, la decisión de ni siquiera participar en la nueva licitación para optar a la renovación se debe a que la licitación de la residencia se ha publicado con un incremento de precio, en opinión de la empresa, insuficiente para cumplir con los estándares de calidad y experiencia que deberían exigirse.

El Centro Alzheimer Reina Sofía es una residencia pública que Clece gestiona desde 2007. El centro asistencial cuenta con más de 200 plazas (156 de estancia permanente, 40 en el centro de día y 20 para el centro de respiro familiar los fines de semana) pero se caracteriza por ser, al mismo tiempo, un centro de referencia en la investigación del Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas. 

En la propia residencia se encuentra el laboratorio de la unidad de investigación de la Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas), gestionada a través del Instituto de Salud Carlos III, además de un centro de formación especializado en Alzheimer y enfermedades neurodegenerativas en el que se imparte formación a profesionales sanitarios de toda la Comunidad de Madrid, voluntarios y familiares de los residentes. 

Estas tres dimensiones, asistencial, de investigación y de formación, lo convierten en un centro muy particular, que Clece ha gestionado con gran orgullo todo este tiempo. Y por ello en la residencia la noticia de que la compañía no renovaría el contrato se ha recibido con cierta tristeza. Cristina Rodríguez, directora de la residencia durante algo más de cinco años, cuenta que “sentimos mucha pena porque llevamos 14 años en la gestión del centro, pero tras ver los pliegos la compañía ha tomado esta decisión porque entendía que afectaba a la calidad de atención que estábamos prestando”. 

En palabras de la exdirectora, “creo que hemos ofrecido la máxima calidad de atención y desde luego con la pandemia hemos dado lo mejor de nosotros, tanto a nivel profesional como personal”. En este sentido, Jesús Nogales, director de operaciones de Clece, quiere “agradecer el esfuerzo, la implicación y la dedicación del equipo humano de este centro, especialmente durante este último año. Han sido ejemplares”. Esta implicación es uno de los aspectos más destacables de la gestión de Clece. En este sentido, Cristina Rodríguez explica, “siempre hemos sobredimensionado la plantilla, porque entendíamos que de lo que se trataba era de dar la máxima atención a los usuarios. Y se necesita una formación especializada, sobre todo en Alzheimer y enfermedades degenerativas”.

Se ha colaborado muy estrechamente también con la unidad de investigación, “hacíamos estudios compartidos de la evolución de la enfermedad”, aclara Rodríguez, lo que también ha llevado al centro a “innovar en todas las terapias no farmacológicas que aplicamos con el equipo de terapeutas, fisioterapeutas y neuropsicólogo, acompañadas de innovación tecnológica”. Tras finalizar esta etapa, desde Clece apuntan a que la balanza es claramente positiva, en especial gracias a la estrecha relación con los trabajadores y familiares de los usuarios que ahora, cuenta la exdirectora, se encuentran en una situación de “incertidumbre ante un cambio de empresa, porque están acostumbrados a nuestra manera de gestión”.

Un precio no ajustado a la realidad del servicio

En la última licitación para la gestión del centro Reina Sofía la Administración contemplaba un incremento del 2% respecto al actual contrato. Sin embargo, señalan desde Clece, se trata de una subida mínima teniendo en cuenta el aumento de los costes a lo largo de estos años y la inversión extraordinaria a causa de la pandemia.

Desde que Clece comenzó a gestionar esta residencia en 2007, solo el coste de personal se ha incrementado un 36%. Algo que, en la compañía “nos alegra porque abogamos por la dignificación del sector, pero el precio del contrato tiene que ir acompañando ese incremento”, explica Jesús Nogales. A día de hoy, estiman, el precio del contrato tan solo ha supuesto un incremento del 7% desde 2007.

Cifras que arremeten contra la parte más esencial de una residencia: sus trabajadores, pues es de los que al fin y al cabo depende la calidad del servicio. En la actualidad, comenta la antigua directora de la residencia, trabajaban más de 200 profesionales, 130 de ellos sólo en atención directa a los usuarios. Mientras que el pliego presentado por la Comunidad exige únicamente 112 empleados de atención directa. “Comparado con el personal que tenemos nosotros, creemos que la diferencia es importante y que la calidad asistencial va a verse mermada”, declara Nogales. Además, el pliego actual valora el coste de personal en base al convenio de 2019, sin tener en cuenta posibles incrementos del convenio ni posibles aumentos del salario mínimo interprofesional y todo ello sin incluir revisión de precios durante toda la duración del contrato y sus posibles prórrogas (un total de casi 5 años).

Tampoco se ha exigido en este pliego un proyecto técnico, sino unos criterios objetivos -de sí o no-, que no permiten valorar la experiencia o hacer una mejor comparación entre unas empresas y otras. “En un proyecto técnico la empresa explica cuál es su manera de trabajar en la residencia, los programas, actividades y terapias a realizar con los usuarios y el funcionamiento, desde la lavandería a la restauración”, explica Nogales. En este caso, al no haber proyecto técnico, “se pierde el poder valorar qué empresas tienen experiencia y conocimiento en la gestión de una residencia, a nivel asistencial pero también a nivel de mantenimiento del centro”.

Por otro lado, teniendo en cuenta la situación actual de crisis sanitaria, el pliego establecía la obligatoriedad de disponer de un plan de contingencias ante posibles emergencias pero “no contempla ninguna partida económica destinada a los esfuerzos tanto económicos como humanos”.

Para la compañía, “el cuidado y la atención de los más vulnerables no debe ser objeto de subasta y debemos priorizar la calidad frente al precio, así que nuestra decisión es renunciar a presentarnos al concurso”. Aun así, se mantiene la esperanza de que en los pliegos de futuras convocatorias se priorice la calidad de una prestación esencial frente al precio, en cuyo caso, asegura Nogales, “estaríamos encantados de volver a gestionar el Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía. Siempre y cuando podamos prestar un servicio con la calidad de los últimos años”.