María Peña, directora de As Fragas de Pontedeume (A Coruña), no se lo podía creer: una de sus residentes, de 101 años, había dado positivo por coronavirus sin haber manifestado ningún síntoma. “No tenía tos, ni fiebre, ni problemas respiratorios… No nos lo podíamos creer”, reconoce, sorprendida, en conversación con EL ESPAÑOL. Sin embargo, así era. La mujer, centenaria, podía haber contagiado a muchos de sus compañeros. Sin embargo, una detección a tiempo evitó la tragedia.

Nadie sabe en qué momento pudo contagiarse con el Covid-19. La mujer llevaba en la residencia As Fragas de Pontedeume casi desde su apertura hace tres años. “Era una persona normal, con sus achaques… Como alguien de su edad”, explica María. Era dependiente y necesitaba que la atendieran, pero, por lo demás, “estaba bien”. Y, realmente, así sigue. Pero, ahora mismo, aislada, a la espera de que dé negativo y pueda volver a hacer vida normal junto al resto de residentes.

No es la única. En total, nueve residentes dieron positivo después de que se les hicieran las pruebas en la residencia As Fragas de Pontedeume. Seis de ellos, completamente asintomáticos; dos, con fiebre; y uno, en el hospital, donde lleva 13 días ingresado. Todos vivían bajo el mismo techo, pero sin saber quiénes estaban infectados. Hasta que llegaron los test… y arrojaron luz sobre un asunto de vital importancia para frenar la mortalidad del coronavirus.

Residencia As Fragas de Pontedeume.

En total, en España, el coronavirus se ha cobrado la vida de más de 5.000 ancianos alojados en residencias, incrementándose en un 139% el número de casos en la última semana. Con Madrid a la cabeza (2.000), seguida de Castilla y León (1.045), Cataluña (909) y Castilla-La Mancha (297). Entre las cuatro comunidades suman 4.251 fallecimientos, el 82,11% del total de muertes. Por eso, María se alegra de que en la residencia As Fragas los test arrojaran luz sobre quiénes estaban infectados.

Aislados sin síntomas 

La residencia As Fragas de Pontedeume ha tenido suerte. En total, 90 personas conviven bajo el mismo techo (50 ancianos y 40 trabajadores). Pero, por suerte, ellos, de momento, no han tenido que contar ninguna víctima mortal. “El 13 de marzo empezamos a tomar las primeras medidas, que limitaban las visitas a una persona y suspendían las actividades de los residentes tanto fuera como dentro del centro, porque muchos tenían que ir a rehabilitación. Desde ese mismo día, también, empezamos a tomar la temperatura a todos”, cuenta María.

Dos días después, ampliaron las restricciones: dejaron de permitir las visitas –como disponía el Gobierno en el Estado de Alarma– y recibieron las pautas con las que tenían que hacer su trabajo según el sistema de sanidad gallego. “Habilitamos una zona para poder aislar a todos aquellos que tuvieran síntomas o dieran positivo en los test por coronavirus y trasladamos a dos residentes, ambos con fiebre”, prosigue.

As Fraguas de Pontedeume fue el primer centro donde se hicieron test masivos a todos los residentes, según reconocen desde el centro. Primero, utilizaron los rápidos. “Pinchaban en el dedo a los residentes y, a los 15 minutos, tenían las pruebas”. Pero sin fiabilidad. Todos los test dieron negativos. Por eso, pasaron a hacer pruebas convencionales. “Entonces, seis residentes y dos trabajadores dieron positivo, todos ellos asintomáticos”, explica.

Residencia As Fragas de Pontedeume.

“Nos sorprendimos mucho. Los seis residentes que dieron positivo no habían tenido ni fiebre, ni tos, ni dificultad respiratoria”, cuenta, sorprendida. Ese mismo cuatro de abril, los aislaron a todos. “Y están bien, de momento”. Eso, probablemente, ha evitado que muchos otros residentes se contagiaran. “Si no te hacen la prueba, no tienes ni idea y trabajas a ciegas”, celebra, a pesar de todo, María.

Entre los infectados, la residente más joven tiene 88 años y la más mayor, 101. Todos asintomáticos y todos atendidos por el personal de la residencia. “Lo que tratamos es de que tengan contacto siempre con los mismos trabajadores para evitar que el contagio se extienda”, explica María. “Nuestra situación es muy representativa de lo que está pasando en España. Si no sabemos quiénes son los asintomáticos y los aislamos, estos pueden estar contagiando libremente y extendiendo el virus”, recalca.

Para evitarlo, en As Fraguas, desde el principio, han armado a todos sus trabajadores con Epis (Equipos de Protección Individual). “Aunque, al principio, tuvimos algún problema, pero como de normal tenemos guantes y material porque lo necesitamos para atender a los residentes… No hemos tenido problemas”, explica. Y así siguen. Cruzan los dedos por lo que pueda pasar y piden cierto reconocimiento. “Nosotros, los que trabajamos en residencias, también estamos en primera línea y...”. Son los que, en su mayoría, cuidan de nuestros mayores. Un aplauso, sin duda, también para ellos. 

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