Es un runrún continuo que no amortigua el paso de las horas. Un día más es, sin duda, un día menos en la lucha contra la epidemia del coronavirus en nuestro país, pero también un mar de dudas para las embarazadas que salen de cuentas en esta semana. La covid-19 está presente en sus vidas y, puede, que también en sus partos. “Están atemorizadas perdidas”, relata una matrona en conversación con EL ESPAÑOL. 

Porque cuando imaginaron el día en el que nacerían sus criaturas no estaba incluido, de ninguna de las maneras, el Sars-CoV-2. A la bolsa de emergencia se sumaban los pijamas, los patucos, los bodies para el bebé. La familia. Los besos, los abrazos. Piel con piel.

Pero ya nada será así. El vaivén de medidas sanitarias y la hostilidad que envuelve, ahora, los hospitales sobrepasados se han convertido en el cóctel perfecto para estas mujeres. El cambio de protocolos -en determinadas comunidades autónomas ellas parirán en soledad, sin su pareja o familiar a su vera- más la incertidumbre, cada día agobian un poco más. Y el reloj biológico sigue su curso.

Ecógrafos sin fundas

Así lo cuenta la asturiana Hortensia, madre primeriza de 35 años, en cuanto se le pregunta por el tema. “Las embarazadas morimos de miedo por lo que pueda pasar”, suspira, al otro lado del teléfono. Ella ya salió de cuentas hace seis días, por lo que puede romper aguas en cualquier momento. Mientras sigue en casa, llevando el confinamiento más estricto y escrupuloso que puede.

Pero, de vez en cuando, sigue teniendo que ir a revisión. También, algo sobrepasadas, como el resto del sistema sanitario. “Nos hacen las ecografías forrando el ecógrafo con un guante de látex porque ya no tienen las fundas necesarias para aislar los materiales y parece que la cosa se agrava”, se lamenta. 

La directriz es clara: a las nuevas mamás y a los bebés, salvo complicaciones, se les dará de alta a las 24 horas. Habitaciones compartidas y nada de visitas. Incluso se ha llegado a plantear que los niños no estén con sus progenitoras hasta que pase un tiempo prudencial y no puedan contagiarse del coronavirus. Ni que decir tiene que no podrán tocarlos, mientras estén en terreno hospitalario, ni los padres ni otros familiares.

Estefanía sale este mismo miércoles de cuentas.

Su mayor miedo aflora constantemente a lo largo de la charla. "Imagínate darte el pecho a tu niña con mascarilla. O el pánico a acercarte a ella y pegárselo", exclama. "Me da miedo coger el virus en el hospital. Yo estoy haciendo cuarentena estricta. Pero cada vez que voy al hospital… Yo llego de las revisiones y la ropa a la lavadora y yo a la ducha", explica.

“El personal sanitario se desvive en ayudarnos y tranquilizarnos pero no tienen muchos medios”, afirma, tratando de recomponerse mientras continúa con la conversación con este periódico. Es la misma sensación que trasmite Estefanía. En su caso, sale este mismo miércoles de cuentas, y también será mamá primeriza.

Ella, de 37 años, dará a luz en un hospital de la Axarquía, en la provincia de Málaga. “Si lo piensas de una manera fría no puedes hacer otra cosa. A ninguno nos hubiera gustado hacerlo así, pero es lo que toca”. Su embarazo, relativamente tranquilo en estas circunstancias, ha sido muy celebrado y deseado por los suyos y este final es algo agridulce.

Se trata de una “maternidad en solitario” y por eso el apego con los suyos durante el parto y la recuperación eran tan importantes. “Evidentemente compartir tan bonito, tan especial, en mi caso tan elegido, tan a tino, que mi familia no pueda estar conmigo es una cosa muy, muy dolorosa”, relata. Pero la orden es clara: no. “Son momentos muy vulnerables”, desliza.

"Cada día, un miedo más"

Luz -nombre ficticio de una madrileña de 34 años residente en Alpedrete que prefiere salvaguardar su intimidad- sale en cuatro días de cuentas y aún no tiene claro en qué hospital dará a luz. En su plan estaba hacerlo en el centro sanitario de El Escorial, pero la Comunidad de Madrid sigue variando sus directrices día a día. 

Según los últimos datos confirmados por la Consejería de Sanidad, consultados por este periódico y publicados este lunes, “los partos normales se atenderán en cada centro hospitalario”. Si son de riesgo, son automáticamente derivados a los centros de referencia: La Paz, Gregorio Marañón, 12 de Octubre y Puerta de Hierro. 

“Como esto cambia cada día, cada día he llorado un poco”, sintetiza Luz, que es matrona.  “Al trabajar de esto, sé que todo puede cambiar de la noche a la mañana, sin estas circunstancias, y ahora más. “Voy a parir en un hospital que conozco, con gente que conozco, y eso me daba confianza. Pero la historia es el miedo. Todos los días surge un miedo distinto, porque todo va cambiando”, comenta.

Hortensia le tiene miedo al momento de llegar al hospital por si puede contagiarse.

El pánico no reside tanto en contagiarse ella como que le pueda pasar algo a su criatura. “Al principio eran los protocolos con respecto al parto, si eres una mujer con prueba positiva te iban a hacer una cesárea y separar al bebé quince días… Luego han ido cambiando los protocolos, parecen que iban a ser más permisivos. La mínima cosa que tienes establecido se echa abajo día tras día. Poder estar con tu bebé, irte a casa, elegir el hospital…”.

La misma imagen dibuja Andrea, natural de Ronda (Málaga) y de 27 años. Le quedan quince días para dar a luz. “Emocionalmente esto está un poco descontrolado”. “Hay muy poca información y eso hace que nos dé todo mucho miedo”, sintetiza. “Me da miedo el momento de llegar a urgencias, que me pueda encontrar a alguien que esté contaminado, un médico o enfermero, tanto embarazada como recién parida”.

Lo cierto es que el parto que soñaban ya no se realizará. Cambiarán las flores por guantes; los abrazos, por mascarillas; el barullo de la habitación, por la asepsia absoluta. Pero sí que mantiene algo: un final feliz. Su bebé en brazos, y, si todo va bien, sin rastro de covid-19.

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