
Ángel, dependiente de Castilleja de Guzmán. Sevilla
Ángel, dependiente de Castilleja de Guzmán: "Salir de nazareno en la Madrugada me ha creado una opinión triste de la gente"
Este sevillano cree que "ver todos los años la misma cofradía en el mismo punto es como ver la misma película todas las noches".
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Todos los años, Ángel (28) se traslada desde el municipio sevillano de Castilleja de Guzmán hasta la capital hispalense con un claro objetivo: ver todas las cofradías que desfilan durante la Semana Santa de Sevilla.
Sin embargo, aunque es una de sus fiestas favoritas, su percepción de la gente que va a disfrutar de la semana del incienso y los cirios ha cambiado desde que salió de nazareno en la Esperanza de Triana.
"La gente es muy irrespetuosa con el cuerpo de nazarenos", mantiene. Además, ahora que sale en cuatro hermandades, señala que "lo peor es procesionar en ciertos momentos".
¿Cómo hay que moverse en una bulla?
Básicamente, hay que estar muy tranquilo y saber a dónde vas. Siempre vas a llegar al sitio que quieres, pero es muy importante mantener la calma, sino llega el tema de las carreritas y los empujones. Con tranquilidad se llega a todos lados.
¿Cuántas procesiones espera ver en la Semana Santa? ¿Cree que lo va a lograr?
Espero verlas todas, soy muy fatiga. Una que no me quiero perder es la Esperanza de Triana, por supuesto, y también Los Servitas y Los Gitanos.
¿Cómo se aguanta la espera?
Es muy importante saber el sitio donde te pones y la hermandad que estás viendo. Es fundamental también la compañía con la que esperas y saber estar. Es primordial tener en cuenta que Sevilla es una ciudad donde la media de nazarenos es 1.000.
¿Cómo le gusta vivir la Semana Santa?
Con mucho sentimiento y mucha pasión. Hay muchos momentos y puntos claves, pero hay veces que necesitas salir de esos lugares a los que va todo el mundo para vivir nuevos momentos de recogimiento.
Yo voy alternando entre bar y paso. Hay que saber tener una tónica considerable, es decir, ni todo el tiempo en el bar ni todo el tiempo viendo pasos. Soy de los que piensan que una combinación buena es estar en la puerta de un bar viendo una cofradía, pero hay momentos que un bar no te lo da.
¿Ha vivido algún momento agobiante o peligroso en la Semana Santa?
Sí. Cuando era pequeño, recuerdo la bulla que hubo en la Plaza del Duque y recuerdo a mi tío saltar a la gente para cogerme porque la gente me llevaba.
¿Le gusta más la Semana Santa de día o de noche?
De noche, una candelería encendida quita el sentido, al igual que un Cristo en silencio. Todas las hermandades son bonitas, pero para mí la noche tiene algo que hace que profundices más en la talla que estás viendo.
¿Suele seguir siempre el mismo itinerario o improvisa?
Suelo cambiar. Tengo ciertas costumbres fijas como ver salir a la Hiniesta o a la Esperanza de Triana, a la que he llegado a esperar desde por la tarde; hay determinados puntos que me transmiten mucho.
Pero yo creo que ver la misma cofradía en el mismo punto es como ver todas las noches la misma película, al final no descubres la hermandades en diferentes aspectos.
¿Qué es lo más raro que le ha pasado en la Semana Santa?
No tengo ninguna experiencia extraña. Pero sí recuerdo muy raras las Madrugadas, salir en la Esperanza de Triana me ha llevado a tener una percepción de la gente un poco triste a la hora de ver cofradías.
Sobre todo en la Madrugada, el cuerpo de nazarenos no es respetado. Como cofrade, lo peor que me llevo es procesionar en ciertos momentos.
¿Cuál es el truco para conseguir un buen sitio?
Saber dónde ir. Si todo el mundo va al mismo punto, el buen sitio no se encuentra nunca. Creo que hay muchos puntos de muchas hermandades que la gente no conoce como Santa Cruz de vuelta o San Benito en el Muro de los Navarros.
¿Qué cofradía recomienda ver mañana?
Yo, como buen trianero, he de decir que el Cachorro no se lo puede perder nadie. Esta es una talla del barroco por excelencia, única, que nadie se debería perder. Pero también la Mortaja de vuelta por su barrio es muy bonita.