La Virgen de la Macarena después de ser restaurada por Pedro Manzano.

La Virgen de la Macarena después de ser restaurada por Pedro Manzano. Alfonso de la Herrán

Sevilla

Pedro Manzano, restaurador de la Macarena, sobre la actuación de Arquillo: "Somos humanos y todos cometemos errores"

En su análisis técnico, insiste en que las pestañas industriales no son adecuadas para una imagen como la Macarena, sino que hay que hacerlas "a medida".

El restaurador apunta a "un componente divino" que les ha acompañado en el proceso y que "ha querido que el resultado final sea este".

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La Virgen de la Esperanza Macarena ha vuelto este lunes 8 de diciembre al culto en su Basílica, coincidiendo con el Día de la Inmaculada, y lo ha hecho entre colas multitudinarias, lágrimas de devoción y el ambiente emocional que solo la imagen más icónica del barrio puede provocar.

Es la estampa que muchos hermanos esperaban desde hacía casi cuatro meses, cuando la Hermandad decidió retirar la talla tras la polémica restauración realizada en junio por Francisco Arquillo, que provocó un fuerte rechazo por parte de los devotos al percibir cambios evidentes en la expresión de la Virgen. Sin embargo, en el mismo día de su vuelta al culto, Pedro Manzano, su nuevo restaurador, lo tiene claro: "Somos humanos y todos cometemos errores".

No en vano, aquel episodio abrió una crisis interna, incluyó rectificaciones públicas, dimisiones dentro de la junta y un debate patrimonial que trascendió la esfera cofrade.

Manzano, restaurador de larga trayectoria y con experiencia directa en el patrimonio de la Semana Santa sevillana, no ha querido perderse en la jornada de este lunes la vuelta de la Virgen al culto, y ha atendido a los medios de comunicación para explicar un proceso que ha vivido "con una intensidad enorme" y que ha devuelto a la imagen la mirada que sus fieles reconocen como propia.

Uno de los principales interrogantes sigue siendo qué ocurrió exactamente el pasado junio para que la imagen presentara un aspecto tan distinto al habitual. Manzano, que no participó en aquella intervención, confiesa que también se pregunta qué falló entonces.

"La explicación yo también estoy intentando encontrarla", reconoce. Sin embargo, matiza que "las personas que actuaron en ese periodo son profesionales de la restauración".

El restaurador parte una lanza en favor de Francisco Arquillo, una persona con la que él se formó "en la universidad" y a la que dice "deber mucho" y "tener en estima". "Somos humanos, pienso, y todos cometemos errores", zanja.

En el ámbito estrictamente técnico, Manzano matiza que, en todas las actuaciones que debe acometer, tiene "muy claro" que "la imagen debe cambiar lo menos posible".

Las pestañas

El restaurador señala que existen zonas especialmente sensibles en una imagen devocional de estas características, y que cualquier mínima alteración puede modificar por completo la percepción de los fieles, es el caso de "la mirada" o "las pestañas", uno de los aspectos más criticados de la restauración de Arquillo.

"Si una pestaña encuentro que está falta, que tiene algunas zonas de pérdida, intento reponer esas zonas antes que cambiar la pestaña, porque corremos el riesgo de que la impronta pueda cambiar", razona.

En su análisis técnico, insiste en que las pestañas industriales no son adecuadas para una imagen como la Macarena, sino que hay que hacerlas "a medida". "No es una pestaña que uno vaya a la tienda y la compre, hay que fabricarlas. Con eso hay que ser especialmente cuidadosos", insiste.

La incertidumbre

Manzano admite que su trabajo tuvo momentos de gran complejidad, especialmente al recuperar la línea palpebral -el lugar donde nacen las pestañas- original.

"Cuando te pones a trabajar ya sobre la zona y empiezas a retirar materia, tienes un poco de desazón y de desconcierto porque estás avanzando y no sabes qué te vas a encontrar al final", expone. No obstante, reconoce que, "afortunadamente, esa línea estaba ahí en toda su plenitud, con algunas pérdidas lógicas de policromía".

También recuerda que la imagen ha tenido múltiples intervenciones de pestañas. "En este último periodo", indica haciendo referencia al siglo XIX "en adelante, hay constancia documental en la hermandad de haber hecho pagos a determinados artistas para hacer esos cambios de pestañas".

"Inmensa satisfacción"

Finalmente, parece que la elección de las nuevas pestañas no solo ha convencido a los fieles, sino que los hay que han llegado a considerar que la Virgen está "más bonita que nunca". De esta forma, en las puertas de la basílica, durante toda la mañana, las lágrimas se repetían entre los fieles que volvían a encontrarse con su Virgen.

Manzano reconoce lo que eso significa para él, y es que afirma sentir "una inmensa satisfacción" y "una inmensa alegría". En relación a las lágrimas de los devotos, insiste en que no se alegra "por la pena, sino porque esa pena es demostración de que uno ha alcanzado el objetivo que nos habíamos marcado".

"Qué mejor muestra de agradecimiento que ver a esa persona a la que le afloran los sentimientos porque está reconociendo a esa imagen divina que lleva en su interior y que hubo un momento en que la perdió y la vuelve a recuperar", expone el restaurador.

Seguimiento anual

Preguntado por el futuro de la conservación de la Macarena, Manzano confirma que existirá un plan de seguimiento anual con el objetivo de "que las intervenciones puntuales se lleven a efecto sin necesidad de que pase tanto tiempo fuera de su lugar habitual", como ha sido el caso de esta última vez.

Asimismo, explica a los medios cómo ha sido para él trabajar cada día solo ante la Virgen. "He venido todos los días. Tenía acceso directo a la zona de trabajo y esto era como subir al cielo", reconoce.

Manzano es consciente no solo de la responsabilidad de su tarea, sino también del privilegio de "llegar, abrir la puerta y tenerla para ti". "Cuánto daría muchísima gente por encontrarse en mi situación", razona.

No obstante, es importante tener presente que no se trata de una imagen como cualquier otra, sino que la restauración ha consistido en el arreglo de una talla con un alto componente espiritual y devocional, una experiencia que, confiesa, también le ha influido, y es que apunta a "un componente divino" que les ha acompañado y que "ha querido que el resultado final sea este".