La Feria del Libro de Sevilla repleta de sevillanos disfrutando del buen tiempo.
Lleno absoluto en la Feria del Libro de Sevilla: la ciudad se rinde a la lectura antes de que llegue la lluvia
Los Jardines de Murillo han acogido por segundo año la cita literaria más esperada de la ciudad con temperaturas por encima de los 30 grados.
Más información: La Feria del Libro de Sevilla repite en los Jardines de Murillo entre el 22 de octubre y el 2 de noviembre
Por las calles de la Feria del Libro de Sevilla apenas cabía un alfiler este sábado. El calor, impropio del final de octubre, empujaba a los visitantes a refugiarse entre casetas y sombras de los naranjos de los Jardines de Murillo, donde la cita literaria repite ubicación por segundo año consecutivo.
Nada que ver con la pasada edición, cuando la lluvia obligó incluso a suspender jornadas completas y el Ayuntamiento concedió tres días extra para compensar las pérdidas. Nada que ver, al menos, hasta la fecha, ya que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) pronostica lluvia a partir de este domingo 26 de octubre.
El evento literario más esperado comenzó el pasado 22 de octubre con temperaturas que superaban los 30 grados, y así se ha mantenido durante los primeros cuatro día, jornadas que, en palabra de Dolores, "no ha cabido un alfiler".
Sin embargo, los sevillanos temen la llegada de las precipitaciones. "Este año hemos venido pronto, no vaya a ser que pase lo del año pasado", bromea María, sevillana de 34 años, con una bolsa llena de libros, gafas de sol y camiseta de tirantes. Cualquiera diría, por su vestimenta, que el agua pudiera llegar a cerrar las casetas.
Su recomendación, "cualquier libro de Joël Dicker", aunque reconoce que La verdad sobre el caso Harry Quebert es su favorito. Esta sevillana reconoce estar "obsesionada" con los libros de misterio, y promete a EL ESPAÑOL de Sevilla darle una oportunidad a toda una referente de la novela negra: Agatha Christie.
Clásicos que no pasan de moda
Todo esto te daré, de Dolores Redondo, es la recomendación de Lucía, una lectura que sigue enganchando años después de su publicación. "Me gustan las historias con intriga, que te mantienen dentro del libro. Y Redondo escribe de una forma que te atrapa, no puedes soltarlo".
A su lado, un hombre con dos niñas hojea cuentos infantiles en una caseta decorada con guirnaldas de colores. La menor, Lola, de ocho años, señala con orgullo su elección: El hilo invisible, de Miriam Tirado. "Va de cómo todos estamos conectados, aunque no nos veamos", explica con una sonrisa.
En la mano de su prima mayor (Salma, de 11 años) brilla una edición novísima de Harry Potter y la Piedra Filosofal, que sigue siendo el hechizo más poderoso de la literatura infantil. "Es lo único que le gusta", confiesa su padre.
El calor del mediodía —31 grados marcaban los termómetros— no disuadió a nadie. Las casetas se convirtieron en pequeñas islas de sombra donde el aire olía a papel nuevo. Algunos se sentaban en los bancos del parque a leer las primeras páginas de sus compras. Otros, hacían cola para las firmas.
Entre el bullicio se escuchan títulos que dibujan un retrato de lo que leen los sevillanos. El cielo estrellado, de Elisabet Benavent, es el preferido de Laura, que se declara fan de la escritora desde hace años.
Unos metros más allá, José Luis, de 51 años, recomienda sin dudar Martes con mi viejo profesor, de Mitch Albom. "Es un libro pequeño, pero lleno de vida. Lo leí hace tiempo y ahora quiero regalárselo a mi hijo. Habla de la importancia de escuchar, algo que nos falta hoy en día", sopesa el sevillano.
Diversidad literaria
En una de las casetas se encuentra Manu, veinteañero, que recomienda "cualquier cómic de Lobezno". Este sevillano es un aficionado de esta clase de lecturas y, por un momento, se pregunta si puede recomendar un cómic.
En otra esquina, Julia, periodista de 30 años, opta por La gente no existe, de Laura Ferrero. Reconoce que le "fascina" Ferrero escribiendo. "Me gusta cómo escribe sobre lo cotidiano, sobre esas cosas pequeñas que también son literatura", dice, mientras, como tantos, busca una sombra en la que refugiarse del calor.
La Feria, que se extenderá hasta el domingo 2 de noviembre, se ha convertido estos días en un reflejo de la ciudad: bulliciosa, luminosa y con una mezcla de generaciones que comparten el mismo gesto de pasar páginas.
Libreros y editores celebran el buen arranque de esta edición, marcada por el optimismo tras el año difícil de 2024. "Solo pedimos que aguante el tiempo", dice Jesús, un librero veterano que el año pasado pudo estar en una caseta en la Feria del Libro pero que este año, "por motivos de salud", ha preferido disfrutarla desde fuera.
El cielo, de momento, se mantiene despejado, aunque el parte meteorológico avisa de que las lluvias llegarán en los próximos días. Los lectores cruzan los dedos para que no se repita la historia.
A pesar del calor, el ambiente es de entusiasmo. Los talleres infantiles, las presentaciones y las conversaciones improvisadas entre casetas confirman que, aunque cambien las modas o las plataformas, Sevilla sigue leyendo. Lo hace bajo el sol, con abanico en una mano y libro en la otra.