Morante conversa con Roca Rey durante la corrida en la Maestranza de Sevilla.
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Morante lo borda al natural y se fuma "la pipa de la paz" con Roca Rey con Zulueta como nuevo matador
Javier Zulueta tomó la alternativa con el noble 'Lanudo' de Núñez del Cuvillo. El resto de la corrida no dio el juego esperado.
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Si la vida se mide por instantes, ese natural eterno que Morante de la Puebla le ha pegado al cuarto de la tarde será uno de la vida de los 13.000 espectadores que lo han visto en vivo y de los miles que lo han hecho por la televisión.
También lo será ese abrazo por la espalda que se dio con Roca Rey el día de la alternativa de Javier Zulueta para sellar la paz tras un verano turbulento que comenzó en Santander y que se acentuó en el Puerto de Santa María cuando el peruano encomendó al de La Puebla a que "se fumara un purito".
Lo que parece que sí se han fumado esta tarde ha sido "la pipa de la paz" y la gente, cuando vio aquella estampa con los arcos maestrantes por testigo, rompió en un aplauso que el resto de la plaza en un principio no entendió. "¡Daros un besito!", llegó a gritar uno desde el tendido.
Luego sí se entendió todo cuando empezó a rular por los grupos de whatsapp y las redes sociales esa imagen de ambos toreros con los brazos entrelazados por la espalda tras una decepcionante corrida de Núñez del Cuvillo.
Antes Javier Zulueta dejó un buen sabor con el capote lanceando a ese buen 'Lanudo', el toro de su digna alternativa. Vibrantes fueron sus chicuelinas y su media. Tuvo ritmo el animal y se empleó en el caballo, al que llegó galleando, para vivir uno de los momentos de su vida.
Zulueta recibió la alternativa de manos de Morante, como padrino, y de Roca Rey, como testigo, para brindárselo a su padre, alguacilillo por herencia de la Maestranza, y que se quedó con las ganas de entregarle la oreja. Su abuelos Joaquín, también alguacilillo, y Enrique 'Lebrija', el puntillero, estarían expectantes desde el cielo.
No pudo ser porque falló con la espada tras una faena muy medida, muy estética, pero en la que faltó emoción. Largos fueron los derechazos del principio, aunque la faena tomó más auge por el izquierdo, por donde el animal tenía más profundidad y largura.
Ya en la siguiente la cosa se vino abajo con una embestida más a la defensiva, que no acabó como él quiso con los aceros. Con el último, que brindó a su hermana y a su madre, no tuvo opciones.
El toreo al natural
¡Ay, si ese cuarto hubiera durado un poquito más! Morante recibió con ansias a ese 'Ganador', de pelo colorao, con las rodillas en tierra y pegándole un cambio por la espalda dejando a la vistas las vueltas verdes de su capote.
Arrebatado el de La Puebla porque el primero no le dio ninguna opción, siguió el saludo capotero con chicuelinas con el cuerpo recto y bailando con los brazos para rematarlo con una revolera de cartel. Pero la cosa no se quedó ahí porque el quite con dos lances y una media eterna la hizo en un palmo de terreno y casi sin inercia.
En la muleta el animal ya no fue tan bueno como parecía. No obstante, con un valor descomunal lo sacó del tercio con unos ayudados por alto a un toro que sabía lo que se dejaba detrás, pero daba igual porque Morante quería y lo iba a hacer.
Y lo hizo, tras dos naturales profundos con la barbilla en el mentón y bajándole la mano, llegó ese natural eterno hasta el final de la cadera en el que toro y torero se fundieron en uno para dar vida a ese lance sereno y a cámara lenta que pasará a los anales de la historia.
Y no es que ya el aficionado se conforme con un muletazo, pero es que ese no ha sido cualquiera, ni lo será. La Maestranza se puso en pie ante los sones de 'Suspiros de España' que querían aún dar más belleza a la obra.
Sin embargo, como lo bueno dura poco, al ver tan descomunal enemigo ya se negó ante tanta torería y verdad, mucha verdad. El descabello le privó del triunfo porque ese natural por sí solo valió una oreja, pero como decía Curro Romero, "las orejas son despojos".
Cuando la gente aún recordaba esos prodigiosos naturales, a Roca le estaba costando un mundo remontar la tarde. El toro, desde luego, no era el propicio para ello.
Ni con las rodillas en tierra, con voltereta incluida, metió al personal en su faena que no llegó nunca a tomar vuelo por más que quiso el peruano.
Lo mismo le ocurrió con el tercero que salió de sobrero, cuya embestida nunca entregó. Muy bruto de salida terminó viniéndose abajo entre los pitos del personal, que ya estaba desesperándose hasta que llegó ese natural de Morante, que prácticamente salvó la corrida y que pasará a la historia el día de la alternativa de Javier Zulueta.