En el mundo del cine en España había, como dice la canción, un hombre que lo hacía todo. Su nombre es Enrique González Macho, y en sus 50 años de carrera fue productor, distribuidor, exhibidor -es el fundador de los Cines Renoir- y presidente de la Academia de Cine. Uno de los popes de la industria y una de las personas que se partió la cara por ella. Su carrera daba un giro de 180 grados cuando en 2015, el periódico El País publicaba una noticia revelando las prácticas fraudulentas -la compra de entradas- de destacados miembros del cine español, entre ellos González Macho, al que se le imputaba un fraude de 731.900 euros.

Desde entonces González Macho desapareció de la vida pública. Aquel productor dicharachero que siempre contestaba a cualquier cosa decidió hacer voto de silencio y confiar en la justicia. Siempre mantuvo su inocencia, y cinco años después ha sido absuelto de dos de las tres causas de las que se le acusaba. Más de cuatro años después, el distribuidor ha regresado y ha presentado ante un grupo de periodistas sus memorias, tituladas Mi vida en V.O (Editorial Atticus) y en las que asegura que no hay ningún ajuste de cuentes y sí un repaso a la historia de nuestro cine vista por el hombre que durante casi medio siglo se dedicó a levantarlo.

Aunque las memorias hablen de otras muchas cosas, el acto que tuvo lugar en los cines Renoir, también giró sobre aquel momento en el que su vida se puso patas arriba. Recordó que él había sido “el único acusado por lo penal” y remarcó que ha sido absuelto ya de dos causas y que no quería hablar del estado judicial de la tercera. “Me he liberado de eso, no quiero saber nada más. He sufrido como un hijo de la gran puta. Mi único consuelo es que he tenido dos sentencias, de jueces diferentes, y eran tan claras que no han recurrido ni el fiscal ni la abogacía del estado, que recurren todo. Fueron sentencias firmes y a los diez días, algo insólito”, dijo en una de las alusiones al espinoso asunto.

Mi único consuelo es que he tenido dos sentencias, de jueces diferentes, y eran tan claras que no han recurrido ni el fiscal ni la abogacía del estado, que recurren todo

Un libro que lleva mucho tiempo gestándose, y que ha hecho en colaboración con la periodista Begoña Piña, y en el que habla de la historia del cine español. De la censura a las televisiones, del no a la guerra a la Ley Miró. Todo pasa por la mirada de un hombre que ha visto cómo la industria se transformaba. Pero, ¿por qué presentar ahora este libro y romper ese silencio de cuatro años? Para González Macho este tiempo “le ha cambiado la vida”. “Cuando para ti piden cárcel y millones en multas, eso te cambia bastante. Cuando vas a sacar dinero para comprar algo y no puedes porque todo está preventivamente embargado, eso es duro”, explicó.

En estos años también ha aprendido “a creer en la presunción de inocencia”. “Es muy duro que durante un mes no te suene el teléfono. Es muy jodido que vayas por la calle y veas a alguien que conoces que se cambie de acera, o que estés con tu mujer en un restaurante y unos desconocidos pidan cambiarse de sitio porque huele mal, y eso me ha pasado”, ha explicado sobre cómo ha vivido este ostracismo y cómo muchos que se denominaban amigos no lo demostraron. “Aprendes quiénes son tus amigos, que siempre son muchos menos de los que tu creías, y por eso son mucho mas valiosos, y también te llevas sorpresas muy grandes de gentes que no has hecho nada por ellos. Otros, que gran pare de sus éxitos me los deben, bueno esa no es la palabra más adecuada, pero sí que les he ayudado mucho, y se cruzaban de acera”.

González Macho ha recordado como siempre atendió a la prensa, algo que le hizo “recibir más hostias que nadie”, y que “nunca me je corado lo más mínimo”, pero ha querido zanjar el tema diciendo que “lo que pasó fue terrible, fue un ensañamiento como nunca había visto”. También analizó el estado de la industria, y su punto de vista no es muy pesimista. Ha reconocido que si la situación sigue así, “en Marzo apaga y vámonos”, en una clara referencia a un hipotético cierre de los Renoir si la situación no mejora. “No habrá medios para pagar la nómina del mes siguiente. No es por llorar, es que es así. Ahora llamas y te dicen que hay 130 personas en el cine y te alegras, pero es que eso es lo que había en la sala más pequeña el año pasado”, ha dicho con pesar.

Por eso sospecha de la polémica derogación en contra de los monopolios cinematográficos que realizó Trump. “si esto es así, podría ser -ha insistido en el potencial- que haya grupos financieros importantes interesados en que las salas se vayan a hacer puñetas para comprarlas y tener también las salas". Un mercado cambiante, en el que las plataformas han copado el cine y en el que para él hay que haber una apuesta por el mercado fuera de EEUU: "Entiendo que no se puede estrenar una película si está abierto Córdoba y cerrado Sevilla, pero qué impide estrenar una película a nivel mundial si el mercado asiático, que es el más importante del mundo, funciona. Me tiene mosca".

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