La debutante Dea Kulumbegashvili recibe la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián.

La debutante Dea Kulumbegashvili recibe la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Reuters

Cine Palmarés

La debutante Dea Kulumbegashvili arrasa en San Sebastián: Concha de Oro para ‘Beginning’

En la edición más extraña ganó la película que acaparó todas las conversaciones. Cuatro premios que hacen que pase a la historia.

26 septiembre, 2020 21:22
San Sebastián

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Hay películas que rompen un festival a la mitad. Una vez se presentan no se habla de otra cosa. Son esas que dividen al público, que abren debate, que hacen que estemos hablando de ellas horas y horas. En San Sebastián ha ocurrido. La película se llamaba Beginning, y tras su pase el miércoles todo giró en torno a ella. La debutante Dea Kulumbegashvili -de tan sólo 34 años- presentaba, alabada por el sello Cannes 2020 donde presentó sus dos cortes, su ópera prima y comenzó el terremoto. Pasiones exacerbadas, odios desatados… Estábamos ante la película del festival. Y ha sido así para el jurado presidido por Luca Guadagnino, que la ha coronado con la Concha de Oro a la Mejor película.

Pero la sensación de apisonadora que dejó Beginning se confirma con una decisión salomónica, ya que también se ha llevado la Concha de Plata a la Mejor dirección, al Mejor guion y a la mejor actriz. No se recuerda en el Zinemaldia una obra que arrasara de ese modo. Apunten el nombre de esta georgiana. Su obra es una disección sobre la violencia ejercida sobre una testigo de Jehová por la comunidad religiosa, su marido, y un falso policía que abusa de ella. Todo suena dramático en exceso, pero Kulumbegashvili coloca la cámara siempre a una distancia que aleja del exceso. Una Concha de Oro que descubre a una mirada que dará que hablar y que ha entregado imágenes para el recuerdo del festival, gracias a una puesta en escena basada en planos fijos o ligeros paneos, y en la que la amenaza viene de lo que ocurre fuera de cuadro.

La victoria tan apabullante del filme dejó al resto con las migajas. La otra favorita, Another Round, de Thomas Vinterberg, se tuvo que confirmar con el premio ex aequo para sus cuatro protagonistas. Justo. Todos pensaban que sería solo para Mads Mikkelsen, pero extenderlo a sus compañeros es un acto de solidaridad con un filme que merecía más. Todos ellos se lo dedicaron mediante un vídeo a Ida, la hija del director, que falleció a los pocos días de comenzar el rodaje. Una comedia incómoda sobre el alcohol, la tolerancia y falsa moral de la sociedad con su consumo y sobre la crisis de masculinidad y de los 40 de unos amigos de clase media que descubren que todo es mejor (o no) si siempre llevas un par de copitas de más.

Fotograma de Beginning.

Fotograma de Beginning.

El premio especial del jurado, el segundo premio en importancia, cayó para Crock of gold, el documental dirigido por Julian Temple y producida por Johnny Depp sobre Shane McGowan, el líder de The Pogues. Una vida de adicciones, éxito y música y un repaso a la historia de Irlanda de las últimas décadas a través de él. Un galardón para otro de los filmes que más había gustado a la prensa. Por su parte, la mención a la mejor fotografía fue para la japonesa Any crybabies around.

Un palmarés extraño, que se moja con la propuesta del descubrimiento del festival, pero que hace poca justicia al notable nivel de la Sección Oficial a concurso. Hubiera sido valiente un reconocimiento a Courtroom 3H, el documental del español Antonio Méndez Esparza, que pone la cámara y desaparece en una decisión moral para dejar que los casos de un tribunal de menores de EEUU lleguen sin moralina y manipulación al espectador, que debe tomar sus propias conclusiones y que asiste a un ejemplo perfecto del fallo del sistema y del sueño americano.

Concluye así la edición más complicada de la historia del Zinemaldia, que ha apostado por llevar al cine a las salas y demostrar que son un espacio seguro. Lo hizo con contundencia, con unas medidas de seguridad exquisitas y un equipo volcado para ello. El control de accesos, las salidas, los trabajadores que se encargaban de dar gel a todas las personas que acudían a las salas, los acomodadores que no dejaban que nadie se bajara la mascarilla… todos han conseguido que la organización sea sobresaliente. Impoluta. Un éxito para José Luis Rebordinos, que hasta se vio en la tesitura de tener que expulsar al director Eugene Green por no bajarse la mascarilla en cinco ocasiones. Ahora queda pensar en el año siguiente. Aprender de todas las complicaciones y seguir apostando por las salas en su momento más complicado.