En los años 90 un rostro conquistó a todo el mundo. Era el de la modelo Laetitia Casta, que con su sonrisa imperfecta y pizpireta se convirtió en la top model que todos querían. Estaba en todas las pasarelas, en todas las campañas de publicidad y era la mujer más deseada por los anunciantes. Su escalada a la fama del mundo de las modelos comenzó con quince años, y con menos de 20 ya era la más codiciada.

Tanto que hasta el mundo del cine se interesó por ella. En 1999 tuvo un pequeño papel en la superproducción francesa Astérix y Obélix contra el César, y Chris Isaak la convirtió en la protagonista de un videoclip. Pero fue realmente en España donde tuvo su primer protagonista en un proyecto delirante que se estrelló en la taquilla. Se trataba de Gitano, un thriller protagonizado por la modelo junto a Joaquín Cortes -que también debutaba en la gran pantalla- y con un guion del mismísimo Arturo Pérez-Reverte y dirigido por Manuel Palacios. Casta entró por la puerta de atrás en el cine, con un proyecto maldito en el que Pérez-Reverte acabó condenado a pagar 200.000 euros por plagio de otro guion.

Pese a todo fueron los años del boom de Laetitia Casta, que hasta fue elegida como Marianne francesa, el símbolo de la república para el que eligieron su rostro. Desde entonces su presencia mediática fue siendo cada vez menor hasta convertirse en casi una desaparecida en nuestro país.

Laetitia Casta junto a su pareja y director del filme, Louis Garrel. EFE

Sin embargo en Francia no ha parado de trabajar en cine, y ahora es la protagonista de uno de los filmes que compiten por la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián. La película en cuestión se llama El hombre fiel, y está dirigida por su nueva pareja, Louis Garrel, uno de los jóvenes actores y directores más prometedores del país vecino, e hijo del mítico Philippe Garrel.

Garrel se coloca en un triángulo que parece sacado directamente de la Nouvelle Vague (no por casualidad el guion lo escribe el mítico colaborador de Buñuel, Jean Paul Carrier) y se convierte en un joven pavisoso que no es capaz de tomar decisiones, así que son las dos mujeres entre las que se debate las que lo hacen por él. Una de ellas, llamada cómo no Marianne, es una Laetitia Casta que tiene uno de sus mejores y más importantes papeles en cine en 2018.

Para ella su pareja y director del filme, “le ha dado la posibilidad de investigar”, y destaca su “energía” dirigiendo. Ella misma es consciente de que verla interpretando un personaje llamado Marianne en una película con tintes de vanguardia parece un topicazo, pero se ríe de él, y explica que habrá interpretado ya “a 200 Mariannes en mi carrera”.

La actriz en Gitano.

“Antes de esta película hice una obra de teatro basada en Secretos de un matrimonio, de Ingmar Bergman, y el personaje también se llamaba así. Las Mariannes han sido muy importantes en mi vida. Y cuando llegó este papel parecía que era la continuidad del del teatro, que era una mujer sumisa, tradicional y burguesa que evoluciona a través de su divorcio, y aquí es lo misma, una mujer liberada que toma decisiones porque no quiere ser sometida y que encima está con un hombre indeciso que no es capaz de decidir”, explica a EL ESPAÑOL.

La película que ha supuesto su regreso a lo grande coge las formas más afrancesadas y juego a representar esos tópicos desde una visión más moderna. Esos estereotipos fueron algo que al principio echó para atrás a Casta: “Cuando lo leí me pareció que Marianne era un monstruo, y que había que aportar dulzura, que fuera más frágil, no quería hacer el personaje, pero luego Jean Paul Carrier me dijo que la belleza del personaje era su lado misterioso, y entendí que no era un estereotipo, sino que tiene fuerza, fragilidad, y se sale de todos los clichés”.

La actriz cree que su personaje muestra que los hombres siempre se las apañan para no afrontar sus problemas, y que suelen optar por hacer sentir a las mujeres como las malas y ha destacado la libertad de su personaje para tomar decisiones. “Mira, mi madre es una mujer tradicional, y respeto lo que hizo por nosotros, pero como mujer no quiero un hombre así, no quiero ser sumisa, quiero elegir”, ha zanjado.

Las pasarelas hace tiempo que se quedaron atrás, y Casta encontró en el cine algo más que un hobbie con el que explotar su fama, ya que incluso ha dirigido ya un cortometraje que promete con ser el comienzo de su carrera como cineasta.

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