- “Dicen que el Ayuntamiento quería poner ahí unos pisos de alquiler social, pero que ahora van a poner putas”.

“¿Putas?”

- Sí, bueno, prostitutas. Todas estas chicas…

La vecina del Raval señala la hilera de mujeres que, vetidas muy cortas, esperan a su clientela en plena calle. Hay al menos quince. Son las 12 de mediodía y todas se cobijan en la acera donde da la sombra.

Es la calle Robadors, en pleno centro del barrio del Raval. El corazón negro de Barcelona. El mítico barrio chino. Desde el siglo XVIII, el hogar de prostitutas, contrabandistas, pendencieros, traficantes, buscavidas y otras gentes de vida difícil. Desde la Rambla hasta el Paralelo y desde el puerto hasta la universidad. La auténtica Babilonia de la ciudad condal, por su diversidad. Es el primer código postal de Barcelona (08001), el único barrio de la ciudad con forma de diamante, la cuna de los gitanos que inventaron la rumba catalana y el último reducto de la Barcelona tabernera por la que pululaba Carvallo.

El edificio ocupado está en el 43 de la calle Robador de Barcelona DLF

La calle Robadors es casi el centro. Un callejón largo, estrecho y sombrío al final. Robadors es la aldea de irreductibles que se resiste a que el barrio acabe gentrificado e invadido del todo por guiris y hipsters, hospedados todos en coquetos apartamentos vacacionales de Airbnb. La calle Robadors es el emblema del Raval, porque es el lugar en la que las prostitutas han ejercido su trabajo históricamente en la calle.

Ocupación de las CUP

En Robadors hay varios edificios viejos y vacíos. La CUP ha ocupado esta semana el número 43. Quieren ubicar allí a la Putas Indignadas, un colectivo de prostitutas que reivindican la dignidad del oficio y reclaman mejoras en su sector laboral. Los okupas entraron, desplegaron una pancarta (que ya no está) y anunciaron la próxima reconversión del inmueble en mueblé.

Las prostitutas esperan a los clientes a lo largo de los 300 metros de la calle Robadors

La idea es que las chicas sigan captando clientela en la calle, pero que dispongan de un lugar digno donde hacer su trabajo. Ahora tienen que recurrir a habitaciones por horas; a menudo les cobran tanto que les cuesta casi tanto como lo que perciben por servicio. Además, tienen que trabajar en condiciones muchas veces insalubres. El edificio ocupado vendría a solventar esas carencias.

El Ayuntamiento tenía otros planes

¿Cuál es el problema? Que el propietario del edificio es el Ayuntamiento de Barcelona y Ada Colau tenía otros planes para la finca. Su idea era rehabilitarla e instalar siete pisos de protección oficial. Ahora los miembros de las CUP se han hecho fuertes en el lugar y el Ayuntamiento intenta hablar con ellos para llegar a un acuerdo antes de fin de año, que es cuando tienen que empezar las obras de habilitación de los pisos sociales. Mientras, los vecinos se debaten en esta disyuntiva: ¿pisos sociales o edificio para que ejerzan la prostitutas?

La entrada al edificio está flanqueada por una puerta abierta y una verja cerrada. A través de la reja se ven dos chicos con cresta que limpian el interior edificio. Apenas me acerco a preguntarles me cierran la puerta en la cara. De la última ventana del edificio de cinco plantas ya no pende la pancarta que sacaron los okupas para anunciar su entrada. Sí que queda una bandera negra antifascista y otra lila con el símbolo femenino en blanco.

Breve historia de la prostitución en El Raval

Las prostitutas siempre han estado en el barrio desde que es barrio. Aquel “arrabal” extramuros de Barcelona no era más que una zona de campos y huertos donde se construyó un monasterio y un hospital para leprosos. En 1774 se derribó la muralla que separaba el Raval de la ciudad de Barcelona. Con la llegada de la Revolución Industrial se instalaron muchas fábricas textiles, y el Raval se convirtió la zona en la que se alojaron los trabajadores con menor poder adquisitivo. La miseria llama a la miseria y el vicio llama al vicio, por lo que también se establecieron allí traficantes, contrabandistas, ladrones, fugitivos y proxenetas. El Raval era tal vez el lugar de España donde más fácil resultaba comprar drogas como morfina, opio o vitriolo.

El edificio ocupado es el 43 de la calle Robadors DLF

Se instalaron los primeros burdeles, que se multiplicaron en el siglo XIX. El que dice burdeles dice prostitutas que ejercen en la calle, que es una estampa típica y sigue perviviendo. Y lo siguen haciendo de día, como es tradición: cuando las prostitutas llegaron al barrio, la policía sólo les dejaba estar en la calle hasta las doce de la noche. A partir de esa hora eran detenidas y trasladadas a calabozos.

La proximidad de la zona con el puerto hacía que los marineros acudiesen al barrio buscando compañía femenina durante sus fugaces escalas en Barcelona. El marginal Raval se acabó convirtiendo en el epicentro de la prostitución de Barcelona. En el siglo XIX, las calles eran un auténtico mercado de la carne en los que incluso se celebraban tómbolas regalando coitos: se organizaban rifas a 50 pesetas y el que ganase tenía derecho a elegir mujer y fornicar gratis, según cuenta Paco Villar en su libro “Historia y leyenda del barrio chino”.

En casi cada edificio había una taberna y una casa de lenonicio. El prostíbulo Can Manquet era el más barato de la zona, por lo que se formaban unas colas interminables de clientes que daban la vuelta al barrio. Entre sábado y domingo desfilaban por el lupanar entre 4 y 5 mil hombres que le dejaban al dueño más de 7 mil pesetas de beneficio. Mientras, las mujeres eran obligadas a realizar aquellas maratonianas jornadas laborales en condiciones infrahumanas. Vivían en régimen de esclavitud. En el año 1900, tres prostitutas murieron al arrojarse del balcón del 14 de la calle Est, intentando escapar del burdel en el que estaban recluidas.

La proliferación de meretrices en la zona también provocó que se instalasen allí las primeras clínicas de Barcelona especializadas en enfermedades venéreas. Ahora, lo que proliferan son las tiendas de telefonía, de informática, los locutorios y los bazares regentados por indios y pakistaníes. Pero las prostitutas siguen allí, captando clientes a la intemperie y buscándose un lugar donde trabajar.

Segundo edificio ocupado

“Hace tiempo ya estuvimos en un piso de esta misma calle”, recuerda Micaela, una brasileña que dice llevar 20 años ejerciendo en las calles de Barcelona. El edificio al que se refiere era el número 23 y tenía la misma quieren las CUP para el 43: que las prostitutas puedan realizar allí su trabajo en condiciones mas dignas y menos abusivas. Aquel edificio también se ocupó ilegalmente. Al final fueron desalojadas y volvieron a la calle.

Algunas mujeres esperan a sus clientes sentadas en los escalones de los locales de la calle DLF

Junto a las prostitutas hay dos chicas que trabajan en el Servicio de Atención Sociosanitaria del Ayuntamiento de Barcelona. Las visitan cada día, les proporcionan preservativos, se preocupan por sus necesidades y las remiten a la oficina consistorial ante cualquier requisito mayor. Ninguna de las dos chicas se pronuncia sobre este conflicto. ¿Qué habría que hacer con el edificio? ¿Dárselo a las prostitutas cono pretende CUP o construir viviendas sociales como quiere el Ayuntamiento? Ellas no se pronuncian. Trabajan para el Ayuntamiento pero lo hacen con prostitutas. Entienden ambas posturas y prefieren no mojarse.

“En algún sitio tendrán que trabajar”, es lo único que acietan a declarar. Y tienen razón. Porque más allá de que necesiten un espacio en el que ejercer, el Raval puede llegar a ser un lugar peligroso. En 2016, tres prostitutas fueron agredidas de gravedad con cuchillos, palos y jeringuillas. “Sí que es peligroso. Más ahora, que han cerrado una 'casa de yonkis' en el barrio y están todos sueltos”, confiesa una prostituta latina. Por 'casa de yonkis' se refiere aun piso ocupado que funcionaba como narcosala clandestina. Allí iban los toxicómanos a drogarse. El desalojo del inmueble ha provocado que haya un repunte de drogadictos por la calle.

Los Mossos reducen a un toxicómano que estaba molestando a prostitutas y vecinos DLF

Uno de ellos, en evidente estado de embriaguez, empieza a increpar a una mujer porque ella no quiere hacerle un servicio. La mujer insiste en que no es prostituta, pero el drogadicto no atiende a razones. La insulta a ella y a otra chica que sí es prostituta, escupe a una vecina que se llama Olga y se abalanza contra el grupo de personas en el que estoy hablando. Los Mossos acaban reduciéndolo. A los 10 minutos lo dejan libre. “Este volverá esta tarde y nos la liará. Es peligroso trabajar aquí”, se lamenta Alina, una prostituta rumana que lleva un año haciendo la calle en Barcelona.

Los vecinos no lo tienen claro

Olga, la vecina a la que ha escupido el toxicómano, se anima y entra en el debate. Le parece bien que haya soluciones para las prostitutas, “pero también para los que no somos de ninguna minoría. Que yo no soy prostituta pero soy del barrio de toda la vida y me van a desahuciar. Está bien que ayuden, pero primero los del barrio”.

Entre los vecinos hay opiniones de todo tipo, pero casi todos coinciden en que la situación del barrio se está volviendo insostenible. En los balcones hay pancartas que piden un barrio digno y carteles de “Se vende por incivismo”. El menudeo de drogas en la zona es habitual y las peleas también. "Ayer, un pakistaní le entró gritando a una prostituta, vinieron unos chicos de Rumanía y le rompieron la nariz", recuerda un sij indio que regenta una tienda de telefonía. 

A los problemas tradicionales de delincuencia del barrio se les han unido las hordas de turistas 'low cost' que proliferan en Barcelona. Y si 'low cost' son los turistas, también lo son las prostitutas de la zona, que por condiciones de trabajo y ubicación no cuentan con una clientela de alto nivel adquisitivo. Y el tipo de clientela con el que se ven obligadas a trabajar es a menudo peligroso, Algunas creen que tener un edificio donde ejercer podría ayudarlas, pero ninguna quiere hablar demasiado. En el barrio chino es mejor ver, oir y callar, que a los chivatos no se les quiere.

Carteles de venta por incivismo y exigiendo un barrio digno son habituales en el Raval DLF

Las CUP darán hoy, a mediodía, una rueda de prensa en la puerta del edificio para explicar los pormenores de la ocupación y del proyecto de reconversión del inmueble. Desde el Ayuntamiento recuerdan que las obras de rehabilitación para hacer pisos sociales se licitaron en verano, se adjudicarán en noviembre y se empezarán las obras antes de 2018. Buscan una salida negociada, pero si no llega, el gobierno de Ada Colau tendrá que, paradójicamente, denunciar la ocupación.

Entretanto, las prostitutas siguen allí, captando clientes a la sombra de Robadors, como hacen desde hace casi tres siglos. Y allí seguirán mientras el Raval sea Raval.  

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