La reunión secreta tuvo lugar en dependencias del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El entonces jefe de los espías españoles, Alberto Saiz Cortés, se había comprometido con Juan Carlos I a escuchar a la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein. La aristócrata llegó acompañada de un abogado inglés. Pedían ayuda para la celebración de un congreso relacionado con el fraude en las grandes empresas. La conversación se prolongó durante largo tiempo. En realidad, el director del CNI examinaba las intenciones de aquella mujer. Saiz, cumplidor, trasladó al monarca su particular evaluación: “Le alertó de que Corinna era una relación peligrosa”.

Portada del libro de Fernando Rueda.

El investigador Fernando Rueda vuelve a la primera línea de fuego. En sus manos están algunos de los secretos mejor ocultos en torno a La Casa, tal y como los propios agentes del CNI llaman a la institución. De ahí el nombre de su libro, La Casa II, segunda parte de la obra homónima que publicó en 1992. En esta ocasión, Rueda revela los tejemanejes en torno al episodio que sacudió la Zarzuela y que hizo tambalear a la Corona: la irrupción de Corinna zu Sayn-Wittgenstein en la vida de Juan Carlos I.

“El rey Juan Carlos conoció en el año 2004 a la princesa Corinna —título que usaba gracias a su segundo marido, del que se había divorciado— y en 2005 comenzaron a relacionarse más intensamente”, apunta el investigador en el libro, editado por Roca Editorial y que esta semana sale a la venta. Según desgrana, Corinna encontró en el rey el apoyo necesario para empezar a codearse con altas autoridades y figuras, tanto españolas como extranjeras, y así a promocionar sus planes de negocio.

De más largo venía la amistad entre el rey Juan Carlos y Alberto Saiz: “Una de las personas que acudía a veces a cazar con el rey, que ya lo había hecho antes cuando todavía trabajaba en Castilla-La Mancha, era Alberto Saiz. El jefe del espionaje estableció una productiva relación con el monarca, al que atendía puntualmente en todas sus necesidades informativas”.

Alberto Saiz llegó al CNI en 2004 de la mano de José Bono y abandonó la agencia en 2009. EFE

Saiz había sido uno de los hombres de confianza del socialista José Bono en los últimos años de su Gobierno en Castilla-La Mancha. Cuando Bono asumió la cartera de Defensa en abril de 2004, Saiz se hizo cargo de la jefatura del CNI; una etapa en la que fue testigo del nacimiento de la relación entre Juan Carlos y la princesa.

Así fue la reunión

Corinna tenía intención de montar el congreso empresarial ya citado. Y es en este punto en el que se produjo la reunión entre la princesa y el director del CNI. “Con la diplomacia que muestran los directores de La Casa, le dio buenas palabras y posteriormente procedió a bloquear la iniciativa”. Según apunta el investigador Fernando Rueda, el jefe de los espías “se dio cuenta de que lo que había detrás de la propuesta no era trigo limpio”.

El libro prosigue con el desenlace de esa reunión: “Leal al rey, como es imprescindible en el cargo que ocupaba, Saiz se reunió con él en el Palacio de la Zarzuela. Le contó lo que le parecía el proyecto y le alertó de que Corinna era una relación peligrosa”.

Corinna zu Sayn-Wittgenstein con el Rey Juan Carlos I, la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.

A la aristócrata no le debió de sentar demasiado bien el informe que el jefe del CNI trasladó a Juan Carlos I : “Unos meses después Saiz acudió a una cacería en la que estaban presentes el rey y Corinna. En cuanto lo vio, la princesa se le encaró para recriminarle que había sido culpa suya que el congreso que deseaba montar no hubiera salido adelante. La gran bronca entre los dos fue escuchada por algunos de los asistentes”.

Quizá ese episodio truncó una relación entre Corinna y el CNI que Fernando Rueda deja entrever en su libro: "La condesa de Romanones, Aline Griffith, «la espía vestida de rojo», trabajó para el servicio secreto estadounidense en España durante la Segunda Guerra Mundial. [...] Con sus ademanes eternamente elegantes, explicó un día que «el papel de las mujeres en el mundo del espionaje ha sido muy importante y Corinna habría sido una buena espía»".

El CNI, entre Corinna y Bárbara Rey

Existen similitudes entre los problemas que los espías españoles encontraron para lidiar con dos relaciones que sacudieron la Casa Real: las de Juan Carlos I con la actriz Bárbara Rey, primero, y con Corinna, después. A continuación reproducimos un extracto de La Casa II:

“Don Juan Carlos no era el mismo en los años 80, cuando conoció a la actriz, que a principios del siglo XXI, cuando intimó con la aristócrata. En el primer caso era un rey joven que se enganchó más de la cuenta con una actriz despampanante, pero cuando llegó el momento de distanciarse, lo hizo. Por el contrario, con Corinna se enganchó hasta el punto de que perjudicó su reinado”.

¿Por qué perjudicó a la Corona? Porque Corinna propició que la institución real se tambalease: cuando Juan Carlos I perdió el equilibrio en Botsuana, en plena cacería de elefantes de 2012, la imagen de la monarquía quedó gravemente dañada, al borde del abismo.

Al CNI no le quedó más remedio que tomar cartas en el asunto.

Felix Sanz Roldan y Alberto Saiz en la toma de posesión del Jefe de la Guardia Civil en 2006. EFE

Por entonces, y desde 2009, la casa de los espías estaba gobernada por el general Félix Sanz Roldán, quien tomó el relevo de Alberto Saiz en el cargo: “Sanz sabía de la participación de la princesa en diversos negocios internacionales, en los que había cobrado de las empresas españolas interesadas. Sabía que el rey había sido quien la había invitado a participar en ellos. Pero Sanz decidió romper esos vínculos y amenazar con cercenar sus posibilidades de volver a realizar otros negocios similares si no se distanciaba de España y del monarca. Lo consiguió”.

El fin de la relación

Fernando Rueda también revela en el libro cómo se revolvió Corinna para intentar presionar al CNI: al igual que Bárbara Rey -aunque con menos fuerza que la actriz- la princesa quiso obtener mayores beneficios de su ruptura con el monarca: “Corinna se vio fuera de España, alejada del rey, cortocircuitadas sus relaciones profesionales y tratada como una apestada. Ella, que había sido el apoyo del monarca en sus peores momentos, pidió más y para presionar concedió una entrevista a El Mundo hablando de la relación que habían mantenido. También informó de que disponía de papeles comprometedores que podría utilizar”.

Tras un tira y afloja, la princesa finalmente puso punto y final a su relación con Juan Carlos I: “Corinna decidió emprender una nueva vida, ayudada por el trabajo que le ofreció Alberto de Mónaco —amigo del rey— para desarrollar negocios en el Principado”, concluye el investigador.

Corinna zu Sayn-Wittgenstein.