José Satorres 'Josepet' se marchó de su pueblo, Fraga (Huesca), con 18 años. Se fue a hacer la mili a Madrid. Y en Madrid se lo pasó tan bien, pero tan bien, que se reenganchó al ejército tres veces. Tres y porque no le dejaron más. Todo por la fiesta. Quería seguir disfrutando de la vida nocturna de la capital, con sus bares, sus casinos y sus cabarets. En 1870, siete años después, los militares le dijeron “Hasta aquí llegó la fiesta, Josepet”, y no le dejaron alistarse más. Cuando volvió a su pueblo le dijo a su padre que no, que él no pensaba ponerse a trabajar en el campo. Que él lo que quería era montar un bar para que los paisanos bailasen y se lo pasasen bien.

Abrió una tasca a la que llamó Café Josepet y se convirtió en el bar más popular del pueblo. De ahí a pasó a ser un café-teatro. Después una sala de fiestas. Luego montaron una discoteca, más tarde un after y ahora Elrow: uno de los fenómenos del ocio nocturno más populares y rentables del mundo.

La fiesta Sambódromo de Brasil que celebra Elrow

Elrow organiza fiestas por todo el planeta y en Ibiza ya ha colgado el “no hay billetes”. Contratan Elrow en los festivales de música más importantes, como Glastonbury. La revista Billboard sitúa a Elrow como el 11º mejor club de dance de la historia. Tiene oficinas en Shanghai y ahora abren en Argentina. Espera congregar a 30.000 personas en Londres la semana que viene. Y económicamente es un filón. Elrow facturó 11 millones de euros en 2016 y facturará 17 este año.

Pero… ¿qué es exactamente Elrow, la última evolución de aquella cafetería de Fraga que montó el Josepet en el siglo XIX?

¿Discoteca, fiesta o espectáculo?

El nombre Elrow está compuesto por Row, que es fila o hilera en inglés y el artículo el, que busca españolizar el nombre. Ahora mismo es una de las marcas españolas más conocidas en el panorama internacional de la fiesta, siguiendo el camino de Pachá. Pero definir Elrow no es sencillo. ¿Es una discoteca?, ¿es una fiesta?, ¿es un espectáculo?

En realidad es todo junto. Elrow es un evento que combina música electrónica, performances de actores, equilibristas y zancudos, decoraciones extravagantes, interacción con el público y confeti. Mucho confeti. Tan importante es el confeti que, según cuentan en Vice, antes de una fiesta en Londres, los organizadores mandaron deshechar todo el que habían comprado los británicos y traer uno especialmente de España.

Elrow es una fiesta de 8 horas. Participan 100 actores y otras 50 personas trabajan en la sombra para que todo salga bien. A todos los elementos ya citados se le incorporan las efemérides. Por ejemplo: cuando se celebra la Virgen del Rocío, Elrow organiza la fiesta “Elrowcío” y se incluyen elementos folclóricos españoles a la fiesta. Cuando es Carnaval, se monta un sambódromo con batucada. Y así hasta 12 shows diferentes que ya han paseado por 25 países. Porque Elrow no tiene domicilio fijo. No hay una sala que se llame así. Es un concepto más etéreo. Son los promotores de una discoteca o festival en concreto los que contratan Elrow para que se celebre en su propiedad.

Josepet, el pionero

La historia de Elrow arrancó con José Satorres 'Josepet', aquel pionero que quiso emular la noche de Madrid en Los Monegros y que se paseaba en chaqueta y corbata por Fraga entre los burros de los labradores. La popularidad de su bar fue tal, que él mismo fletaba un autobús para que viniese gente desde Lérida a verlo. Josepet hacía esas cosas y también otras peores, como perder todas sus tierras y las de su mujer en una partida de cartas. Luego las recuperó por el mismo método.

José Satorres, de pie, fue el pionero de la familia en abrir un bar

A José se le murió un hijo en 1928, cerró el bar y falleció al año siguiente. Su nieta María y su marido Antonio Durán reabrieron el café en 1930, esta vez con el nombre de Bar Victoria. También abrieron un cine, el Cine Victoria, porque justo al otro lado del río Cinca había unos catalanes que tenían uno y se estaban forrando con ese negocio. Eran Juan Arnau y y Francisca Ibar, una pareja que huyó de Aitona (Lérida) porque sus familias, republicanos los Arnau y monárquicos los Ibarz, desaprobaban el matrimonio por razones políticas. Pero venció el amor. La pareja clandestina se fugó a Fraga, abrió un cine y lo bautizaron como Florida, porque un amigo suyo tenía un bar que se llamaba California y le fue muy bien, a ver por qué a ellos no les iba a funcionar con otro estado americano. Y, en efecto, les fue muy bien.

Como Isabel y Fernando

La rivalidad entre el Café-Teatro Victoria (antiguo Josepet) y el Café y Cine Florida acabó en 1952 cuando ambas familias se unieron. Como los Reyes Católicos con España, el matrimonio entre la única hija de Durán y el primogénito de los Arnau fusionó ambos negocios. Para entonces, el Cine Florida ya se había convertido en una sala de fiestas que traía a artistas de renombre al pueblo. Xavier Cugat, por ejemplo, fue contratado para actuar allí, pero el propietario Juan Arnau se murió el día de antes, fulminado por un ataque al corazón.

En el Teatro Florida contrataban a figuras mundiales de la canción, como Antonio Machín

Aquella sala de fiestas pasó a ser, con los años, la discoteca Florida 135. Lo del número 135 vino porque querían imitar la estética de la calle 135 del Bronx de Nueva York. Para ello hicieron venir a grafiteros americanos a decorarla. Ambientaron la sala como si fuese una pequeña ciudad, con sus calles, su cine y sus restaurantes. Esa discoteca sigue abierta, este año cumple su 75 aniversario y es de las salas con más solera de España. Florida 135 ha sido referente del ocio nocturno español en diferentes etapas. De hecho, es la única sala aragonesa que podría relacionarse, aunque fuese de forma tangencial, con de movimientos tan alejados geográficamente como la Ruta del Bakalao de Valencia o la Makina de Cataluña. A ambas corrientes sobrevivió.

Una fiesta en el desierto

En 1993, tal vez para homenajear las locuras del abuelo Josepet, los Arnau (el apellido Satorres se perdió por el camino) montaron una fiesta clandestina en mitad del desierto de los Monegros. Lo hicieron en el mismo terreno que perdió José Satorres en una partida de cartas un siglo atrás. Ese fue el embrión del Monegros Festival, un evento de música electrónica que se se celebra cada año y que sigue organizando la familia.

En 1993, la familia Arnau montó una fiesta clandestina en el desierto. Ahora es un festival multitudinario.

Elrow como tal nace en 2001 en Barcelona. O al menos su antecedente mas directo. La familia Arnau arrancó una sesión after con el nombre de Row y la ubicó en una discoteca de la calle Rosellón. Se incorporaba de este modo el concepto de celebrar sesiones puntuales de música electrónica en una discoteca en concreto, sin que fuese necesariamente de su propiedad. Fue allí en el Row de Barcelona donde empezó a gestarse la idea de incorporar perfomance a las sesiones ya de por sí locas de un after.

De fiesta en la granja del futbolista

En 2008, dado el éxito de la propuesta, se mudaron a un local propio más espacioso. Concretamente a una especie de granja en Viladecans, cerca del aeropuerto, donde el exfutbolista del Barça y del Real Madrid Chus Pereda tuvo un restaurante llamado La Panocha. La salida de la ciudad a las afueras también se dio porque cada vez llegaba más gente al Row. La remodelación del local fue tan profunda que casi supone la bancarrota de la familia. Finalmente abrieron con el nombre de Row 14 y la apuesta salió bien.

Es en 2010 cuando nace cambia el modelo de forma definitiva. Se impone el concepto de fiestas ambulantes y salen del local para montar las primeras fiestas en el extranjero. Francia e Italia fueron los primeros países en albergarlas. Y ya que se había hecho internacional, los Arnau decidieron incorporar el artículo el para españolizar el nombre. Acababa de nacer Elrow.

Luces y sombras

Y con estas hemos llegado a este año, cuando Elrow ha celebrado 140 fiestas y apunta a récord de asistencia y facturación. El negocio está en plena expansión, han abierto una oficina en Shanghai porque les interesa introducirse en el mercado asiático y China es una buena base. Para el año que viene pretenden establecerse en países como Argentina o Chile. El desembarco en Sudamérica tendrá lugar a principios del año que viene, coincidiendo con el verano austral.

La fiesta Elrow dedicada al Far West es una de las más populares de cuantas celebra esta marca

Pero Elrow también ha estado en el foco estos últimos meses por otras cuestiones. En concreto, por diversos hechos luctuosos. El primero fue el fallecimiento por infarto del DJ Sam Alger en las inmediaciones de Elrow en Castelldefels, en verano del año pasado. El segundo tuvo lugar en enero de este año, en una discoteca de Playa del Carmen (México), donde Elrow estaba celebrando un festival. Un tiroteo entre dos bandas acabó con la vida de 5 personas.

El último tuvo lugar el pasado 16 de julio, cuando un joven británico murió de sobredosis durante la fiesta Elrow de Vilaseca (Tarragona). Otra joven estuvo a punto de perder la vida esa noche por el mismo motivo. Un tercero empezó a correr de la policía, saltó la valla de la autovía, fue atropellado y resultó herido grave.

Desde la empresa señalan que los tres sucesos se produjeron al margen de la fiesta: “En el caso de México se trató de una disputa entre bandas rivales, no tenemos nada que ver" cuentan. También se desmarcan del caso de la muerte del DJ Sam Alger, porque él no estaba contratado por la empresa. Había venido a Elrow de fiesta, a título personal, y se lo encontraron muerto a dos kilómetros del recinto. Respecto al fallecimiento por sobredosis del otro día, desde Elrow subrayan que "gracias a los equipos de reanimación de los que disponemos, pudimos atender a ese chico hasta que llegase la ambulancia y salvar la vida de otra chica con un problema similar".

A ritmo de récord

Sea como sea, la fiesta sigue. Y más este año que se van a batir varios récords. El primero el de facturación si se alcanzan, como está previsto, los 17 millones de euros. El segundo de asistencia: la próxima semana celebran un festival en Londres para el que ya se han vendido 30.000 entradas. Hasta ahora, el récord lo tenía Elrow Zaragoza con 20.000.

Los disfraces y los actores son parte esencial del espectáculo

Pero sobre todo, el récord que más prestigio les confiere es el de colgar el “no hay billetes” en la mitad de sus sesiones en Ibiza, que es la plaza grande de Europa en materia de música electrónica. En Ibiza llevan 5 años y empezaron en la discoteca Space. Como se les quedó pequeña, decidieron instalarse en Privilege, que es la discoteca más grande del mundo. Ahora, por primera vez, celebrarán en Amnesia, la sala que fundó el filósofo Antonio Escohotado y que es la más antigua de la isla.

Triunfar en Ibiza es importante porque se pelea contra conceptos parecidos a Elrow: eventos itinerantes que se mueven de discoteca en discoteca, que también suman performance a sus sesiones y que están muy consolidadas en la isla. Fiestas como Manumission, Supermarxé, Cocoon o Cream, todas de grupos extranjeros, han sido sus rivales todos estos años. En 2017, la española Elrow es la que está obteniendo mejores datos de asistencia. ¿El secreto? Dicen en la empresa que la interacción con la gente. Que es un espectáculo inmersivo. Uno no va a Elrow a escuchar música, sino a disfrazarse, a participar en un show con los actores, a montarse en colchonetas, y a ser sepultado por confetis. Ese lugar de fiesta perpetua del que el Josepet no hubiese querido marcharse jamás.

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