Sólo el 1% de los españoles elegiría a su suegra como acompañante para irse de vacaciones. Este dato se recoge en un estudio realizado hace unos meses por una conocida agencia de viajes sobre los gustos nacionales a la hora de irse a descansar.

La reina Letizia estaría entre el 99% contrario. Aunque a ella no le queda más remedio, ya que su suegra, la reina Sofía, se encuentra en el Palacio de Marivent esperando con los brazos abiertos a que los Reyes aterricen en Palma el próximo viernes 28 de julio.

Todas las relaciones nuera-suegra son especiales, pero si ambas comparten un título como el de Reina, la cosa es un poco más complicada. A esto hay que sumar la tan distinta procedencia y educación de estas dos mujeres: mientras que doña Sofía ha sido educada para ser Reina desde la cuna, Letizia ha tenido que aprender el oficio a marchas forzadas.

Doña Letizia y doña Sofía en la entrega de los Premios Nacionales del Deporte en noviembre de 2015. Gtres

“Somos completamente opuestas”, comentaba doña Sofía en la entrega de los Premios de Discapacidad en abril de 2015, “pero los polos opuestos se atraen”, concluía. “Ella es igual que mi marido”, le replicaba Letizia. “Yo soy muy distinta. Somos dos Españas completamente diferentes. Dos formas distintas de hacer bien las cosas. No sólo hay una manera”, matizaba la actual Reina en el mismo corrillo con los invitados a los galardones.

Así es como se ven la una a la otra. No ocultan que ambas piensan que tienen poco o nada que ver. ¿Qué es, pues, lo que ha ocurrido en estos trece años de relación para pasar de la frase de Letizia el día de su pedida de mano, “el impagable ejemplo de la reina Sofía” a “somos dos Españas completamente diferentes?" 

Cinco explicaciones para entender el cambio de opiniones.

1.Los celos de doña Sofía con su consuegra

A pesar de ser vecinas y de que doña Sofía vive en Zarzuela a medio kilómetro del Pabellón del Príncipe, residencia de los Reyes, cuando Felipe VI y su mujer viajan fuera de Madrid, llaman a la madre de Letizia, Paloma Rocasolano, para que se quede con la Princesa de Asturias y la infanta Sofía. Aunque puede sonar raro, ya que los Reyes tienen servicio para cuidar perfectamente de las niñas, que además ya tienen 11 y 10 años respectivamente, Letizia prefiere que sea madre la que se quede al cargo. 

La infanta Sofía en su primera comunión, celebrada el 17 de mayo de este año. En la imagen aparece con su abuela por parte materna, Paloma Rocasolano (centro), y su hermana, la princesa Leonor (derecha). Gtres

Esto ha supuesto siempre un problema para la madre del Rey, que en marzo del año pasado en una reunión familiar en Grecia, se quejaba de que casi no veía a sus nietas. “Casi no me dejan verlas. Sin embargo, la madre de Letizia se pasa allí el día,” contaba la esposa de don Juan Carlos bastante afectada. Y es que doña Sofía es, como casi todas las abuelas, una mujer a la que le gustaría pasar más tiempo con sus nietos, lo que a veces irrita a la actual Reina. 

Un ejemplo claro de esto ocurrió en Zarzuela hace dos años. Doña Sofía le pidió a uno de los mozos de las cuadras del palacio que cuando Leonor y Sofía fueran a montar a caballo le avisaran para ir a verlas. Al enterarse Letizia, amenazó al mozo con prescindir de sus servicios si alguien llegaba a hacerlo. Resolvió la situación de esta manera concluyente. Aducía que quería que las niñas disfrutaran de la hípica tranquilas.

2.El caso Nóos y Cristina

Esta es de unas cuestiones que más distancia puso entre las dos reinas. Letizia se posiciona al lado de su marido, Felipe VI, y no quiere tener ningún tipo de relación con la infanta Cristina y su marido. Pero doña Sofía, que es madre y abuela además de Reina, le pidió a su hijo que le devolviera sus funciones institucionales a la ex duquesa de Palma tras quedar esta absuelta con la sentencia del tribunal de Baleares. El Rey se negó.

Además, a pesar de los consejos de su hijo, doña Sofía ha seguido viajando, en la actualidad y durante los años que ha tenido lugar el proceso del caso Nóos, a ver a la infanta Cristina cada cumpleaños de sus cuatro nietos, Juan, Pablo, Miguel e Irene, primero a Washington y después a Ginebra. Cuestión que a Letizia le resulta imperdonable al entender que doña Sofía, además de Reina emérita, es madre del Rey y, por la responsabilidad institucional, debe primar el interés de Felipe VI sobre el de la infanta Cristina.

Doña Letizia y la infanta Cristina en la boda de Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik en agosto de 2010. Gtres

Pero la gota que colmó el vaso tuvo lugar hace casi cinco años. El 26 de noviembre de 2012, la infanta Cristina acompañada de Iñaki Urdangarín acudió al madrileño hospital San José para visitar a don Juan Carlos, recién operado de la cadera. Unos minutos más tarde hicieron su aparición los todavía Príncipes de Asturias acompañados por sus hijas. Letizia no ha perdonado todavía que nadie les avisara de la visita de los Urdangarin y tener que compartir con ellos, al menos, la sala de espera durante varios minutos. Al parecer, el encuentro fue tenso y la Reina y su cuñada no se cruzaron ni la mirada.

3.Las bolitas de anís de la abuela

Una de las cosas que más cuida Letizia en su papel de madre es la alimentación de sus dos hijas. La Princesa de Asturias y la infanta Sofía siguen una dieta sana y natural, completa en todos los sentidos, pero que su madre vigila con mucho cuidado. La reina Sofía no comparte este criterio, y aunque sí está de acuerdo en que las niñas tienen que comer sano, también piensa que con diez y once años tienen que disfrutar, de vez en cuando, de algún capricho. La madre de Felipe VI siempre lleva unos caramelos de anís en el bolso -las típicas bolitas blancas de toda la vida- y en cuanto la Reina se daba la vuelta, las repartía entre sus dos nietas. 

La reina Sofía junto a sus nietas durante la comunión de la Princesa de Asturias en mayo de 2015. Gtres

Ahora que Leonor y Sofía son más mayores, simplemente no las aceptan, pero de pequeñas les encantaban.

Fue muy comentada en Palma de Mallorca, en agosto de 2010 la anécdota de las ensaimadas. Estaban los Reyes con sus hijas y doña Sofía en el Club Náutico, donde acababa de terminar una de las jornadas de competición de la Copa del Rey de Vela. En las mesas del bar había unas bandejas con las típicas ensaimadas mallorquinas. La Princesa de Asturias y su hermana no paraban de mirarlas, sabiendo que a Letizia no le iba a hacer ninguna gracia si se comían una (la Reina no da a sus hijas ningún tipo de bollo). Entonces doña Sofía le dio una a cada nieta y les dijo: “Comerlas fuera, que no se entere vuestra madre”.

 4.Apoyo a Marichalar

Cuando en 2007 se anunció el ‘cese temporal’ de la convivencia entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar, los Borbón se volcaron por completo en la duquesa de Lugo. Todos menos Letizia. La entonces todavía Princesa de Asturias se puso del lado de Jaime de Marichalar, con el que sigue manteniendo una buena amistad. Esto provocó un gran distanciamiento con su cuñada y también con su suegra, que tiene un concepto muy arraigado de la familia y no llegó a comprender la posición tomada por su nuera. A don Juan Carlos tampoco debió de gustarle la postura de Letizia, porque el actual Rey emérito nunca ocultó su falta de simpatía por Marichalar; algo parecido le ha sucedido con su nuera.

Doña Letizia durante el entierro de su hermana Erika Ortiz en 2007. En la foto recibe el pésame de Jaime de Marichalar. Gtres

5.Poca sintonía con los griegos

Si Letizia no siente ninguna afinidad con la familia de don Juan Carlos, los Zurita y los Gómez-Acebo, menos relación tiene aún con los parientes de doña Sofía. Mientras que el Felipe VI sigue acudiendo, en muchas menos ocasiones que antes de estar casado con Letizia, a algún evento familiar, la actual Reina prefiere no aparecer más que lo justo y necesario. 

Así lo demostró en la celebración del cincuenta aniversario de la muerte del rey Pablo, padre de doña Sofía. Los hijos y los nietos de Pablo I se reunieron en el palacio de Tatoi, en Atenas, donde el exmonarca heleno está enterrado junto a su esposa, la reina Federica. Tras la ceremonia religiosa se celebró un almuerzo para toda la familia. Felipe y Letizia regresaron a España sin comer, lo que molestó profundamente a doña Sofía. 

Felipe VI y Letizia en un homenaje a Pablo I en el 50 aniversario de su muerte, en Atenas (2014). Gtres

La última prueba de que la relación de Letizia con la familia de su suegra es prácticamente nula ocurrió hace unas semanas. Cuando el pasado 1 de julio Pablo de Grecia, hijo de Constantino, el hermano de doña Sofía, celebró en Londres una fiesta para celebrar su 50 cumpleaños, y el Rey acudió solo, sin la compañía de su esposa, que prefirió quedarse en Madrid.

Parece claro que ambas mujeres han aprendido a respetarse y a tratarse con cordialidad después de trece años de relación. El lazo que les une, el rey Felipe VI, es más fuerte que cualquier piedra que se ponga en el camino. Además, el respeto hacia la institución de la Corona y su sentido de servicio hacia España hacen que doña Sofía tenga una paciencia infinita con los desplantes y feos que le hace su nuera. Mientras que Letizia solo busca que respeten su espacio y sus decisiones, ahora ella es la Reina y las cosas deben hacerse a su manera, guste a quien guste y a quien no guste. 

El rey Felipe VI e Iñaki Urdangarín coincidieron en Adlestrop (Reino Unido), en la fiesta de Pablo de Grecia.

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