Cayetana Guillén Cuervo (Madrid, 1969) tiene un nombre que en este país no se puede tener sin complicaciones. Desde que te observen con lupa de pequeñita hasta que te inventen de mayor amoríos surrealistas cuya mera mención le pone frenética. La hija de Fernando Guillén y Gemma Cuervo y expareja de José Luis Garci (de todos estos no tiene problema en hablar) es hoy una mujer felizmente casada con Omar Ayyashi, su fotógrafo de cabecera y padre de su hijo, y para sacar adelante a su familia se desloma como cualquier curranta obligada por la crisis a hacer más horas de las que caben en el reloj. Aquí no hay más estrellas que la del lucero del alba y todo lo demás se consigue con trabajo, trabajo y trabajo.

Sí, ha costado muchos meses hacer posible esta entrevista, muchos, muchos, por lo liada que estoy. Voy literalmente de cabeza con El Ministerio del Tiempo, con Versión española y con todo lo demás. Mi día, un día normal en mi vida, empieza a las 7.30 de la mañana, cuando me levanto para preparar el uniforme del cole para mi hijo Leo, que estos días cumple once añitos. Le llevamos al colegio su padre, Omar, o yo, más a menudo Omar porque yo muchas veces tengo que salir pitando a grabar mis programas o la serie. En fin, que es desayunar los tres juntos, y a correr.

Es verdad que últimamente parece que me paso la vida metida en platós de grabación. Aunque nunca he renunciado al cine ni al teatro. Estoy muy contenta, por ejemplo, de haber coproducido Hedda Gabler con el María Guerrero, o de haber hecho El malentendido. Trabajo mucho porque hay que trabajar mucho y estoy abierta a todo porque hay que estarlo, pero sin por eso bajar el listón. Procuro que todas las versiones de mi oficio sean satisfactorias, estar siempre en proyectos que merezcan la pena.

¿Que si yo no me he enterado de la crisis? Por supuesto que me he enterado, vaya si me he enterado. A mí me va bien en el sentido de que tengo mucho trabajo, me salen muchas cosas, pero como tantos otros me tengo que multiplicar para llegar a todo, para estar igual de bien que hace diez o quince años hay que hacer más, mucho más. Y diversificar todo, diversificarte tú y diversificar tus opciones. No te puedes permitir el lujo de quedarte parada o estancada ni de jugártelo todo a una sola carta.

Foto: Omar Ayyashi

La vida te enseña a guardarte ases en la manga y a andar con mucho más cuidado. Por ejemplo, digan lo que digan yo veo la gala de los Goya mucho menos politizada que antes. La gente se ha cansado también de eso. Y es normal que se canse la gente, y que nos cansemos nosotros, porque yo ahora le digo a usted cualquier cosa, cualquier opinión política que a lo mejor la digo muy de pasada, pero usted va y me la destaca y al final da la impresión de que hemos hecho toda una entrevista tan larga sólo para decir eso. Y yo que sólo quiero hablar de mi trabajo, pero claro, a lo mejor usted me pregunta qué opino de esto, de aquello o de lo otro, como titular le resulta más apetecible y ya estamos, ya parece que sólo interesas para decir eso.

Yo veo la gala de los Goya mucho menos politizada que antes, la gente se ha cansado

Parece que compartimos perplejidad usted y yo, señorita Grau, por el hecho de que las opiniones políticas de la gente de la farándula sigan teniendo tanto impacto, estando tan ¿sobrevaloradas? Se atiende mucho más a lo que opinamos nosotros de este tema, del que no somos profesionales ni expertos ni nada, que a lo que opina, pongamos por caso, un futbolista. Ciertamente los futbolistas no suelen opinar de política porque el club no les deja, lo mismo deberíamos hacer los actores. Pero, en serio, ¿por qué no se le pide la opinión política con la misma intensidad, no sé, a un químico?

Lo peor, aparte de que nuestras opiniones políticas, las de los actores, puedan venir más o menos a cuento, es que la mayoría de las veces se saca de contexto todo lo que decimos. Por eso he llegado a tomar la firme determinación de no decir absolutamente nada relacionado con la política. Lo decidí precisamente después de que me descontextualizaran mucho, de que se vulnerara mucho el sentido de lo que yo decía, te ves muy expuesta, hace mucho daño... Yo creo que es importante preservar la intimidad también o sobre todo de la opinión. Que luego en la práctica cuesta, cuesta tenerlo tan claro, ser tan asertiva, pero de verdad yo estoy convencida de que lo mejor es actuar así.

Otra cosa es sumarse a causas solidarias, ahí sí que, si me buscan, me encuentran. Yo soy, por ejemplo, embajadora de Ayuda en Acción. Para esas cosas voy a muerte, pero meterse en política y hablar de ella es yuyu para un actor. Lo tengo muy claro y de ahí no me apeo. Y más con el país en un momento tan complicado, tan revuelto, tan inquieto.

Me pregunta usted, o mejor dicho, intenta preguntarme, por cierto bulo que corrió sobre mí hace unos años, vinculándome íntimamente a un político muy importante. Pues qué me van a parecer esas cosas, esas falsedades: mal, muy mal. Además me parece un rollo volver a esos temas que están a tomar por saco de lejos, ¿de verdad quiere usted hacer la entrevista sobre eso? Por favor. No, de verdad.

A mí me partió por la mitad leer aquel tuit homófobo contra Miguel Bosé volviendo de despedir a Bimba

¿Cómo dice? ¿Que a usted personalmente no le interesa hurgar en mi vida privada, no digamos en mi vida privada inventada, y que por eso no está mencionando ni va a mencionar el nombre del político con el que me inventaron un romance? De verdad que no me interesa nada, nada, nada… Por favor, se lo ruego… Pero usted insiste en que no le interesa el cotilleo en sí, si a mí se me atribuyó tal o cual lance con fulanito o con menganito (cuando yo ya llevaba además años con Omar, mi marido), sino que lo que trata de discutir conmigo, a poco que yo me calme, sugiere, es cómo es vivir así, en el filo de la navaja de la popularidad. Cómo se gestionan e interiorizan estas situaciones. Al fin y al cabo, subraya usted, yo soy conocida desde pequeña al haber nacido en el seno de una dinastía de autores. ¿Que si estoy acostumbrada a vivir dentro de una especie de pequeño Gran Hermano? Tampoco es eso, no soy ni me siento tan importante. Pero en fin, sí es verdad que eso hace que todo el mundo tenga una idea de ti desde el primer momento, saben de dónde sales.

Foto: Omar Ayyashi

Sugiere usted que entonces cualquier traspiés, cualquier episodio biográfico poco logrado, adquiere fácilmente una exagerada dimensión (como aquellas fotos de Drew Barrymore borracha siendo todavía una niña). ¿Que si por eso estoy yo tan resabiada y tengo la piel tan fina? Bueno, ciertamente en una profesión como la nuestra hay una dependencia muy fuerte de la imagen. Si metes la pata dentro de las convenciones sociales, lo pagas. Mi madre esto lo tenía muy claro y nos lo inculcó desde pequeños: que en todo lo que hacíamos teníamos que tener más cuidado, que poner más atención, que el resto. Que había que demostrar dignidad las veinticuatro horas, acreditar los mejores valores posibles.

A veces hay que tener muchísima paciencia con estas cosas. Por ejemplo, cuando pienso en ese terrible tuit homófobo contra Miguel Bosé, cuando este acababa de colgar en la red su lamento por la muerte de Bimba, de despedirse de ella. A mí me partió por la mitad leer ese tuit, que además lo leí volviendo del tanatorio. ¿De dónde sale tanta acritud hacia una persona sólo porque es conocida y uno se siente autorizado a juzgar su vida y sus sentimientos?

La crisis nos ha devuelto al tajo, tajo; los actores también tenemos que arremangarnos y que trabajar muchas más horas”

Aparte de maldad, en estas cosas yo aprecio un profundo desconocimiento de la realidad de nuestro trabajo. Una ignorancia total de las muchísimas horas, el muchísimo esfuerzo y el muchísimo sacrificio que nos cuesta todo. Hay quien sólo ve el momento sobre la alfombra roja y se imagina que vivimos en una cinta rodante de privilegio tras privilegio. Pues no. Cada reconocimiento, cada premio, cada triunfo, llegan, si llegan, sólo después de mucho esfuerzo y mucha resistencia. Esto lo vi más claro que nunca cuando participé en el programa Masterchef, aquello era una perfecta metáfora, los ritmos eran alucinantes, te podías tirar hasta las seis de la mañana cocinando, llegaba el que resistía, el que paraba a echar una siesta, se quedaba en el camino.

Siempre, pero sobre todo en épocas de crisis, hay que tener un montón de aguante, mucha capacidad de soportar malos momentos y muchísima humildad, porque sólo por ser una persona conocida todo el mundo se mete o cree que se puede meter contigo. No puedes ir por ahí con la barbilla alta, todo lo contrario, hay que llevarla baja y con cuidado.

Sin duda la crisis nos ha devuelto al tajo, tajo. Se acabó lo que se daba o lo que llovía del cielo. Es verdad que yo siempre he sido muy curranta, he currado siempre muchísimo desde los quince años. No me hacía ilusiones de que pudiera ser de otra manera porque había visto mucha inestabilidad en mi casa, al ser hija de actores he tenido siempre y desde el principio una relación bastante realista con el éxito y el fracaso, sabes que es un carrusel, que no puedes contar con que nada dure para siempre. Hay que amarrar. No puedes bajar la guardia. Eso ha formado toda la vida parte de mi carácter. La crisis ha hecho que tengamos que multiplicarnos y que arremangarnos mucho más que antes, mucho más que nunca. Esto ha sido mortal para todos, pero en las profesiones más liberales, más...

Le debo tanto a Garci, de él aprendí muchísimas cosas que me han servido en lo vital como en lo profesional, es un tío estupendo, muy majo

Mire, yo estoy muy orgullosa de varias cosas que he conseguido, de varias cosas que he hecho, pero no cuento con que ninguna de ellas me solucione el futuro, tengo que seguir luchando y demostrándolo todo cada día. Pero si me permito parar un momento a tomar aire y a mirar atrás, de todo lo que he hecho a lo mejor me quedaría con El abuelo, la película de Garci, es uno de los premios que me han dado y que he recibido con mayor ilusión. Además, en este caso no me duelen prendas de entrar un poco en el terreno personal y admitir lo mucho que le debo a Garci, de él aprendí muchísimas cosas que me han servido tanto en lo vital como en lo profesional, es un tío estupendo, muy majo.

También fue importante para mí montar El malentendido de Camus. Para mí fue una especie de homenaje a mi padre y a todos los de su generación, ellos lo hicieron por primera vez en los años 70, fue un título importante para ellos.

Foto: Omar Ayyashi

Pero, aunque sea a otro nivel, tampoco se me caen los anillos por haber hecho otras cosas como Más que amor, frenesí o por estar en El ministerio del Tiempo. Especialmente entrañable me resulta toda la andadura a través del programa Versión española. Me alegro de que me diga que a usted le ha gustado siempre ese programa por el tono acogedor, por acercar el cine español al espectador con respeto y a la vez de una forma asequible para todo el mundo.

El cine europeo es menos exigente que el de Hollywood para bien y para mal: no te obligan a estar tan buena pero tampoco pagan lo mismo

Pues mire, me siento orgullosa si de algún modo he contribuido a que la percepción del cine español mejore, que yo creo que ha mejorado mucho. Yo feliz si he tenido algo que ver. Aunque en mi opinión la percepción de nuestro cine, la imagen que de él tiene el público, sigue estando por debajo de lo merecido, de su verdadero nivel de calidad. Nos queda mucho camino por recorrer antes de conquistar a los españoles. De verdad que hay que dar una oportunidad a gente estupenda que está haciendo peliculones.

Me dice usted que un amigo suyo, muy versado en cine, se queja de que a su modo de ver el cine español “no se puede ver” porque “no hay director español que sepa colocar una cámara en su sitio”. Uf, a lo mejor ese amigo suyo ha tenido muy malas experiencias, yo le aconsejaría que se despojara de sus miedos y sus prejuicios y se animara a ir a ver con los ojos y la mente abiertos una serie de títulos que seguro que le convence. ¿A que a usted también le encanta el nuevo noir español, esa deliciosa serie de películas de acción donde a menudo encontramos estupendas interpretaciones de Lluís Tosar, de José Coronado?...¿Y qué decir de ese pedazo de film que es Tarde para la ira?

Veo que se va ensanchando la complicidad entre nosotras, nos vamos poniendo de acuerdo en más cosas, o descubriendo que ya lo estábamos. No necesariamente en todo, claro. Pero, por ejemplo, sí coincidimos en la perplejidad por el éxito fulminante de una película como Ocho apellidos vascos. La verdad es que no sé qué factores se tienen que juntar y cómo para que el boca a boca funcione como funcionó en ese caso, ciertamente la comedia siempre es mejor recibida por el espectador, que no necesariamente por los premios. ¿Se acuerda de aquella reflexión de Preston Sturges?, a mí me gusta todo, yo disfruto también mucho con una buena tragedia, pero es verdad que la comedia, cuando es buena, libera endorfinas.

Yo no me he operado de nada ni me lo planteo, básicamente por miedo al quirófano

Cambiando de tercio me pregunta si una actriz curranta y que va de “normal” como yo, casi casi de vecinita de enfrente, no fantasea a veces con qué pasaría de haber pegado el salto a un estrellato tipo Hollywood, que antes parecía impensable para actores de por aquí pero ahora se ven casos. Yo debo admitir que todo eso no me va mucho. Tuve mi oportunidad cuando El abuelo tuvo tanto éxito y Miramax nos llevaba a donde quisiéramos. De haberlo hecho debí hacerlo entonces, pero no lo hice, tenía trabajo aquí. Y luego está la forma en la que a mí me gusta vivir, aquí tranquila con mi marido y con mi hijo, con mi vida hecha. Nunca me he visto haciéndome vieja en una mansión de Beverly Hills. A lo mejor para haber estado allí uno o dos años, no más.

Foto: Omar Ayyashi

Me comenta usted, señorita Grau, que una vez asistió en Nueva York a una fiesta de almodovarianos, estaban Pedro y Penélope y todo el equipo de Volver, también Carmen Maura, y que a usted le llamó mucho la atención verla entrar a ella, a Carmen Maura, en no sé qué local neoyorquino con los ojos casi fuera de sus órbitas, como Alicia a través del espejo. Y que a usted se le ocurrió pensar que era una pena que una actriz como ella, una de las más grandes que aquí hemos tenido y tenemos, se viera frenada para triunfar en Hollywood por carecer de un físico determinado.

Yo no vivo esas cosas tan así, sabe. Es verdad que en Estados Unidos hay una industria cinematográfica mucho más poderosa y exigente, entonces todas las actrices o muchas de ellas están operadísimas, superpendientes de su físico, aquí no pasa eso ni de lejos, somos todas mucho más de andar por casa. ¿Que si una actriz española puede ser fea y no pasa nada? Bueno, muy fea tampoco, el requerimiento físico tiene unos mínimos, pero es verdad que aquí eso no lo vivimos como una tiranía, con ese trauma. Europa es otra cosa. Para bien y para mal, porque aquí tampoco se pagan los sueldos que se pagan en Hollywood.

Me dice que allá las actrices se quejan de que a partir de los 40 años se vuelven invisibles. ¿Aquí es otra historia o la misma? Bueno, no tanto, pero sí es verdad que siempre hay menos personajes femeninos verdaderamente potentes. En la última hornada, quitando a la protagonista de El olivo y a la de Julieta, todo lo demás son tíos. Sobre todo en el cine, en las series de televisión no tanto, aunque también un poco. Yo no vivo tan pendiente de mi edad porque hago cosas muy distintas, pero, en fin, sabes que eso tiene su peso.

¿Que si yo me he operado algo? Nada de nada, por ahora, no. Que conste que no me parece ni mal ni bien, no es tanto una opción moral como que le tengo pánico a los quirófanos. Por lo demás, me siento bien siendo como soy, me gusta mucho por ejemplo que mi marido, que es fotógrafo profesional y muy bueno, me haga fotos, porque me gusta verle feliz haciéndolas y sentirme feliz yo. ¿Ya está? ¿Ya estamos? Discúlpeme por favor si antes he estado un poco brusca cuando ha salido el tema del bulo, no era mi intención, sólo es que una es una ingenua pero cuando ya te han toreado tanto. ¿Cómo dice? ¿Que todo el mundo sabe que el origen del bulo es que ese romance aquel político lo tuvo con una señora que se llamaba igual que yo? Algo he oído, sí. En fin. La vida.

Noticias relacionadas