Publicada
Actualizada

Considera que está en un momento bonito de su vida porque prácticamente puede elegir lo que quiere hacer. En definitiva, "no quiero matarme como en otras épocas", confiesa Daniel Diges (44) a EL ESPAÑOL.

En los últimos tiemposha tocado con grandes orquestas y filarmónicas, ha realizado conciertos sinfónicos, ha protagonizado musicales y, sin duda, uno de los momentos que más le tocó el corazón fue compartir escenario con su primogénito, Galileo (17) en Cineman Sinfónico.

No todos los profesionales pueden decir que a los cuarenta siguen protagonizando grandes musicales como Charlie y la fábrica de chocolate, Kinky Boots o Los miserables.

Pero en su fuero interno tenía una asignatura pendiente, uno de los más grandes retos para un profesional, interpretar a Erick, el protagonista de El fantasma de la ópera. Ya dicen que hay que tener cuidado con lo que se sueña porque, a veces, se cumple.

Del 23 de septiembre al 1 de febrero de 2026 estará en el escenario del Teatro Tívoli de Barcelona. La obra, que en breve celebrará su 40º aniversario, es una de las más destacadas de Andrew Lloyd Webber (77), autor de la música, con letras de Charles Hart y Richard Stilgoe y libreto de Andrew Lloyd Webber y Richard Stilgoe. Asimismo, hace 15 años de su debut en Eurovisión con el tema Algo pequeñito.

Daniel Diges, ante un cartel de 'El fantasma de la ópera'. Pau Venteo EL ESPAÑOL

La vida también le sonríe en lo personal ya que desde hace casi dos décadas parte de su corazón lo ocupa Alejandra Ortiz-Echagüe (41), actriz, cantante y bailarina, con la que tiene dos hijos, Galileo (17) y Eliot (10), de los que se siente tremendamente orgulloso.

PREGUNTA.– ¿Cómo se consigue llegar a un momento de equilibrio y placer en lo profesional?

RESPUESTA.– Siempre he sido bastante optimista y he utilizado cada momento para crecer. Obviamente ha habido momentos más fáciles y otros más duros, como les ocurre a todos los artistas, pero puedo decir muy alto, y toco madera, que he sido de los pocos en este país que con la edad que tengo no he parado de trabajar. Si no me salía un proyecto, me lo creaba yo. He sido un currante y nunca he dejado que nadie me diga que no valgo ni que me frenen.

P.– ¿Le dijeron en algún momento de sus comienzos que no valía?

R.– Sí, sí, con 21 años tuve un productor musical que me dijo que no valía como cantante. Era muy joven, lógicamente me preparé mucho mejor, pero lo importante es creer en ti mismo y saber que vales. Da lo mismo que caigas dos o tres veces. Y siempre hay que estar estudiando.

P.– ¿Alguna vez algún director o directora de casting se ha pasado de la raya?

R.– Gracias a Dios nunca he tenido ningún problema. He tenido suerte de dónde he caído. Pero también he de decir que donde más he trabajado en musicales y las cuatro empresas principales que existen son muy serias. No he sido actor de hacer muchas series de televisión, e igual ahí pueden tener más posibilidades de que les pueda pasar algo así. Además, he sido mi propio jefe en muchos proyectos.

Daniel Diges. Pau Venteo EL ESPAÑOL

P.– ¿En esta forma de ser ha tenido algo ver los consejos familiares, el entorno donde uno ha crecido o algún tipo de terapia?

R.– Creo que al fin y al cabo es una mentalidad de vida. Desde pequeñito he tenido una actitud positiva y he intentado sacar lo mejor de cada momento. He leído mucho y también la gente a mi alrededor como mi mujer, Alejandra, la familia y los amigos me han inculcado este estilo de mentalidad. Hacerlo de esta manera te hace vivir con más ganas y tener claro que sin algo malo no puede venir lo bueno, y al revés. A mi hijo Galileo siempre le digo que según con quien te juntes, al final acabas siendo como ellos.

P.– Es un poco como el ying y el yang.

R.– Bueno, cada religión o pensamiento lo dice de una u otra manera, pero al final es un poco eso. Hay que saber disfrutar de cada momento y también darte el permiso para estar triste, cansado o desilusionado. No pasa nada. No hay que tener cortapisas.

Luego hay gente que tiene culpa por estar demasiado bien porque dicen "no, es que yo tengo de todo" y bueno, al final yo creo que el ser humano piensa demasiado. En definitiva, a las cosas que no tienen tanta importancia no se la deberíamos dar.

P.– Con decenas de miles de representaciones en el mundo y 160 millones de espectadores El fantasma de la ópera es uno de los grandes éxitos de la historia. ¿Qué le está aportando de nuevo a Erick, el protagonista principal, o se ha de ceñir a un libreto muy estricto?

R.– En esta versión hay más naturalismo, nos hemos querido acercar un poquito más al público, de hacer un poquito más reales los personajes y de no hacer un fantasma tan estirado.

Un poco de esto ya venía de las representaciones del 25º aniversario donde Ramin Karimloo le estaba dotando de ese estilo al protagonista. Sin la voz tan lírica, aunque hay que ser fiel a la partitura, pero sí meterle un poquito de más presión a la voz y un poquito de rock en algunos momentos.

Daniel Diges. Pau Venteo EL ESPAÑOL

P.– ¿Se ha amoldado bien al personaje?

R.– Sí, porque soy muy de trabajar con las entrañas. Como he hecho de todo y me gusta trabajar con los personajes, siempre digo que me suicido en cada representación en el sentido de que, soy un actor suicida porque me suicido con los sentimientos del personaje al intentar llevarlos por lugares muy reales.

Este personaje es ideal para mí porque le estoy dando y me está dando una riqueza actoral espectacular. Quiero darle verdad, lo estoy entendiendo desde un lado más psicológico, no es solo bueno o malo, tiene un espectro de sentimientos y otra forma de pensar.

Ahora estamos viviendo en una sociedad más casos de TDAH y autismo, gente con estilos de pensamiento que podrían estar muy cercanos al de un personaje como este. Igual nunca se ha visto desde aquí y lo estoy llevando por un lugar más comprensible. Se trata de poder darle un sentido y una explicación a todo lo que hace. El fantasma es un tío que lo ha pasado muy mal, socialmente no le han aceptado y a él mismo le cuesta aceptarse.

P.– Al fin y al cabo, usted está familiarizado porque tiene TDAH y su hijo pequeño, Eliot, es autista.

R.– Lo tengo cerca todo (ríe), pero no digo que el fantasma sea alguna de estas cosas. Lo único que digo es que tiene otra forma de pensar, no sé lo que diría un psiquiatra. Pero lo que está claro es que sus pensamientos no son los de una persona normal, quizás por todo lo que ha vivido.

P.– ¿Antes de salir a escena se prepara de alguna manera?

R.– Hago mucho calentamiento vocal, tengo mucha relajación mental para conectarme con los sentimientos, mientras mis compañeros empiezan me encanta pasear por el teatro, sentirme un poquito el fantasma, sentir que la prótesis es mía. Tengo mucho momento para mí, es un proceso muy solitario porque prácticamente no te cruzas con la compañía en toda la obra.

P.– ¿Cómo se enfrenta una pareja cuando el médico les dice que su hijo es autista?

R.– Con mucha naturalidad. Nosotros le notábamos algo raro y si te digo la verdad casi no me dio ni tiempo de reaccionar porque en ese momento estaba en Brasil y Alejandra se venía a vivir conmigo a Ciudad de México. Y fue justo en ese impasse cuando nos lo dijeron. Entre una cosa y otra es cierto que te quedaban en casa pensando y te cuestionabas cómo será el futuro. Pero viendo el tipo de persona que es Eliot, súper especial, un tío divertidísimo, bromista, increíble.

Le veo crecer y estoy tan entusiasmado que si me preguntaran: '¿Si volvieras a empezar querrías a un niño que no tuviera autismo?', y te diría que no, que me lo quedo con autismo y con todo lo que tenga porque creo que eso es lo que hace que ese niño sea especial. Me encanta Eliot, aprendes mucho de él y parece un tío que va a hacer cosas muy chulas en la vida. Va a ser súper especial. Bueno, ya lo es (sonríe).

Daniel Diges, tocando el piano. Pau Venteo EL ESPAÑOL

P.– ¿Y qué quiere ser de mayor?

R.– Yotuber, ja, ja. Le encanta todo este mundillo. Le pones una cámara delante y te empieza a explicar un videojuego de maravilla, luego tiene su Instagram cerrado y a veces me dice 'papi, vamos a hacer un vídeo', entonces los hacemos, se los edito… En ese sentido compartimos bastante. Pero igual que con el mayor, todo lo relacionado con la música, la actuación y el canto lo comparto con él.

P.– ¿Cómo es ese tête-à-tête con Galileo encima de un escenario? ¿Qué es lo que más le ha sorprendido?

R.– Soy tan cañero con él como lo soy conmigo mismo. Soy bastante perfeccionista. Le hago currar mucho, si tiene que hacer una canción intento ensayar mucho con él, a veces se enfada conmigo y sí, quizás soy demasiado duro y sincero. Pero prefiero ser yo sincero con él a que la vida lo sea. Nunca le regalo el oído. Hemos estado haciendo Cineman Sinfónico, hemos hecho algún concierto, el tío le disfruta, es un poco un mini yo. Para mí Galileo es mi pequeño compañero, me lo paso muy bien, es un tipazo, también tiene un gran sentido del humor. En mi casa hay mucho sentido del humor, nos apoyamos mucho en eso. Toco madera.

P.– ¿Le veremos en breve con más proyectos con su hijo?

R.– No lo sé, no sé qué va a pasar. Empieza a estudiar e imagino que se irá fuera, pero no lo sabemos todavía. No hay nada organizado para después de El fantasma de la ópera.

P.– ¿Qué tiene pensado estudiar?

R.– Él estudia Artes Escénicas y está pensando en hacer algo más. La interpretación y el canto están muy bien, pero tanto Alejandra como yo queremos que tenga un plan B porque lo que me ha pasado a mí pasa muy pocas veces. Que puedas dedicarte veinte años al musical y hacer más de quince protagonistas y otros diez a la tele es algo muy difícil de conseguir. Más bien sucede al revés, que haces un protagonista y después te tiras dos años sin trabajar.

Entonces, nosotros le metemos mucha caña a Galileo con que estudie otra cosa que tenga que ver con esto como dirección de escena, economía… Esto también te da una libertad a la hora de ir a un casting porque ya no vas con esa ansiedad de no tener nada. Y si te escogen pues ya es algo más, lo importante es sumar.

P.– En el pasado usted ha lidiado con problemas mentales, ¿por qué sigue habiendo estigma en la sociedad?

R.– El bullying está a la orden del día en los niños, los colegios e incluso los mayores en el trabajo. Muchos no lo quieren decir y al final acaban escondiéndose. Todo lo que es diferente es como que cueste más que se integre, como el autismo o el TDAH. Es muy bueno ir a terapia para que te den respuestas.

P.– Hace muchos años pasó por un proceso de sanación, ¿no?

R.– Sí. Con 18 años me fui a La Coruña solo, a trabajar. Caí en depresión sin saber que la tenía y es la única vez que la he tenido. Acudí a un especialista para hacer terapia porque al fin y al cabo está bien tener a alguien que te diga 'vamos a ir a tu pasado, veamos lo que hay que sanar, haz estos ejercicios…' De la misma manera que si eres fontanero has estudiado fontanería, también deberíamos estudiar nuestra cabeza para localizar qué cosas pasan, por qué de repente te sientes triste y no sabes el motivo.

Un terapeuta te da una serie de herramientas con las que afortunadamente solucioné la depresión, pero ha habido épocas en las que de vez en cuando he caído un poquito, soy una persona que padece ansiedad y he ido a especialistas que me han ayudado un montón.

Y, sobre todo, con la profesión que tenemos tan podrida en la que hay momentos en los que estás pletórico y de repente estás en una época sin mucho trabajo y es muy fácil caer en la negatividad. Es cierto que mucha gente no tiene dinero para un especialista o un coach, pero hay muy buenos libros que realmente te ayudan. Por las noches hago mucha meditación y me han servido de mucho. Como ejemplos te puedo decir El hombre que vendió su Ferrari, El poder del ahora o las fábulas de Jorge Bucay, que de vez en cuando las sigo leyendo.

P.– Qué duda cabe que en todo este proceso vital tener el apoyo y la comprensión de Alejandra ha sido fundamental, y más dedicándose a la misma profesión que usted.

R.– Lo ha entendido todo perfectamente. Y después somos una pareja que se apoya bastante, a veces nos damos sesión el uno al otro (ríe), casi parece que somos nuestros coach. Creo que es muy bonito tener una pareja con la que puedes hablar de todo, decir cómo te sientes y uno de los secretos ha sido poder madurar y crecer junto a ella. Es algo que nos ha llevado 18 años. Hemos pasado por muchas cosas, por separaciones, hemos vuelto, ha habido altibajos profesionales, pero estoy convencido de que parte de ser quien soy es gracias a Alejandra.

Por mucho libro que leas, si no tienes a alguien al lado, ya no te hablo de una pareja porque hay gente que no la tiene, no quiere o no ha tenido la suerte de tenerla, siempre has de encontrar a algún amigo o un familiar. Hay que juntarse con gente que aporte porque todos en nuestra vida hemos tenido a alguien que nos ha 'desaportado', malas amistades que nos han hecho tomar decisiones que no debíamos.

P.– El ministro Puente ha instado a Renfe a comprar más trenes y augura dos años de incidencias en los viajes de alta velocidad. Los actores vivís muchas veces en el AVE, ¿hasta qué punto le va a resentir a usted?

R.– No me afecta, ¿sabes por qué? Porque casi siempre voy en mi coche. Me gusta viajar y no me importa conducir cinco o siete horas. Tengo un vehículo adaptado para largos viajes, voy súper cómodo, a veces me acompaña alguien del equipo, pongo mi música, ensayo canciones… Y encima el avión no me gusta, así que…

P.– Hace 15 años participaste en Eurovisión con Algo pequeñito donde viviste un momento accidentado cuando un espontáneo profesional llamado Jimmy Jump saltó al escenario, ¿cómo lo recuerda?

R.– Sinceramente, tuve la suerte de ir con una canción que realmente me llenaba y sentía que era un gran tema. Eso creo que poca gente lo puede decir. Es cierto que en aquella época hubo gente que me decía que la canción no me pegaba, en ese momento era un tenor más ligero y ahora lo soy más dramático. Lo haría de una manera diferente. Cada vez que oigo el tema se me ponen los pelos de punta. Considero que la experiencia fue algo positivo.

P.– ¿Se has vuelto a reencontrar con Jimmy Jump?

R.– (Risas) No, porque realmente nunca me encontré, así que no habría reencuentro. Más bien sería encuentro.