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Han pasado ya 55 días y Matilde Muñoz Cazorla, 'Mati', sigue desaparecida. La mujer, una exazafata de vuelo y profesora de yoga de 72 años originaria de Ferrol y residente en Cala Major, en Mallorca, un alma libre que deseaba dedicar su tiempo de jubilación a recorrer el sudeste asiático, se encontraba en la isla de Lombok, Indonesia, cuando desapareció sin dejar rastro el pasado 1 de julio.

Nadie, ni el personal del hotel en el que se alojaba, el Bumi Aditya, ni sus familiares tienen idea de cuál puede ser su paradero. Tampoco las cámaras de la mezquita que se encuentra frente al lugar en el que dormía y que podían ser una de las pocas esperanzas que brindase a las autoridades alguna pista. Desde hace meses, estaban inoperativas. Tampoco hay testigos a los que interrogar.

Las investigaciones se encuentran en un punto muerto. Lo único que se conoce son los últimos movimientos de Matilde. La septuagenaria llegó a la isla de Lombok en la primera quincena de junio tras un viaje a Malasia, y fue el 13 de julio cuando hizo el check-in en la habitación 107 del Bumi Aditya.

Una de las imágenes de Mati Muñoz compartidas por su familia. EFE

Según fuentes sobre el terreno consultadas por EL ESPAÑOL, este alojamiento se trata de un hotel pequeño, con poca manutención que, a día de hoy, es inseguro –se han registrado robos– y unas condiciones de salubridad mínimas. "Yo estuve ahí durante la pandemia", señala un vecino español en Lombok que prefiere mantener el anonimato.

"El hotel está en una zona turística, pero a unos 500 metros de la carretera principal. Es un territorio humilde, tranquilo, ideal para hacer surf. No obstante, la zona del hotel está cercana a un vertedero y es bastante austera, donde puedes ver la miseria en las calles. El salario de la isla no supera los 150 euros y hay mucha pobreza".

El 90% de los habitantes de la isla pertenece al grupo étnico sasak que, al contrario de lo que ocurre en Bali, otro reclamo turístico indonesio donde la población es mayoritariamente hindú, practica el islam. Mati Muñoz trataba de integrarse en las comunidades musulmanas locales aprendiendo su idioma a la par que daba clases de inglés a los niños, cortesía de su espíritu voluntarioso y altruista.

No era la primera vez que viajaba a la isla. El espíritu aventurero corría por sus venas ferrolanas. Ya en los años ochenta viajó a las islas de Flores, Lombok y Komodo; a lo largo de los últimos años viajó a la India, a Nepal, a Japón, a Tailandia; hace dos años estuvo en Sumatra. Sabía, al menos, siete idiomas, entre ellos el alemán, el inglés, el portugués, el italiano, el japonés y el hindi.

Durante estos viajes, solía dejarse llevar, interactuar con la gente local, visitar a vecinos y amigos que la acogieran. Hasta hace al menos dos años, hacía un seguimiento de parte de sus viajes por el mundo a través de su cuenta de Facebook.

Matilde Muñoz adoraba el hinduismo y, tal y como señala en sus propias redes sociales, era profesora de yoga y tenía el segundo grado tras ser ordenada por la Escuela Internacional Sivananda Vedanta. Esto quiere decir que completó la formación superior reconocida internacionalmente, con derecho a enseñar.

"Iba y venía, incluso hacía vida con la gente local. Pero no toda es maravillosa. Creo que el móvil económico está clarísimo. Pecó de ser muy buena y debió confiarse. Lo cierto es que ha ocurrido una desgracia y ahora la isla va a pagar por ello. Se está diciendo que Lombok es inseguro, lo cual es un daño irreparable para el turismo", señala la misma fuente, conocedora en primera persona del caso.

El último contacto

Tras su desaparición, sus sobrinos –Mati no tiene marido ni hijos– explicaron que había puesto en alquiler su piso en Palma de Mallorca para poder irse a vivir a Indonesia. "Estaba encantada de la vida, estuvo en España hace poco y quería volver este verano. Tenía muchos amigos y había hecho planes con ellos, incluso para visitarla en Indonesia", explicaron estos familiares en declaraciones recogidas por Última Hora.

El 29 de junio fue el último contacto de Mati con su familia. Según sus sobrinos, felicitó a su hermano por su cumpleaños; unos días después, envió mensajes a su círculo cercano. Desde entonces, silencio y testimonios contradictorios.

Al principio, el personal del hotel en el que dormía dijo que la vio por última vez el 2 de julio, fecha en la que extendió su estancia en el hotel hasta el 20 de julio. Hizo el pago por adelantado mediante rupias indonesias antes de comunicarle al personal que "se iba a la playa" y dejar su moto aparcada a las afueras del hotel.

Posteriormente, las mismas fuentes, entre ellas Nurmala Hayati, la contable del establecimiento en el que estaba alojada, se contradijeron y señalaron que fue realmente el 1 de julio cuando vieron por última vez a Mati. Hayati asegura que los empleados del staff le informaron cuatro días después, el 5 de julio, de que su huésped no había vuelto a la habitación. Es entonces cuando la trataron de contactar por teléfono.

Según la versión de la empleada del hotel, el 6 de julio Mati contestó a la contable del hotel a uno de sus mensajes, donde la desaparecida aseguraba estar en Laos. No obstante, tanto las amigas de Mati como su familia dudan de la autenticidad de este WhatsApp, ya que el texto, enviado en inglés, no correspondía con su forma real de expresarse. "Escribe muy bien en inglés, nunca lo haría de esa manera".

Un día después, 7 de julio, los mensajes de WhatsApp que le enviaba su círculo cercano dejaron de aparecer como recibidos. "No tenía planes de ir a Laos", sentenció Sudiaji Gare, fundador de la agencia Aer Vida Lombok, que tramitó el permiso de Muñoz. "Si lo hubiera hecho, se habría registrado en Inmigración".

Tras casi un mes de su desaparición, el 28 de julio, Olga Marín, amiga de Matilde, presentó una denuncia oficial en la comisaría de Sant Fellu de Guixols, en Girona, ante los Mossos d'Esquadra, argumentando que "la desaparición de la señora Muñoz no es voluntaria". Días después, su familia hizo lo propio en una comisaría de Alcalá de Henares, en Madrid.

El 5 de agosto, a petición de los sobrinos de Mati, Sudiaji Gare interpuso una denuncia en la comisaría provincial de West Nusa Tenggara, que posteriormente remitió el caso a la Policía de Lombok Occidental.

Vista de la entrada del hotel Bumi Aditya, en el que Mati Muñoz desapareció. EFE

El 13 de agosto, la Policía de Indonesia inició formalmente la investigación tras recibir una carta de la Embajada de España solicitando ayuda, la cual fue transmitida a través del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Indonesia.

"Hemos recibido una carta de solicitud de ayuda para la búsqueda de la Embajada de España. Como seguimiento, el Departamento de Policía de Lombok Occidental inmediatamente realizó esfuerzos de búsqueda y emitió una carta del Registro de Búsqueda de Personas Desaparecidas (DPOH)", dijo a medios locales el jefe de la Unidad de la Investigación Criminal del Departamento de Policía de Lombok Occidental, Lalu Eka.

Hasta entonces, las autoridades indonesias no habían comenzado ninguna búsqueda oficial. Pero una semana después, el 19 de agosto, estas confirmaron que no existían registros de vuelo a nombre de Matilde Muñoz en el país ni en julio ni en agosto. Tampoco había constancia en los registros de embarcaciones de que hubiese viajado a Bali u otras zonas aledañas. En conclusión: Mati no había salido del país.

Tampoco se llevó consigo la moto que tenía alquilada, que era su medio de transporte habitual. La dejó frente al hotel Bumi Aditya, cuyo personal, días después de la desaparición, pidió a la agencia de alquiler que la retirara. Acto seguido, el staff entró en la habitación de Matilde, rompiendo el candado que ella colocaba siempre en la puerta al salir.

El hallazgo más inquietante, no obstante, llegó el 23 de agosto, cuando más de 50 días después de su desaparición la policía encontró en las basuras del hotel Bumi Aditya la ropa, las sandalias, los libros, los productos de aseo personal y la mochila de Mati Muñoz.

No estaban ni su pasaporte, ni su teléfono móvil ni las dos tarjetas de crédito cuyo duplicado había solicitado unos días atrás, ya que las había perdido durante una breve estancia en Malasia. Esto ha dificultado especialmente la investigación, ya que no hay movimientos bancarios recientes rastreables.

Una investigación poco fructífera

La Policía de Indonesia ha anunciado recientemente que ampliará la búsqueda Matilde Muñoz Cazorla a otros puertos cercanos y al aeropuerto de la isla. También asegura haber pegado carteles con el rostro de la desaparecida en varios lugares, incluyendo áreas públicas y hoteles.

Las autoridades también han pedido a los ciudadanos reportar telefónicamente cualquier información que pudiera ser útil para el caso. Sin embargo, la familia de Matilde desconfía de la operatividad de los agentes.

"Las cámaras de seguridad de la mezquita que hay frente al hotel en el que desapareció nos habrían sido de gran ayuda. Pero la policía indonesia dice que no grabaron nada. Creo que saben que ha sido alguien local quien le ha hecho algo y no van a mover un dedo porque viven del turismo y esto no les interesa".

De esa misma opinión son las fuentes de EL ESPAÑOL consultadas en la zona. "Es una isla musulmana y aquí la gente funciona por comunidad, como una familia. Hay un tipo que es el jefe, como un alcalde; el líder de la comunidad que enlaza con el Gobierno de Lombok y este, a su vez, con el de Indonesia. Es como una tribu, pero más avanzada. Estoy seguro de que la comunidad sabe lo que ha pasado, pero no lo va a decir".

Alrededores del hotel Bumi Aditya cerca de la playa de Senggigi en la isla de Lombok en Indonesia. EFE

La misma fuente señala, además, que todo parte de un error, y es la tardanza en reaccionar ante la desaparición de la yogui española.

"El Gobierno se ha desinteresado de ella porque no es hija de Rodolfo Sancho. La investigación comenzó hace dos semanas, cuando el señor de la agencia que le renueva el visado fue a denunciar porque no podía contactar con ella. Si se hizo una denuncia a los Mossos, si ella no contestaba... ¿Por qué se ha tardado tanto tiempo? ¿Dónde estaba la embajada de Yakarta?", se pregunta.

Este diario ha tratado de ponerse en contacto con la embajada, pero al cierre de este reportaje no ha recibido respuesta.