Escalona (Toledo)
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Escalona, en la provincia de Toledo, arde al mediodía. El asfalto reverbera, las persianas se bajan, los vecinos caminan despacio hacia una playa asentada en el paso del río Alberche con sombrillas y neveras portátiles. Algunos se refugian en los bares de la plaza con aire acondicionado. Todo parece apacible, hasta que uno se planta frente al Convento de las Concepcionistas Franciscanas.

Justo aquí, en la calle paralela al centro histórico, se erige uno de los lugares donde viven las Hijas del Amor Misericordioso —conocida también por sus iniciales, HAM—, una asociación pública de fieles que ha sido intervenida hace tan sólo unos días por la Archidiócesis de Madrid tras una avalancha de denuncias por abusos psicológicos, sexuales y de conciencia.

En el lugar no se oye un solo ruido. Sólo algunas ventanas abiertas, como si el silencio formara parte del carisma. Dentro de sus paredes, sin embargo, se encuentran retenidas las historias de al menos 30 jóvenes cuyas familias denuncian que han sido "abducidas" por una secta. Una de ellas es la de Clara, de 23 años.

Imagen de archivo de uno de los grupos de las Hijas del Amor Misericordioso. E. E.

En realidad, ese no es su nombre real. EL ESPAÑOL —que comenzó a investigar los posibles abusos de las HAM el pasado mes de junio— ha decidido cambiarlo para proteger su identidad y la de su familia, que ha pedido expresamente mantener el anonimato por miedo a represalias.

Un retiro "intenso"

"Clara empezó como muchos otros jóvenes, en un retiro de Effetá. Son experiencias emocionales, intensas, muy bien organizadas, pero alejadas en principio de lo sectario. Sin embargo, después de ese fin de semana salió cambiada. Le habían dicho que había sido tocada por Dios, que tenía una misión más grande. Al poco tiempo se vinculó con las Hijas del Amor Misericordioso", cuenta su padre.

Desde entonces, Clara rompió con su novio, abandonó sus estudios y se alejó de su familia. En marzo de 2023 ingresó como postulante. De pronto, la comunicación se volvió intermitente. Apenas llamadas. Apenas visitas. "Y cuando la veíamos, era como si ya no fuera ella. Hablaba raro, repetía frases aprendidas. Ya no opinaba sobre nada. Estaba ausente, como apagada".

La situación escaló a comienzos de 2025. Tras semanas de silencio, el padre de Clara recibió noticias alarmantes. Su hija estaba enferma. Cuando logró hablar con las responsables del convento, estas aseguraron que sufría una "regresión cognitiva" derivada de traumas del pasado. No mostraron diagnóstico. No permitieron visitas. Hasta que él se presentó sin avisar.

Entrada al convento de Escalona donde aún permanecen las Hijas del Amor Misericordioso, este miércoles. Julio César R. A.

"Fui directamente a su habitación, porque conocía el lugar. Estaba cerrada con llave desde fuera. Cuando finalmente entré, me la encontré en un estado deplorable. La estaban despiojando. Tenía las pupilas dilatadas, estaba desorientada. Grabé un vídeo y llamé a la Guardia Civil".

Al tratarse el convento de una propiedad privada, y la presunta víctima una persona mayor de edad, los agentes del cuerpo armado no pudieron intervenir. El padre de Clara presentó una denuncia formal. En ella hablaba de aislamiento, control, castigos físicos, ayunos, humillaciones, manipulación de conciencia. No ha tenido, explica, respuesta.

Clara, mientras tanto, ha estado ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Provincial de Toledo. Su familia no ha podido verla. No saben cuál es su diagnóstico. No saben si volverán a saber de ella.

Effetá como inicio

Su caso, aunque impactante, no es el único. Según ha podido confirmar este periódico, hay al menos 25 familias en una situación similar que han denunciado ante la Archidiócesis de Madrid y el Tribunal de la Rota, primero; y ante la Policía Nacional, después.

El cuerpo policial, que puso en marcha el primer plano operativo de actuación y coordinación frente a sectas destructivas en marzo de 2024, investiga lo que sostienen que responde a un mismo modus operandi. "Captación en retiros religiosos, desvinculación de la vida previa, ingreso en la asociación y progresiva anulación de la voluntad", explican.

Nos vendaron los ojos y nos hicieron esperar de pie durante más de una hora. Luego nos ataron las manos y nos sentaron contra la pared, como prisioneros

Lucía, 20 años.

Effetá es el nombre de un tipo de retiro de fin de semana organizado por movimientos laicos católicos. Se define como una experiencia de "encuentro personal con Cristo" y se dirige sobre todo a jóvenes.

En los últimos años, este tipo de eventos ha proliferado en España. Son intensos, emocionales, de atmósfera cerrada. Y, según denuncian algunas familias, se han convertido en la puerta de entrada para comunidades donde el control y la obediencia se disfrazan de espiritualidad.

Imagen de archivo de una misa en un retiro de Effetá en Málaga. E. E.

Hay quienes, por poco, lograron salir a tiempo. Es el caso de Lucía (nombre también ficticio), una estudiante de Psicología que accedió a hablar con este periódico tras haber participado en un retiro en el que las HAM reclutó "espiritualmente" al menos a cuatro jóvenes.

"Fui con mente abierta, porque creo en Dios. Pero me generó muchísima ansiedad. En verdad, no tienes control de nada. No puedes saber la hora, ni a qué hora te levantas o te acuestas, ni qué actividad viene después. Incluso cuando vas al baño, hay alguien contigo. Nunca estás solo".

Lucía recuerda una actividad concreta que la dejó marcada. "Nos vendaron los ojos y nos hicieron esperar de pie durante más de una hora. Luego nos ataron las manos y nos sentaron contra la pared, como prisioneros. Te hablaban de tus pecados, del daño que has hecho a los que amas, y al final, sin darte cuenta, estabas arrodillada frente a un altar, confesándote", explica.

Sobre la posibilidad de levantarse y marcharse, responde con precisión: "Lo que yo sentí fue una especie de coacción emocional muy fuerte. En general, no me sentía libre para decir no". También menciona una sensación compartida por muchos al final del retiro.

"Tras la misa final, nos sentimos eufóricos. Todos. Era como un subidón colectivo. Nos decían que era el Espíritu Santo, pero yo, que soy escéptica, creo que hay algo más allá. Era extraño. Dura varias horas. Y al salir, sentí que había estado medio lavada del cerebro", sentencia.

Lucía, a diferencia de Clara, pudo poner distancia y no continuó asistiendo a actividades de este tipo. "Tenía herramientas. Estudio psicología. Conozco los mecanismos que se utilizan en grupos coercitivos. Y aun así, durante esos días, me sentí sumisa sin quererlo. Fue después, cuando lo racionalicé, que comprendí lo que había pasado".

Las HAM publicaban regularmente vídeos en YouTube en los que sus integrantes compartían experiencias. E. E.

Un mismo patrón

En otro testimonio recabado por EL ESPAÑOL, Nuria, que ahora tiene 25 años, pero estuvo muy cerca de unirse a las Hijas del Amor Misericordioso en 2022, cuenta una experiencia similar.

"Fui a las HAM porque una amiga me insistió. Se hablaba mucho de ellas en mi universidad [menciona una reconocida facultad privada en Madrid], por lo que pensé que no estaría mal. Allí había cosas que me parecían raras, pero pensaba que exageraba", dice.

Lo que creyó que sería un acercamiento a Dios se acabó convirtiendo, dice textualmente, en un pequeño trauma. "Al tercer día me di cuenta de que no podía hablar con nadie sin que alguien se pegara a escuchar. Salí de allí con insomnio, llorando sin saber por qué".

Pero, incluso después, seguiría sufriendo. "Perdí a mi amiga después de eso, ella se integró completamente en los hábitos, me decía que estaba en un plano espiritual que yo no había alcanzado.  Lo peor es que me dio miedo lo fácil que fue que casi dijera que sí, que me unía a ellas".

De todas las personas consultadas destaca un mismo patrón. Todas son mujeres jóvenes, de entre 18 y 22 años, que no han profesado —según cuentan— la fe desde pequeñas, sino que se han interesado por ella durante la juventud, o sienten, en su defecto, una gran pérdida de ella.

Una vez dentro de estos círculos de retiros espirituales y grupos de actividades, son sometidas a un aislamiento total, se les insta al sufrimiento con penitencias, disciplinas y castigos; no se les permite dormir bien, hay ayunos prolongados y anulaciones de la privacidad.

Son jóvenes de toda la geografía española, captadas principalmente en Madrid, pero también en otras ciudades de España, como Sevilla o Palma. Usualmente estudiantes de universidad privada. Destacan también las que proceden de América Latina, "sobre todo México o Ecuador", cuentan las mismas fuentes, con sus familias a miles de kilómetros.

El arzobispo de Madrid, José Cobo, en 2024.

Hechos inéditos

El pasado lunes, la Archidiócesis de Madrid comunicó oficialmente la intervención de las Hijas del Amor Misericordioso. Tras una visita canónica y una investigación eclesiástica, la superiora general —María Milagrosa Pérez Caballero, conocida como hermana Marimí— ha sido destituida.

También ha sido cesado todo el equipo directivo. Se ha nombrado una comisaria extraordinaria, Pilar Arroyo Carrasco, con la misión de reformar la estructura interna, revisar el plan formativo y evaluar la gestión económica. Es la primera vez en la historia de España que ocurre algo así.

Marimí, la madre superiora de las HAM, durante una entrevista en la COPE. E. E.

Durante un año, prorrogable, la asociación no podrá admitir nuevas vocaciones ni continuar el proceso de las novicias de primer año. Además, se limitará su actividad pastoral externa y el acompañamiento espiritual quedará reservado a personas designadas por la autoridad eclesiástica.

La Archidiócesis de Toledo ha confirmado que ya en mayo había decidido expulsarlas de Escalona. Consideraban que la formación de novicias debía estar bajo jurisdicción directa de Madrid. Se les dio dos meses para trasladarse. La decisión ha coincidido con la escalada de las denuncias.

Cabe destacar, en este punto, que las jóvenes de las HAM no son en realidad novicias ni monjas regladas. El motivo: no conforman una congregación u orden religiosa oficial. Sino que son una asociación de fieles.

Mientras, Escalona sigue su curso. Algunos vecinos recuerdan haber visto a las chicas del convento bajar al supermercado, o al ambulatorio. Pero no saben qué ocurre dentro. Nadie habla. Las puertas siguen cerradas. Las ventanas, abiertas. Alguna joven estará esperando a ser escuchada. Otras, muchas, intentando olvidar el momento exacto en el que dejaron de ser ellas mismas.

Si tienes información sobre las Hijas del Amor Misericordioso o sobre otros grupos de carácter coercitivo, puedes escribir un correo electrónico de forma confidencial a julioc.ruiz@elespanol.com.