Murcia

A Mohamed sus propios padres le echaron del domicilio familiar cerca de Rabat, cuando supieron que le gustaban los hombres y se sentía mujer. Tuvo que buscarse la vida en Tánger, pero el trabajo escaseaba y acabó ejerciendo la prostitución por solo 10 euros. "Cuando hacía la calle me tiraban piedras y huevos", relata María, tras iniciar su cambio de sexo en Murcia. Tampoco aquí ha dejado atrás los problemas, ya que su casero -supuestamente- le exige que mantengan relaciones sexuales o le subirá el alquiler mensual a una persona que sobrevive con una renta básica de 400 euros.

El colectivo musulmán LGTBI también existe y, por desgracia, no se libra de episodios de abuso tan duros como el que María -nombre ficticio- ha decidido hacer público en una entrevista en exclusiva con EL ESPAÑOL. Tiene un único objetivo: "Necesito encontrar una habitación que se alquile, por entre 160 y 180 euros al mes, para irme del piso donde estoy porque la Policía Nacional me ha recomendado que me marche".

El consejo se lo han dado por su propia seguridad en una Comisaría de Murcia, donde María ya ha denunciado a su casero por acoso, vejaciones y coacciones por su condición de transexual. Este diario ha accedido a la denuncia en la que expone ser víctima de insultos y delitos de odio, por negarse a mantener sexo con él, o por pedirle que deje de mirarla por la rendija de ventilación del aseo, cada vez que se desnuda para ducharse: "¡Maricón con tetas! ¡Puta baratera! ¡Extranjero de mierda!" 

- ¿Cuándo comenzó su calvario con su casero?

- María: Hace cuatro meses. Un día empezó a acosarme en la cocina, cuando me estaba preparando la comida, se acercó a mí y me dijo que podía vivir sin pagar el alquiler mensual de 160 euros, pero a cambio le tenía que dar sexo. Yo le contesté que no porque no soy una prostituta, eso lo dejé atrás en Tánger. Ahora me busco la vida de una manera honrada en España, me estoy formando como esteticién y peluquera, estudiando por las mañanas y haciendo prácticas por las tardes, gracias a que cobro la renta básica.

- ¿Cómo reaccionó su casero a su negativa?

- Me pide sexo gratis o me sube el alquiler 40 euros. Me dice que es su piso, que puede hacer lo que quiera y que le tengo que pagar más por la habitación: 200 euros al mes. Pero eso no puedo permitírmelo porque cobro una renta básica de 400 euros para todos mis gastos mensuales: comida, teléfono...

La sede de la Jefatura Superior de Policía en Murcia. Efe

María siente que se encuentra en un callejón sin salida: si busca un empleo, para salir del piso donde supuestamente la están acosando sexualmente, tendrá que dejar sus estudios al no poder compatibilizar las sesiones formativas y prácticas que son de obligada asistencia; pero si continúa conviviendo con su casero no sabe cómo acabará la cosa. "Estoy nerviosa y asustada viviendo así, pero quiero terminar de formarme porque mi sueño es trabajar en el sector de la estética y de la belleza".

Esta marroquí treintañera, explica que ha comenzado "a pedir ayuda" a varias asociaciones y hace "un llamamiento" a los servicios sociales del Ayuntamiento de Murcia, así como del Gobierno regional, para encontrar una alternativa habitacional que pueda afrontar con su renta básica. Incluso pide a EL ESPAÑOL hacer público su correo electrónico, para ver si alguien le alquila una habitación en la capital del Segura, por una horquilla de 160 a 180 euros al mes, a la vista de los desorbitados precios del mercado inmobiliario del alquiler [hajardagdag992@gmail.com].

"Para mí, es muy incómodo ver todos los días a mi casero en ropa interior, solo con un bóxer, como si estuviera insinuándose, algo que ya le he dicho, pero me contesta que va así por el piso porque tiene mucho calor", ejemplifica María, sobre el insoportable giro que ha dado la convivencia diaria. "Estoy tomando Lorazepam y salgo lo mínimo de mi cuarto". 

Su habitación se ha convertido en una especie de prisión, como en su día lo fue su propio cuerpo. "Tenía claro que quería cambiar de sexo desde la infancia", tal y como relata María al periodista, mientras se bebe una Coca-Cola en un céntrico bar de Murcia. "En Marruecos era una chica en un cuerpo de chico y no podía vestirme como una mujer. Por eso vine a España: a empezar una nueva vida y cambiar de sexo. Mi cuerpo era una cárcel. Allí vivía como un gay, pero en realidad soy transexual".

- ¿Cómo trata el Reino alauí al colectivo LGTBI?

- María: En mi país, ser gay o lesbiana es un delito. En Marruecos puedes pasar de 6 meses a 5 años en la cárcel. Mis padres me echaron de casa cuando yo tenía 22 años por mantener relaciones con chicos. Me tuve que ir a Tánger a trabajar en una fábrica, pero a los tres meses se me acabó el contrato y como no encontraba empleo, comencé a prostituirme después de conocer a un chulo. Tuve que ejercer la prostitución durante dos años, para comer y tener un techo. A veces, cobraba 10 euros y otras, solo 5 euros.

Una prostituta haciendo la calle. Efe

Esta marroquí con estudios de Bachiller y Formación Profesional en Gestión Empresarial, para poder sobrevivir, se vio obligada a vender su cuerpo en callejones oscuros de los alrededores del parque Sahat Omam de Tánger. Allí tuvo que soportar todo tipo de vejaciones y agresiones físicas. "Estaba con otros travestis y los chicos nos insultaban, nos apedreaban...", según cuenta sin querer entrar en detalles. "Lo paso fatal cuando lo recuerdo".

Tanto sufrió en aquellos años que decidió marcharse de su país. "Desde la frontera de Nador entré a Melilla, enseñando mi pasaporte, para pedir asilo a España por mi condición de género transexual". Eso ocurrió hace un lustro y a partir de entonces, no ha dejado de dar tumbos por centros y pisos de acogida de ONGs de Murcia y de Valencia. "El último piso estaba en el Barrio de Santiago el Mayor, mi estancia era por un máximo de seis meses, y cuando salí el pasado verano me puse a buscar una habitación de alquiler".

Era la única opción que se ajustaba al presupuesto de la renta básica de inserción social que le concedieron durante un año, mientras acudía de lunes a viernes, a un centro de Formación Profesional, homologado por el Ministerio de Educación, y donde imparten ciclos formativos de Grado Medio de Peluquería, Cosmética, Belleza, Imagen Personal... "Ya voy por el segundo curso", apunta ilusionada. "Me gusta el mundo de la estética".

- ¿Dónde alquiló la habitación en la que reside ahora?

- María: En Milanuncios.com encontré un piso compartido donde se ofertaba cada habitación por 160 euros al mes de alquiler. Llamé al teléfono del anuncio, fui a ver el cuarto y le pedí un contrato porque lo necesitaba para empadronarme en Murcia. La persona que me lo enseñó ocupaba una de las habitaciones, me dijo que me lo haría y que le pondría un pestillo, pero cuando llegó la hora de pagar el primer mes, me pidió que le diese el dinero en mano. Me dijo que me haría un contrato de alquiler y que pondría cerradura al cuarto, pero no ha hecho nada. Me ha mentido.

Todo ello se debe a que el inmueble, al parecer, no es propiedad del hombre que le está arrendando las habitaciones a María y a otros compañeros de piso a través del citado portal. Lo peor es que la convivencia de la marroquí con el casero es insoportable desde diciembre y así lo expone en la denuncia que ha presentado ante la Policía Nacional: "Desde hace cuatro meses, me intenta coaccionar con cambiar el pago del alquiler, a cambio de trabajos de índole sexual a los que no accedo [...]".

La marroquí María, nombre falso, este jueves, tomando una Coca-Cola durante la entrevista. Badía

Esta marroquí accede a revelar públicamente su delicada situación para "pedir ayuda", pero con la condición de no desvelar el barrio de Murcia donde se están produciendo los hechos, no aparecer en una foto ni publicar el nombre español con el que la conocen sus compañeros de clase y que pretende que figure en su DNI cuando culmine el proceso de cambio de sexo.

"Me estoy hormonando y ya tengo pecho, como chica estoy mejor en España que en Marruecos, pero tengo miedo de que me pase algo si mi casero se entera de que le he denunciado y no tengo a dónde ir. Los policías me han dicho que le citarán". En la denuncia presentada este miércoles, se alerta de que el casero, desde hace dos meses y medio, "tiene una conducta extraña conmigo, con constantes gritos, movimientos violentos de los muebles y una actitud agresiva en general".

Espiada en la ducha

También denuncia que la espía a escondidas, para verla desnuda, a través de la rejilla de ventilación del aseo: "Cada vez que entro a la ducha, puedo ver cómo me observa sin mi permiso. Esa actitud me incomoda, aunque no se lo he recriminado hasta ahora. Este martes me ha mirado otra vez por una ventana y sí que se lo he reprochado. Con conducta chulesca y a gritos ha contestado: '¡Es mi piso y hago lo que quiero!' Automáticamente, me ha solicitado más dinero de alquiler: '200 euros o te tienes que ir del piso'.

- ¿Qué otras situaciones ha soportado en estos meses de convivencia con su casero?

- María: Un mes después del día que me ofreció tener sexo para no pagar el alquiler, intentó besarme estando borracho y tuve que pararle. Cuando hemos coincidido en la cocina me ha llegado a pegar un empujón, me fui corriendo a la habitación y me encerré. Pasé toda la noche sin dormir y llorando. A diario, me habla como si yo fuese un chico porque sabe que eso me hace daño porque me siento mujer. Siempre que estamos solos en el piso lleva puestos unos bóxer y eso me pone muy nerviosa. Últimamente, casi no salgo de mi habitación para no verle, incluso como y ceno en mi cuarto.

Tan arriesgada se ha vuelto la convivencia con su casero que ha dado el paso de ponerla en conocimiento de la Policía Nacional. "Tengo la certeza de que todo lo narrado anteriormente que he sufrido, vejaciones, coacciones, acoso, etcétera, son debidas a mi identidad de sexo", según recoge la denuncia de María. "Me siento discriminada en todo momento, no me encuentro amparada y protegida, además de ser una persona sin recursos económicos para poder buscar un nuevo domicilio". 

En la denuncia remarca que ha tenido que ser atendida en el Hospital Reina Sofía tras sufrir un "ataque de ansiedad", a raíz del encontronazo de este martes con su casero. "Estoy acudiendo al psicólogo para tratar todos los traumas que tengo de mi infancia, por los dos años en los que me prostituí en Tánger y por lo que ahora me está ocurriendo en el piso donde vivo". 

- ¿Qué le dice su familia sobre lo que le está pasando?

- María: Mis padres y mis hermanos no me hablan porque dicen que sienten vergüenza porque soy transexual.