El inicio del curso ha sido como los de antes. Colegios, universidades y trabajos –por fin– han empezado el año académico y laboral sin ninguna de las restricciones que la pandemia fue dejando durante más de dos años. Que si ventilación por aquí. Que si aforos limitados por allá… Pero ya nada. Nada de nada. España ha vuelto a la vieja normalidad. Y en el ámbito laboral el trabajo presencial ha regresado por doquier. Las empresas, en general, quieren a sus plantillas en la oficina y, por ello, el fenómeno del tupper también ha vuelto.

Si bien es cierto que muchas empresas aún mantienen un modelo híbrido de trabajo semipresencial, no es menos cierto que la presencialidad ha regresado. Por ello, en estos tiempos de crisis, los trabajadores prefieren ahorrarse unos euros llevando la comida diaria desde casa. Pero, claro, en el fondo eso implica cocinar y gastar parte del tiempo libre en guisar y preparar los tuppers. Algo que muchas personas por falta de tiempo, por falta de habilidad o por pereza, no están dispuestas a hacer.

De ahí que las empresas de preparado de tuppers con comida casera hayan vuelto a la primera línea comercial. Wetaca, una de las más punteras en España, está otra vez en boca de muchos trabajadores de las empresas. Fue así como llegó a EL ESPAÑOL el reto de comer sólo platos preparados por la empresa durante una semana laboralcinco días, de lunes a viernes– para evaluar la experiencia. Por un lado, este redactor pensó que era una suerte no tener que cocinar (mucho) esos días. Por otro, se preguntó: “¿Y si no están buenos?”. Sería una faena.

Una selección de platos que comercia Wetaca.

Bueno, reto aceptado. Así que el primer paso era realizar el pedido semanal. Este redactor lo solicita un miércoles para que los platos lleguen preparados el viernes. El lunes siguiente comenzaría la prueba, que se prolongaría durante toda la semana. El peso del periodista ese día: 81,9 kilos. Es un dato que se quería apuntar antes de comenzar la semana alimentado por los tuppers ya hechos, pues el fin es clarificar si, a juicio de este medio, pueden compensar o no.

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El pedido, en la web

Pero antes de iniciar la aventura había que realizar el pedido. Como cualquier ciudadano, accedimos a la web de Wetaca a través de Google a ver qué vendían. Y lo primero de lo que nos damos cuenta es que para hacer un pedido, el cliente debe hacerse cuenta –gratuita–, que luego será necesaria para realizar el pedido. Pero ahora, a lo importante, a analizar los casi 40 platos que ofrece la empresa cada semana con el fin de elegir cinco de ellos.

Y así, pensando en que queremos comer bien por el gasto energético que necesitamos, decidimos que dos días comeremos pescado; uno carne; uno un plato 100% vegetal y otro algo más ligero. Con eso claro, empezamos a rastrear la web y observamos que se divide en Comidas, Comidas ligeras y cenas, Entrantes y Postres. Todo tiene buena pinta. No hay nada que rechacemos a priori.

Tras ello, estudiamos los pescados. Queremos dos. Hay uno que nos llama mucho la atención y que tiene buena pinta: una merluza con salsa cítrica por 7,45 euros. Lo añadimos al carrito. El otro pescado que queremos es azul. Concretamente, un salmón con pisto y quinoa por 7,95 euros. Estos dos platos han sido los más caros de nuestro pedido. El resto costaba entre 6 y 7 euros.

La merluza con salsa cítrica, por 7,45 euros, antes de ser emplatada. N. A.

Como plato cárnico para uno de los días de la semana, nos decantamos por un tajine de ternera y verduras que vale 6,75 euros. Por último, los dos restantes serían una olla murciana, un plato 100% vegetal6,49 euros–, y un plato elevado a la categoría de Top valorados: un risotto al funghi, cuyo precio es de 6,95 euros. En otras palabras, la cuenta total nos saldría por 39,58 euros –tras añadir los 3,99 euros de gastos de envío–. O lo que es lo mismo, cada comida costaría, de media, 7,92 euros.

Bueno… viendo el precio medio final, consideramos que no íbamos a ahorrar alimentándonos cinco días con los tuppers de Wetaca ya hechos. Estaba claro que el atractivo de estos productos no reside en lo económico, ya que cocinando ahorramos más en comida casera. Incluso hay restaurantes que te ofrecen medio menú de comida casera –una cantidad similar– por ese precio.

El momento en el que Wetaca ofrece su oferta de suscripción de manera más llamativa que hacer el pedido sin ella.

Aun así, cuando el cliente hace el pedido por primera vez, Wetaca ofrece 15 euros de descuento si se suscribe a la semana. ¡Quedaría todo a 18,95 euros! Ahí sí compensaría, por supuesto, pero es la trampa en la que no se debe caer porque el cliente quedaría sujeto a una suscripción semanal. Por ello, en vez de pulsar el atractivo botón de Quiero mis 15 euros, hacemos click en uno menos vistoso que dice: No quiero el descuento. Hacer el pedido puntual.

Y bien que hicimos. Una persona que ha empleado este tipo de aplicaciones ha denunciado a EL ESPAÑOL que ahora no paran de llegarle mensajes de oferta y que, en el caso de Wetaca, “hasta se ha activado la petición de algún menú semanal de manera automática, teniendo que ser yo la persona que lo desactive por no quererlo”, alertaba. Bueno, aunque en lo económico este medio considere que Wetaca no vale mucho la pena, aunque si tiene clientes es porque habrá algo positivo. Veremos.

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El sabor de la comida

Y efectivamente hay motivos por los que las empresas de tuppers para trabajadores tienen éxito. En el caso de Wetaca es que la comida está bastante bien, con algunos (pocos) detalles a mejorar. La preparación final en todas ellas, facilísima: agujerear el plástico que cierra al vacío el tupper y calentarlo en función de los minutos que indiquen las instrucciones. Después, a comer.

Uno de los 'tuppers' ya preparados de Wetaca en el microondas. N. A.

En este sentido, el primer día comimos merluza con salsa cítrica y patatas panaderas7,45 euros–. Tras comerla, hemos observado que el pescado tiene algunas espinas, pero lo consideramos un buen indicativo que denota que se trata de una pieza natural. La salsa, rica y consistente, con un agradable sabor cítrico en el retrogusto. Las patatas panaderas, su guarnición, estaban bien hechas, con un correcto punto de cocido, pero algo sosas de sal.

El martes tocaba el risotto al funghi. Nada de carne. Nada de pescado. Aquí, el arroz y las setas son el elemento principal. Y vaya sí lo han sido. El arroz estaba muy bien cocido, en su punto, y la capa de queso que estaba sobre él quedó fundida al calentarlo, dotando a la elaboración de cremosidad. Las setas, abundantes, completaron la elaboración que perfectamente se puede servir en cualquier restaurante italiano.

La olla murciana, ya servida, el mejor plato de los pedidos a juicio de este medio. N. A.

El miércoles le llegaba el turno al plato “100% vegetal”. Se trataba de la olla murciana o, para quienes no la conozcan, de un puchero cocido a base de garbanzos, judías verdes, calabaza, zanahoria, patatas, caldo de verduras, puerro, apio y champiñones acompañado de un sofrito. Una delicia. El mejor de los cinco platos, a nuestro juicio. Y, además de sano, no era del todo caro –6,49 euros–.

El jueves le llegaba el turno a nuestro segundo pescado, el salmón con pisto y quinoa de 7,95 euros. Éste, en contra del anterior, el más flojito. Buena parte de la culpa de ello la ha tenido la sequedad de la pieza de salmón, además de estar soso. Aunque el pisto no estaba del todo malo, la quinoa tampoco era muy agradable al paladar. Por último, el tajine de ternera con verduras6,75 euros– tenía un único aspecto negativo: la carne estaba algo dura. El resto: sabor, cantidad y productos, bastante conseguidos.

El tajine de ternera con verduras y cuscús ya emplatado. N. A.

Vale, tras comer los cinco días nos hemos dado cuenta de lo negativo y lo positivo de comer una semana los platos de Wetaca, una empresa especializada en la elaboración de tuppers de comida casera. Lo negativo, como se ha explicado, el precio –algo elevado– y que pueden hacer que el consumidor se suscriba aunque éste no quiera.

Lo positivo, dos cosas: el sabor y cantidad de la comida; y que sí hemos notado que la desconexión a nivel culinario durante una semana. Estábamos con el piloto automático. ¡Ah… y una tercera cosa buena! El peso de este periodista el viernes por la tarde era de 81,5 gramos, es decir, sólo ha habido una variación 400 gramos a la baja, lo que denota que no es comida basura.

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