Sevilla

A principios de los años 90, Steve Shubin era un policía de Los Ángeles. En concreto, formaba parte del equipo SWAT (acrónimo de Special Weapons And Tactics, que traducido significa Armas y Tácticas Especiales'). Cinco años después, y como hiciera otro Steve apellidado Jobs, también en el garaje de su casa, se dispuso a crear su propia arma táctica especial. Fue fruto de una necesidad, como pasa en todos los negocios. Hoy, casi 26 años más tarde, aquella loca idea de fabricar un masturbador masculino lo más realista posible ha hecho a Steve, y a su mujer, Kathleen, millonarios. ¿Su target? Amplísimo. En sus propias palabras, "es cualquier hombre del mundo que tenga una erección". 

Fue a raíz del embarazo de su mujer. Apellidada Harter antes de casarse, es una extenista profesional que llegó a ser semifinalista en Wimbledon y fue número 5 de Estados Unidos. Un embarazo gemelar y de riesgo les prohibió mantener relaciones durante toda la gestación, y fue lo que impulsó a Steve a buscar una solución para sobrellevar aquel celibato por prescripción médica. Al plantearle el asunto, su mujer levantó una ceja, guardó silencio y solo le pidió que el diseño fuera elegante y respetuoso con las mujeres.

Kathleen Shubin, antes de casada Kathleen Hater, en las semifinales de Wimbledon de 1967. E.E.

Primero Steve diseñó y fabricó torsos, pero por su tamaño eran poco discretos. Shubin le dio muchas vueltas a la cabeza: acabaría inspirándose en su linterna policial, que, comparada con las españolas, es enorme, y comenzó a vender. "Si esta historia te la contase él, te morirías de risa" explica a EL ESPAÑOL el director general de la compañía en España, Juan Ziena. 

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Así nació Fleshlight, una empresa que, ayudada por el auge del comercio electrónico, solo en su factoría europea alcanzó en 2021 los 18,7 millones de euros de facturación. Es en Dos Hermanas (Sevilla) donde se encuentra su división europea desde hace 12 años. Los proveedores, además, son locales casi desde el principio. 

Para el matrimonio, sin embargo, no ha sido todo un camino de rosas. "Se han arruinado dos veces", dice Juan Ziena. Pero el espíritu emprendedor pudo más que los fracasos y el proyecto se han consolidado hasta tal punto que además de su sede matriz y fábrica en Austin (Texas), tienen esta planta en Sevilla.

Un grupo de trabajadores, envasando productos para su posterior distribución. Cata Zambrano

En 2010 empezaron a buscar un lugar para instalar su fábrica para Europa, porque querían evitar encarecer el producto con los aranceles si se enviaba desde Estados Unidos. A Kathleen le apasionan los caballos, así que recalaron en Andalucía. "Y lo tuvieron claro: el sur de España. Se enamoraron de la gente y del clima", cuenta Juan Ciena, el hombre de los Shubin en Europa, a EL ESPAÑOL.

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El matrimonio reside en Texas, pero pasa gran parte del año en su casa de Estepona (Málaga), donde Kathleen, a sus 75 años, sigue montando a caballo. Posee varios equinos purasangre que compiten a nivel internacional, e incluso alguno fue  seleccionado para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio.

En los caballos han centrado en su afición su próximo proyecto empresarial: un Centro de Alto Rendimiento Equino en Casares (Málaga) que ha sido diseñado por un prestigioso equipo de arquitectos malagueño y que se encuentra en fase de  construcción. El complejo deportivo dispone de hotel, zonas de entrenamiento y de unas enormes y espaciosas cuadras. Sin escatimar.

El matrimonio, durante la cena navideña en el Hotel Alfonso XIII en Sevilla. Cedida

En España están con mucha frecuencia e incluso acuden a las cenas de empresa navideñas: invitan todos los años a sus 34 trabajadores españoles a una velada en el Hotel Alfonso XIII, el mítico hotel de cinco estrellas gran lujo de Sevilla. "Son muy simpáticos y cercanos. Es una suerte trabajar para ellos, yo me considero muy afortunado. Es un trabajo con el que, además, cuando vamos a ferias, no necesitamos salir a buscar clientes: nos vienen a buscar a nosotros", subraya Ziena con una sonrisa.

Los números

La compañía cerró 2016 con 12,5 millones de euros de facturación. En 2020, año del confinamiento, batieron récords: las ventas aumentaron un 155,92%."Tuvimos que doblar turnos y poner uno de tarde-noche para doblar la producción. Tras regresar a la fábrica del confinamiento, no dábamos abasto. Los clientes, al no poder salir, se lanzaron a comprar". 

Imagen de la zona de almacenaje de la fábrica de Fleshlight en Dos Hermanas (Sevilla). Cata Zambrano

La pandemia multiplicó exponencialmente el patrón productivo de la compañía, que fabrica de manera estable durante todo el año, pero que se incrementa con la llegada del otoño y el invierno, que es cuando se sale menos en países como Alemania, Reino Unido, Francia o Países Bajos. Es en ellos donde se concentra el grueso de su clientela. Un público objetivo de renta per cápita media y alta, a partir de 25 años. 

En 2021 la previsión de la firma era mantener las ventas récord de 2020. Las volvieron a pulverizar con esos 18,7 millones de euros, pese a la supresión de restricciones y la vuelta a la normalidad.

Actualmente más de 150 referencias de productos, "y antes teníamos más: hemos retirado ya muchas". La compañía tiene dos líneas de negocio. La lúdica, que absorbe el grueso de las ventas, y la terapéutica. "Aquí hay un I+D+I bestial. Para la lúdica, se cambian muchísimo los productos, en orificios, en forma... la principal línea de ventas es la 'Fleshlight Girls' que reproduce el exterior y el interior de las principales estrellas del cine para adultos". También tienen líneas con actores de cine porno, destinadas tanto a chicas como a chicos. Y vibradores, lubricantes, profilácticos...

Juan Ziena, en su despacho, con la docena de premios obtenidos por 'Fleshlight'. Cata Zambrano

La línea terapéutica es totalmente neutra. Se denomina 'Stamina Training Unit' y sirve tanto para retardar el orgasmo como para tratar la eyaculación precoz o la disfunción eréctil. "Trabajamos con médicos y psicólogos", explica Ziena. Esta línea de productos "permite por ejemplo entrenar para retardar la eyaculación. Porque al final, el pene es un músculo. La visión que tenemos no es solo la de un chico masturbándose: puede ser usado para mejorar la vida sexual de una pareja", añade.

Precisamente, esta línea, la enfocada a tratar problemas médicos, es objeto en la actualidad de un litigio entre la empresa y una extrabajadora, que ha puesto en marcha una empresa similar a la línea de negocio en la que venía trabajando en Fleshlight. "Consideramos que ha usado nuestro trabajo para, supuestamente, poner en marcha su proyecto".

No es el único caso. Las falsificaciones chinas también les dañan. "Hay redadas, se detectan productos falsos y se cierran fábricas. Pero en China, tal y como cierran una, se abre otra". Imitan los productos a la perfección. ¿El packaging? Exacto. "Hasta pone la dirección de la fábrica de Dos Hermanas, y está hecho en China". La forma, igual. "Lo único que no pueden copiar es la calidad del producto. Esto nos hace un enorme daño, no sólo económico, sino reputacional, porque además de engañar al consumidor pueden provocar reacciones o alergias".

El extractor para caballos

La visión empresarial del matrimonio es clave. Tanto, que han aunado su pasión por los caballos a crear un dispositivo que facilite la extracción de semen para sementales.

Se encuentra en las oficinas y, al ser un prototipo, no puede ser fotografiado por EL ESPAÑOL. Tiene aproximadamente las dimensiones de una bolsa -rígida- de las de palos de golf, y su interior reproduce fielmente cómo es el interior de una yegua, incluida su temperatura.

"En esencia, es un fleshlight grande", explica Juan Zieza. Actualmente las extracciones se hacen con una manga de cuero. Con el dispositivo, el caballo no nota tanto el cambio con respecto a una yegua y recupera antes. "Esto ofrece mayor capacidad de extracción, es decir, que eyacula más". Y eso se traduce en más semen de sementales... y en mayores ganancias económicas. Los Shubin, definitivamente, han encontrado la aguja -de oro- que había en el pajar.