Luis Casal Brais Cedeira

No hace falta licencia, test psicotécnico ni autorización de ningún tipo. No está prohibido ni comprarlos ni tenerlos, la única regla es que no los lleves por la calle. Esta es la legislación que actualmente rige la posesión de machetes, el arma favorita de las bandas juveniles que en la última semana han asesinado a dos jóvenes en Madrid, de 15 y 25 años, también portadores de estos cuchillos. Su popularidad, que no ha dejado de crecer en los últimos años, es fácil de explicar de cara a los criminales: son fáciles de conseguir, baratos y, sobre todo, legales. 

Una breve búsqueda por internet o a pie de calle es suficiente. Se trata de armas de un solo filo, pesadas, de 40 centímetros o más de longitud, cubiertas por fundas y fáciles de ocultar. Algunos modelos pueden comprarse sin papeleo, sin siquiera mostrar el DNI, por menos de 20 euros por internet, incluso por debajo de 15 en tiendas especializadas de la capital. Son la última moda de la delincuencia juvenil en Madrid, donde cada noche circulan cientos de machetes escondidos entre abrigos, pantalones y mochilas. El cálculo se basa en el precio, con grandes partidas para justificar la oferta y la demanda de la violencia.

Es, además, el arma perfecta contra la ley. El Reglamento de Armas, de 1993, considera como una infracción grave "portar armas de fuego o de cualquier otra clase en establecimientos públicos y lugares de reunión, concentración, recreo o esparcimiento"; esto es, no llevarlas por ahí. El machete sólo aparece citado una vez, prohibiendo su “uso particular” si “forman parte de armamentos debidamente aprobados por autoridades”. Dicho de otra manera: la ley está preparada para que no lleves una pistola por la calle, pero no está preparada para la nueva moda de cuchillos en las discotecas. 

Jaime Guerrero, el joven de 15 años asesinado a machetazos en Madrid.

En los últimos días, la preocupación ha aumentado todavía más. La noche del sábado un joven de 15 años perdió la vida por una puñalada en el corazón. Rodeado por un grupo de unas ocho personas en plena calle Atocha (Madrid), el chico murió atravesado. Una hora antes, sanitarios del Samur advirtieron de una escena en un parque del sur de la capital, con otro joven de 25 años asesinado a machetazos en la zona lumbar. En la misma madrugada, otras tres personas resultaron gravemente heridas por agresiones similares, medievales, una de ellas con un brazo semiamputado. Todas tenían un denominador común.

En cualquier ferretería

Según ha podido saber EL ESPAÑOL de fuentes policiales, este tipo de armas no consideradas han terminado por convertirse en las favoritas de los pandilleros juveniles, herederos de las antiguas bandas latinas que ya admiten en sus filas a jóvenes españoles, rumanos y magrebíes. Para ellas, dice una persona cercana a la investigación, la lógica para usar estos cuchillos es aplastante: es más fácil y seguro comprar un machete que una pistola.

"Es muy sencillo porque lo puedes comprar en cualquier ferretería o tienda por menos de 20 euros”, explican una fuente de la Unidad de Información de la Policía Nacional en Madrid. A partir de los 40 euros, la demanda baja -los pandilleros no se los pueden permitir-, por lo que se alejan de las cuchillerías profesionales y prefieren los grandes almacenes o tiendas de jardinería. Vastos, toscos y feos, pero letales. Y baratos.

Esto genera un grave problema para los policías, incapaces de rastrear una oferta de armas blancas disfrazadas de herramientas a efectos del comprador y de la ley. La misma fuente lo tiene claro, y asegura que “los delincuentes han cambiado, pero el control de las armas prohibidas no ha evolucionado todavía. Nuestro problema es probar que llevas ese machete como miembro de una organización criminal, no que lo lleves como tal”.

Los servicios de emergencia atienden a Jaime Guerrero, este sábado, en Madrid.

Todas las fuentes consultadas por este diario coinciden en algo: llevamos tiempo así. Las miradas de los policías van hacia bandas históricas como los Trinitarios, Dominicans don't play (DDP), Ñetas y otras con menor presencia, además de lobos solitarios que simplemente adquieren sus machetes por defensa propia o para cuestiones personales. Todas las semanas se encuentran con víctimas de los cuchillos, pero no suelen trascender a la población en general y no pueden demostrar su procedencia.

"El problema está ahí, en que es uy fácil: llegas a la gasolinera, compras una navaja y nadie te pregunta nada. Y un machete pues prácticamente lo mismo”, explica a este diario un portavoz del Sindicato Unificado de Policía (SUP). La legislación, dice, no pone ningún impedimento, y ni siquiera pide ser mayor de edad para comprar cuchillos que tienen más pinta de espada medieval que de cubierto de sobremesa.

En este sentido, muchos agentes piden acercar la normativa del machete a la de las armas de fuego, desde reclamar fichas de antecedentes penales hasta pasar exámenes psicotécnicos y sobre su uso, pasando por una licencia de la Guardia Civil. Esto implicaría, explican desde la Confederación Española de Policía (CEP), modificar el Reglamento de Armas y dejar de considerar una herramienta agrícola lo que en la práctica se ha convertido en un arma mortal.

“Todo empieza por modificar la ley para considerar a los machetes como un arma prohibida. Esto implica imponer sanciones administrativas específicas y de mayor entidad, además de llevar a cabo un control exhaustivo y real de su venta, como ocurre con otras armas", concreta un portavoz del sindicato. Para este sindicato, la Instrucción de la Secretaría de Estado de Seguridad que regula el tratamiento policial de los grupos juveniles violentos, fechada en el año 2014, habría quedado "desfasada tras siete años de vigencia". 

En ella no se contempla, en sus palabras, "la nueva realidad de la violencia juvenil”, que ha dejado de lado tácticas y utensilios antiguos para adaptarse a los nuevos tiempos. Si no se ataja rápido, temen que impere la ley del machete, el nuevo Colt del salvaje Oeste madrileño.

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