A Éibar la definen sus contrastes. Si le preguntas a sus vecinos, te dirán que su ciudad es el centro del universo, a pesar de tener poco menos de 28.000 habitantes. Si invades a sus futboleros, contarán que el Barcelona les robó los colores de la camiseta, aunque sea al revés. Éibar es lo suficientemente grande como para ser el centro del socialismo vasco y, a la vez, lo suficientemente pequeña como para que, cuando preguntas por teléfono por el nuevo líder del PSOE en Euskadi, tu interlocutor se lo acabe de cruzar por la calle.

Él, como eibarrés, tiene mucho de su ciudad, y Eneko Andueza (1979) sólo se entiende por sus equilibrios. Secretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE), pero amante de los toros. Pasional en el fútbol, la política y la vida, pero reflexivo a puerta cerrada y frío en la intimidad de la sala de guerra. Y vasco, muy vasco y muy de Éibar, pero hijo de navarro y zamorana. Contrastes armeros.

Dijo de él Jesús Eguiguren, el último hombre que negoció el proceso de paz con ETA, que el futuro le estaba esperando. Fue en 2012, durante el Congreso del PSOE de Valencia -esa pequeña ciudad a las afueras de Éibar- que Rubalcaba le ganó a Carme Chacón, y lo hizo a la cara. Bastaron cuatro frases, medio café con leche y un cuarto de brillo en los ojos, pero lo supo ver. “No era nadie por aquel entonces, pero vi en él al líder que íbamos a necesitar tarde o temprano. Lo tenía todo”, recuerda el propio Eguiguren, ya retirado de la primera línea, en conversación con EL ESPAÑOL. ¿Pero todo el qué?

Jesús Eguiguren (i) y Eneko Andueza (d). E.E.

Dependiendo de a quién se le pregunte, los calificativos bailan, pero la idea no se inmuta. Hasta la coronación de su nuevo secretario general, el PSE-EE se ha mantenido como un -sumiso- aliado del PNV y negado el apoyo de Bildu. Ahora, con un nuevo líder a la cabeza, se recupera aquella pulsión que ya pregonaba Eguiguren: que Bildu es una opción, con matices. Ni contigo ni sin ti, por ahí van los tiros de Enko Andudeza. Pasional o impulsivo, audaz o temerario, firme o tozudo, elijan el que quieran. Ya se ha dicho que es un hombre de contrastes, incluso en los matices. Cosas de ser de Éibar.

“El futuro te espera”

El pasado 21 de noviembre, Eneko Andueza asumió el liderazgo del PSOE vasco un poco porque sí, porque tocaba, a la misma edad a la que Patxi López hiciera lo propio hace ya 20 años. Eneko era el candidato pactado entre Idoia Mendia y Ferraz para revitalizar a los socialistas, debilitados por seis años de pactos con el PNV, el relevo natural que necesitaban volver a las esencias, echarle arrojo y lavarse la cara sin perder las esencias. Como dice Eguiguren, el futuro le esperaba desde hacía tiempo.

Aunque aquello lo dijo en 2012, hay quien lo vio mucho antes. Es lo que tiene nacer en 1979, durante los años de plomo de ETA, y afiliarse al PSOE antes de cumplir los 18, animado por la victoria de José María Aznar. Ya se ha dicho que Andueza juega con los contrastes, y desde el principio fue uno de esos jóvenes socialistas valientes que labraron carrera donde más hacía falta: en los ayuntamientos donde los compañeros se negaban a estar por miedo al acoso abertzale y la amenaza terrorista. Él lo hizo en Ordizia en 2004, antes de cumplir los 25, y se mantuvo durante 12 años.

“Hay municipios en los que era muy complicado encontrar a gente que quisiera ser concejal, porque eso significaba exponerte y que te ataquen. Nosotros nos ofrecimos a cubrir esas plazas y, de todos los que lo hicieron, él era el más joven”, señala a este periódico Miguel de los Toyos, viceconsejero del Gobierno vasco y alcalde de Éibar de 2008 a 2021. Durante sus dos primeras legislaturas, Andueza fue su teniente de alcalde.

Eneko Andueza (i) y Miguel de los Toyos (d) izan la bandera republicana en el Ayuntamiento de Éibar. E.E.

Por aquella época, la política vasca no era sencilla para los socialistas. Dependiendo de dónde te tocara, salir de casa a trabajar significaba enfrentarse a una realidad que, como mínimo, abrasaba y amedrentaba por medio de la militancia abertzale y, como máximo, atentaba contra la vida por la vía armada, mucho más para los compañeros de partido. A Andueza le tocó descubrirlo pronto.

El asesinato de Isaías

En octubre de 2007, ETA intentó matar con un coche bomba a Iñaki Dubreuil, concejal del PSE en el Ayuntamiento de Ordizia, pero no lo consigueron. Fue la primera vez que Eneko Andueza, edil en el mismo consistorio, con escolta desde los 23 años, sintió miedo. Un año siguiente, la diana le tocó al concejal Isaías Carrasco, amigo de la juventud, que había renunciado a esa misma escolta, y cayó fulminado por cinco disparos en la espalda a dos días de las elecciones generales.

Idoia Mendia, Fernando Grande-Marlaska y Eneko Andueza asisten al homenaje del asesinato a Isaías Carrasco junto a sus familiares. E.E.

Ese mismo día, media hora antes, habían tenido un acto de campaña juntos en Mondragón, repartiendo rosas a los militantes. Se dieron un abrazo y Eneko cogió el coche. Cuando oyó el atentado por la radio se dio la vuelta en medio de la carretera y llegó al mismo tiempo que la policía sólo para ver a su amigo, tendido en el suelo, desangrado.

“Se conocían de las Juventudes, desde muy jóvenes, y eran muy cercanos. Fue durísimo para él y todavía se le nota. Se emociona mucho cuando habla de él”, señala a este diario Rafaela Romero, diputada Foral por Gipuzkoa. Es una especie de “hermana mayor” para Andueza, a quien conoce desde sus primeros pasos en el socialismo, y amiga cercana desde hace años. El día que mataron a Isaías, ella lo vio todo.

“Estar en Mondragón o en Ordizia no era lo mismo que estar en las capitales. No vivían, malvivían, y el asesinato de Isaías marcó mucho los principios de Eneko, esa rabia y convicción que tiene. Es algo que ha forjado su personalidad”, añade.

Socialista y taurino

Cuando Jesús Eguiguren dijo aquello de “Eneko, el futuro te persigue”, lo dijo con conocimiento de causa. Recuerda ahora que aquel joven militante con poca proyección mediática tenía “todo” lo que él esperaba del siguiente líder del socialismo vasco, pero todo es una palabra vaga, sobre todo cuando sale de una conversación informal en medio de un congreso al que iba de oyente. De seguro, lo que no se esperaba es que la cara del socialismo vasco fuese un fiel seguidor de los toros.

Eneko Andueza y amigos, durante unos San Fermines. Abajo, Rafaela Romero. E.E.

Aquello con lo que nadie contaba le viene de familia, de su abuelo Mauricio. Natural de Morales de Toro (Zamora), el mismo pueblo del que era oriundo Isaías Carrasco, el abuelo Mauricio es de esas personas que de niño le inculcaron a Eneko dos esencias de su personalidad: el socialismo y la tauromaquia. De pequeño coincidía los veranos con Isaías, 13 años mayor, toreaba a las vaquillas en las Fiestas de San Roque y jugueteaba por la calle principal del pueblo. De grande se hicieron amigos, y ahora Isaías da nombre a aquella calle.

Eneko Andueza, ya se ha dicho, se equilibra con sus contrastes, desde el bilingüismo español-euskera hasta la defensa del socialismo y la tauromaquia, una afición por la que incluso ha escrito un libro, Los toros, desde la izquierda (Servisistem 2000) y que, dice, no depende de ideologías. “Nadie es perfecto”, bromea Rafaela Romero, “pero es imposible no respetarle aunque no estés de acuerdo con él”.

Esta defensa, se pueden imaginar a pesar de las palabras de Romero, viene acompañada con polémica. Andueza es consciente de que el suyo es un caso único, heterodoxo, y que es un político que navega contra la corriente dominante -cosas de ser de Éibar-. La publicación del libro a finales de 2020 le hizo daño, personal y políticamente, pero salió airoso. Ya se ha visto.

“Las críticas vinieron, sobre todo, por parte de gente que no se había leído el libro”, asegura una fuente cercana al parlamentario que prefiere mantener el anonimato. “En privado, incluso recibió apoyo de políticos abertzales que también le confesaron que les gustaban los toros, pero que no lo aireaban por culpa de lo perseguido que está en ciertos sectores”, concreta. Para más referencias, ahí está el caso del fallecido Jon Idigoras, torero por la mañana y portavoz de Herri Batasuna por la tarde.

Eneko (abajo a la derecha) es un fiel seguidor de la Sociedad Deportiva Éibar. E.E.

En el caso de Andueza, tampoco era ningún secreto. Durante sus días en la política municipal de Éibar, el alcalde Miguel de los Toyos era perfectamente consciente de la “polémica” afición de su segundo de abordo, pero nunca le supuso un problema: “A mí no me gustan, así que cuando tenía que ir alguien del ayuntamiento iba él. Sé que es algo que afecta sólo a su esfera personal y no a la política”, aclara por teléfono.

La incógnita Bildu

Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad del País Vasco, de Morales de Toro a Ordizia y de Ordizia al cielo, el nuevo secretario general de los socialistas vascos es, se le pregunte a quien se le pregunte, el relevo natural. No obstante, y a pesar de ser el candidato predilecto de Ferraz, desde Madrid hay quien dice que Eneko Andueza es, incluso, un prospecto “nacido en laboratorio”: la razón, dicen, es encontrar a un líder capaz de mantener la pulsión del PNV y, si la situación lo requiere, conseguir desbancarlos mediante el apoyo de Bildu. Pero no nos adelantemos.

Si de alguien es heredero en este sentido, sería sin duda del hombre que profetizó su ascenso: Jesús Eguiguren. En su caso, el histórico socialista fue el primero en advertir que la reconversión de los abertzales y su largo camino hacia la normalidad podía, en cierto extremo, serviles de aval para que el PSOE aceptase su ayuda -y viceversa. El extremo quiere decir, hoy por hoy, acuerdos puntuales en algunos ayuntamientos, un acuerdo de Presupuestos Generales del Estado y un Gobierno en Navarra. Que no es poco.

El papel de Andueza, en este caso, es lidiar con ambos: mantener los acuerdos con la izquierda abertzale sin olvidar la doble alianza que mantiene en Vitoria y Madrid con el PNV. Un poco aquel axioma de que no hay que romper los acuerdos, pero que ningún acuerdo es eterno. Tiempo al tiempo.

Eneko Andueza y Rafaela Romero, durante este último Congreso del PSE. E.E.

Su primera prueba de fuego serán las municipales de 2023, momento en el que podrían asomar los primeros gobiernos de coalición entre EH Bildu, PSE y Podemos. En las propias palabras de Andueza: “El tiempo nos dirá de si estamos preparados o no para cosas mayores", o dicho de otro modo, cautela, pero con la puerta abierta.

“Eneko sabe mirar al futuro y cree que hay que abrir alternativas, aunque todavía no se da el contexto”, señala Miguel de los Toyos. “Cree que no hay que mantener la puerta cerrada a Bildu: que tenemos que ser muy exigentes con ellos, pero reconocer los pasos que van dando. No estamos igual que hace diez años ni estaremos igual que dentro de diez y ojalá fuéramos más rápido, pero hay que avanzar en ese sentido”, recalca.

“El problema que tiene Bildu para Eneko”, añade Rafaela Romero, “es que todavía son más nacionalistas que de izquierdas”. “Su historia personal le hace alejarse mucho de ese modelo de país, pero eso no quiere decir que sea súbdito del PNV: si llevarse bien con ellos significa hacer lo que ellos dicen, entonces nunca se llevará con ninguno”.

Iñaki Arriola, el exalcalde de Éibar que dio a Eneko su primer cargo político, suele decir que le gusta la gente sencilla, la gente que no pierde su esencia de eibarrés, que sigue siendo la misma con o sin focos. Éibar, ya se sabe, es el centro del universo, y los eibarreses siempre andan por ahí. Un poco de aquella manera, con sus contrastes y equilibrios, ya lo dijo el propio Eneko en su toma de posesión como líder de los socialistas vascos: “El PSE-EE ha vuelto”, proclamó rosa en mano. Tampoco se aclara adónde se había ido, pero sin duda ha regresado. Quizá nunca se fue. Esperen a 2023.

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