El pasado viernes 17 de septiembre se estrenaba en Cuatro la séptima temporada de En el punto de mira, formato dedicado a los reportajes de investigación sobre temas de actualidad. Este primer programa abordaba la problemática de la violencia filio-parental, es decir, las agresiones de hijos a padres. La reportera Samanta Villar (Barcelona, 1975) fue la encargada de visibilizar esta realidad cada vez más común en España. La periodista catalana visitó varias ciudades de nuestra geografía para conocer de cerca a algunas de las familias afectadas por este fenómeno social.

Dispuesta a adentrarse en el gélido seno de hogares desamparados y quebrados por la violencia, Samanta Villar dedicó todo el mes de junio de 2021 a investigar cuáles son las causas más comunes que llevan a un menor a maltratar a su propia familia. Para ello, contó con la voz de expertos, trabajadores sociales y psicólogos dedicados a rehabilitar a jóvenes con temperamentos irascibles, que en ocasiones han llegado a convertirse en auténticos tiranos para sus progenitores y hermanos. Durante el transcurso del rodaje, la comunicadora tuvo que asistir a relatos de una crudeza desgarradora contados tanto por víctimas como por agresores.

Sin embargo, lo que más le ha emocionado ha sido poder asistir a la reconciliación de estas familias. Familias que, al igual que hace ella en esta entrevista para EL ESPAÑOL, le abrieron las puertas de su casa. Samanta Villar no duda en invitarnos a su salón para describirnos cómo la maternidad le ha llevado a afrontar este último reportaje con mayor empatía y sensibilidad. La que fuera presentadora del exitoso 21 días hace un recorrido a través de su trayectoria profesional y personal para contar cómo ha cambiado su vida en los últimos años y qué ha supuesto para ella ser madre de dos mellizos en pleno auge de su carrera. 

Samanta Villa se ha sumado a la última temporada de 'En el punto de mira'. Manu Mart

— En este primer episodio de En el punto de mira habéis decidido visibilizar una realidad cada vez más alarmante en España, la violencia de hijos a padres. ¿Por qué escogisteis este tema para abrir la temporada?

— Todo vino por una conversación que mantuvimos a raíz de la emisión del programa sobre Rocío Carrasco y todo el problema que había tenido con su hija, con Rocío Flores. Nos pareció que había mucho que explicar alrededor de la violencia filio-parental. A partir de ahí nos pusimos manos a la obra, empezamos a buscar casos y a investigar sobre el tema. La verdad es que el equipo ha hecho un trabajo espectacular encontrando testimonios para presentarlos al gran público. Se trata de que la gente tome conciencia del problema, que es grande e importante.

— Durante el programa reveláis muchos datos desconocidos, por ejemplo, que la violencia filio-parental ha aumentado en un 20% durante la pandemia.

— La pandemia en sí nos ha afectado a todos a la salud mental y en algunos hogares se ha convertido en una olla a presión. Si ya había una situación previa deteriorada, el encierro y las restricciones han aumentado o han empeorado esa situación. De ahí a en buena medida ese aumento de la violencia filio-parental. Pero luego también hay causas estructurales. Lo que señalan los psicólogos y pedagogos es que esto es crucial y que depende de la educación que los padres les den a sus hijos.

— Te hemos visto emocionarte con varias de las historias que viviste durante la grabación. ¿Ser madre te ha ayudado a entender mejor a esos progenitores que sufren por los actos violentos de sus hijos?

— Sin duda la maternidad a mí me ha sensibilizado muchísimo con muchas situaciones, particularmente con las relaciones entre padres e hijos y con todo lo que tenga que ver con la infancia. Entonces sí que es verdad que te es muchísimo más fácil empatizar con esas madres o esos padres que están viviendo ese infierno en casa. Te puedes poner en su piel, porque lo que llegas a amar a un hijo es incondicional, pero a veces esa incondicionalidad es perjudicial.

— ¿En qué sentido la incondicionalidad es perjudicial?

— A veces no te permite frenar una situación que tiene que ser frenada con una denuncia en unos juzgados o ante la Policía. Para una madre o para un padre es durísimo denunciar a un hijo, es hasta incluso inconcebible. Realmente parece que lo estás poniendo a los pies de los caballos. Y sin embargo, paradójicamente, es lo mejor que puedes hacer por él, porque es la manera en que le metes en un circuito de recursos públicos, de atención psicológica. A veces también hay que encerrarlos en centros, que a nadie le gusta llegar a ese extremo, pero ese trago va a significar unos primeros pasos en su rehabilitación.

La serie documental de Rocío Carrasco ha dado a conocer la violencia vicaria y el trato injusto que se le había dado a ella como madre

La maternidad realista

La periodista catalana publicó 'Madre hay más que una', en 2017. Manu Mart

En el año 2017, Samanta Villar publicaba Madre hay más que una, libro que tendría como subtítulo “Un relato en primera persona sobre la aventura de la maternidad”. Gestante de dos mellizos a la edad de 40 años, la periodista lanzaba en su obra unas declaraciones destinadas, según sus propias palabras, a “desmitificar la maternidad”. La reportera, que había grabado previamente un documental sobre su proceso de embarazo llamado “nueve meses con Samanta”, afirmaba en una entrevista posterior que tener hijos era perder calidad de vida. Frase que enardeció a ciertos sectores de la sociedad que redujeron su discurso al mero titular sin atender a más explicaciones.

A día de hoy, Samanta no se arrepiente de haber mostrado la otra cara del embarazo, la lactancia y su experiencia como primeriza. A pesar de que la barcelonesa siempre ha asegurado vivir al máximo todas las hermosas experiencias que le ha aportado la maternidad, también considera necesario hablar abiertamente sobre otros aspectos no tan enriquecedores ni alentadores. Madre orgullosa de Damià y Violeta, niño y niña de cinco años de edad, Samanta Villar destaca que tanto padres como madres perdemos cierta libertad en nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, comenta que esta pérdida de individualidad es necesaria para aportarles a nuestros hijos el tiempo, el cariño y la ternura necesarios para que crezcan y desarrollen una personalidad saludable. “Lo que llegamos a tolerar por amor”, decía entre lágrimas Samanta al conocer la historia de Paula, una joven en rehabilitación que había maltratado a su familia durante años. Durante el primer episodio de En el punto de mira, la periodista atendió a diversas situaciones que le hicieron plantearse el papel de la educación desde los primeros años de la infancia. Etapa que dice estar afrontando con enorme ilusión junto a su marido, Raül Calàbria, y que califica como un mundo lleno de cuidados, aprendizaje y juegos.

— ¿Qué papel consideras que cumple la educación para que nuestros hijos crezcan mentalmente saludables?

— El papel de los padres es el de saber poner los límites cuando corresponde, porque hay unas determinadas edades en las que ya hay que empezar a actuar. Y si, por lo que sea, ahí no se actúa suficientemente, es cuando el menor se convierte en un adolescente y frenarle en su impulsividad es mucho más complejo. Hay unas dinámicas internas de la familia que se tienen que modificar y por eso también es imprescindible que si quieren mejorar el problema o sanarlo, pues tiene que acudir toda la familia a hacer un trabajo terapéutico, psicológico y emocional.

— También consideras que es fundamental darles a tus hijos atención y tiempo. ¿Cómo concilias actualmente tu vida laboral con tu vida familiar?

— El arranque de temporada es justamente el momento más intenso, la conciliación en esta época del año es la más dura de todas. Por experiencia te digo que poco a poco vamos modificando las dinámicas de trabajo. Porque sí que tengo muy claro que los niños no tienen que pagar el precio del trabajo de los padres. Entonces intento estar con ellos el máximo tiempo posible. Ellos van al colegio y cuando tanto cuando entran como cuando salen, intento estar con ellos todas las horas posibles.

— ¿Cómo te ha cambiado durante estos años la maternidad?

— Yo creo que la maternidad te obliga a madurar. Si no puedes hacer grandes desastres. Por primera vez en mi vida, no soy yo el centro de mi vida, sino que son los niños el centro. Toda la organización de la vida, de la casa, de las actividades, de la logística gira alrededor del bienestar de mis hijos. Todo es muy intenso, pero al mismo tiempo es una vida que está llena de juegos, está llena de ilusión, está llena de de momentos muy curiosos, fascinantes, divertidos. Ves cómo van aprendiendo y las ocurrencias que tienen. Te lo pasas muy bien, pero también te agota.

— ¿Crees que mostrar la maternidad con sus pros y tus contras ha ayudado a liberar a las madres de ciertos estigmas?

— Creo que muchas mujeres estaban esperando que alguien se atreviera a decir en público lo que pensaban en la intimidad. De manera que a mí me han agradecido muchísimo mi sinceridad y mi relato de Perogrullo. Porque lo que yo he explicado en los medios de comunicación son obviedades. Yo no he hecho ningún discurso elaborado, sofisticado y novedoso al respecto, lo único que he hecho ha sido contar lo que hay. Y sí que es verdad que muchas mujeres me han agradecido el haber roto este hielo.

— ¿Y en el caso de los hombres?

Yo digo una cosa muy clara que es que yo creo que la vida con hijos es muchísimo más estresante que sin hijos, lo cual no significa que no sea placentera o no sea estupenda, igualmente disfrutable. Pero es mucho más estresante para todos y yo asocio el estrés a la pérdida de calidad de vida. Por estos pensamientos pasamos muchas mujeres y también muchos hombres, solo que a ellos no les penaliza tanto que lo compartan en público. Y sin embargo, a las mujeres sí que nos penalizan, nos estigmatizan como malas madres y por eso también lo interiorizamos y nos sentimos culpables.

La vida con hijos es más estresante que sin hijos, aún así, es una vida placentera, estupenda y disfrutable

Samanta y la vida de…Rocío Carrasco

Samanta Villar conduce el magacín de las mañanas de Radio 4, de lunes a viernes. Manu Mart

Actualmente, Samanta Villar conduce el magacín de las mañanas de Radio 4 que se emite en directo de lunes a viernes desde las diez hasta las tres. La periodista señala que esta oportunidad en Radio Nacional de España le permite dedicarle el suficiente tiempo a su familia, a la vez que combina esta labor con pequeñas colaboraciones en televisión. “Es cierto que cuando no tenía hijos podía hacer un 21 días y ahora sería imposible”, reconoce. 21 días fue el producto televisivo donde la periodista alcanzó sus mayores éxitos. Con una fórmula pionera en España, este programa hacía que su reportera estrella viviese durante tres semanas una experiencia única e intensa en situaciones límite.

Samanta Villar fue la protagonista de 21 días en su primera etapa, entre 2009 y 2010. Durante este año, dejaría para el recuerdo de los espectadores episodios memorables como “21 días fumando porros”, “21 días en una mina” o “21 días en la industria del porno”. Posteriormente, tras haber ganado numerosos premios televisivos y haberse involucrado en decenas de aventuras, la periodista se embarcaría en otros proyectos, dándole espacio a Adela Úcar como nueva reportera. Aunque Samanta admite que el reportaje es el formato donde siempre se ha sentido más cómoda, la catalana se atrevió a ir más allá y probar suerte en el otro tipo de programas.

En 2010, la barcelonesa se puso al frente de Conexión Samanta, donde convivía durante varios días con personajes tanto anónimos como famosos. En 2016 daría por terminada esta etapa televisiva para grabar el documental sobre su embarazo, 9 meses con Samanta. Otros programas como Samanta y…, La vida con Samanta o Samanta y la vida de… mezclaban temas de actualidad y relatos sobre formas de vida poco convencionales con entrevistas íntimas a personalidades. No obstante, uno de los giros más inesperados de la carrera de Samanta Villar ha sido el ser colaboradora en Rocío, contar la verdad para seguir viva, donde se incorporó como comentarista de la docuserie protagonizada por Rocío Carrasco.

— Nunca habías sido tertuliana de programas del corazón. ¿Cómo surgió tu colaboración en la docuserie de Rocío Carrasco?

— Me sorprendió mucho que me llamaran, porque yo no doy para nada el perfil de los programas del corazón. Pero resulta que buscaban justamente perfiles distintos. Creo que a mí en un principio me llamaron por las declaraciones que yo había hecho sobre la maternidad y el hecho de que Rocío Carrasco ante la sociedad española era la mala madre por antonomasia. Me da la sensación de que me llamaron por eso motivo, aunque luego mis intervenciones allí fueron por otros derroteros.

— ¿Cómo ha sido tu experiencia allí dentro?

— Fue muy interesante, la verdad. Me gustó mucho hacer el programa y me ha ayudado a darme cuenta de que ha faltado mucha consideración con la vida de Rocío Carrasco, con las consecuencias de los mensajes que se lanzaban en televisión, en las revistas y en la prensa del corazón. Me pareció que el trabajo que hicieron sobre la vida de Rocío Carrasco fue impresionante y aprendí mucho, por ejemplo, sobre la violencia vicaria, que la desconocía. Porque es cierto que Rocío Flores ha sido condenada por maltratar a su madre, pero es un caso ligeramente distinto a otros de violencia filio-parental que hemos investigado. En esta situación, hubo manipulación de por medio por parte de su padre, es decir, violencia vicaria y nadie lo había mostrado hasta ahora.

— En este sentido, ha criticado que durante años la prensa rosa vendiese historias sin contrastar su veracidad. ¿Cree que se ha actuado sin ética periodística en el caso de Rocío Carrasco y Antonio David?

— Sí, pero eso ocurre mucho. Ocurre en muchos sectores porque la ética de la empresa es el beneficio. No hay otra. Luego hay empresas que sí, que tienen valores sociales y que se organizan de otra manera. Pero lo fundamental para que una empresa se mantenga es que tenga beneficio. Entonces muchas veces lo que ocurre es que se vende un producto, el que sea, con tal de tener beneficio y se hace la vista gorda respecto a la calidad de ese producto y a las consecuencias que puede tener ese producto que estás vendiendo. En el caso de la prensa del corazón, el producto son las historias de las personas, sin más. Y eso es lo que se vende.

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