Parece que en cualquier momento va a aparecer un zombi, con sus andares vacilantes, los ojos en blanco y la boca llena de sangre, dispuesto a devorarte. Es lo que tienen los lugares abandonados, que hacen que uno se monte la peli. Y el auditorio del parque Juan Carlos I de Madrid lo está. Muy abandonado. La vegetación ha tomado sus recovecos, sus paredes se han llenado de grafitis, las butacas han desaparecido, por todas parte hay cristales rotos, hasta el cableado ha sido saqueado. Son las consecuencias de 13 años de cierre y olvido, una situación que el Ayuntamiento de Madrid se ha decidido a revertir.

La delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Consistorio, Andrea Levy, explicó este martes que ya hay en marcha un estudio de viabilidad económico-financiera para la reforma y habilitación de este auditorio, cerrado desde 2008. Se prevé que dicho estudio esté listo para finales de este año. Una vez concluido, llegaría la licitación y el concurso para ver qué empresa asume la obra y la explotación del espacio. Algo que, como cabía esperar, no ha gustado en las filas de Más Madrid.

El Ayuntamiento calcula que la reforma estaría lista en el primer trimestre de 2023. “Es un proceso largo. Hay que adaptarlo, por ejemplo, a la accesibilidad. Ahora es imposible que alguien en silla de ruedas llegue abajo. Cuando se construyó, nadie se preocupaba de estos temas”, explica una fuente del Consistorio. “Como en Madrid no hay muchos espacios con estas dimensiones y la ubicación es bastante buena, parece que sí hay bastantes empresas interesadas en explotarlo”.

“Nos parece totalmente intolerable”, asegura Pilar Perea, concejal de Más Madrid, en referencia a la gestión privada del espacio. “Porque no puedes tener ningún control sobre la gestión cultural que se va a hacer ahí. La gestión pública de un espacio desaparece. Entonces no hay ningún tipo de estrategia por parte del Ayuntamiento”.

Pocos sitios al aire libre hay en Madrid capital donde no se vea un alma y solo se oiga el tráfico a lo lejos y las hojas arrastradas por el viento. El espacio es enorme e imponente. Pero está cerrado a cal y canto desde 2008. Todo el recinto mide 5,8 hectáreas, el equivalente a ocho campos de fútbol. Solo la pista central —entre la fuente y las gradas— mide 2.230 metros cuadrados.

La llamada fuente cibernética ha vivido tiempos mejores. Hace dos décadas era un espectáculo en sí mismo. Una combinación de chorros de agua, luces de colores y música que conformaban una de las atracciones más visitadas de Madrid. Solo en el verano del año 2001, 109.000 personas visitaron la fuente cibernética.

La instalación tenía tres proyectores de vídeo de alta potencia, 16 efectos de rayos, animación gráfica en 3D, un láser de luz blanca capaz de crear 16 millones de colores y dos escáneres. Pero el tiempo y el vandalismo no han tratado bien a la fuente. Ya no tiene ni agua. Los focos están destrozados, oxidados y con pocas bombillas enteras. La fuente dejó de funcionar antes incluso de que se cerrara el recinto.

Los focos de la fuente cibernética, totalmente destrozados. Jaime Susanna

Lo único que está cuidado en el auditorio es el césped. De hecho, está impoluto, aunque solo lo puedan disfrutar los jardineros que lo cuidan. Se pueden apreciar las marcas de la cortacésped y huele ligeramente a hierba cortada. Hace pocos días de la última puesta a punto.

El tramo de hierba está coronado por una caseta verde, cuya función parece que era controlar la citada fuente. Ahora, parece más un búnker de guerra que cualquier otra cosa. Sobre el tejado de esta construcción, como remate, hay un pene dibujado con spray. Pues así con todo. Aunque, en honor a la verdad, hay grafitis mucho más interesantes y con intención artística.

En las gradas, solo queda una butaca en pie. Está en la grada central, en la cuarta fila. El resto han sido arrancadas, como se arrancaron las del estadio Vicente Calderón cuando el Atlético de Madrid cambió de casa. 10.000 sillas de plástico -el aforo del lugar- desaparecidas en 13 años de abandono.

La única butaca que queda en el auditorio, de las 10.000 que tenía. Jaime Susanna

Los ‘Axl Roses’

El último espectáculo celebrado en este auditorio fue un concierto de Guns n’ Roses en 2006. Aquello empezó mal y terminó peor. Como narran las crónicas del evento, lo que podía haber sido una noche para el recuerdo pronto se tornó en abucheos, rechazo e insultos. Los que sepan algo de rock lo entenderán bien. Por aquella época, Guns n’ Roses tenía poco que ver con lo que era en sus inicios.

El único miembro original que quedaba era el polémico cantante Axl Rose. No estaban ni Duff McKagan al bajo, ni Steve Adler a la batería ni Slash a la guitarra, con su inconfundible chistera y cigarrillo. Y el fan auténtico no perdona eso, aunque se deje 40 euros en la entrada. Cuando la banda se dignó a salir al escenario —se retrasaron dos horas—, hubo quien les tiró cervezas y hasta butacas. Ni los acordes de Welcome to the jungle calmaron el ambiente.

Aquella noche fue el principio del fin, tanto para Guns n’ Roses como para el auditorio en cuestión. La banda iniciaba aquel 26 de mayo de 2006 la gira que menos gustó a sus fans y que ahora Axl Rose querría borrar de la historia. El espacio, por su parte, acogía su último espectáculo. Dos años después, se cerró sin fecha de reapertura.

De todo se repone uno, y hace ya varios años que la mítica banda californiana rueda con gran parte de su formación original, la misma que convirtió a Guns n’ Roses en uno de los fenómenos musicales más importantes de los 90 y de la historia del rock. El auditorio está tardando algo más en volver a ser lo que era, pero el Ayuntamiento prevé que el primer trimestre de 2023 estará operativo.

Una vez adjudicada la obra, será la empresa elegida quien se haga cargo del coste de la reforma. Eso, a cambio de explotar el espacio. La gestión del auditorio será privada, aunque el recinto sea público. “No tiene sentido tener ese mastodonte ahí muerto en medio de un parque”, explican desde el Consistorio.

Las puertas del recinto, cerradas desde 2008. Jaime Susanna

“Yo creo que la señora Levy tiene que salir de los públicos y entrar en lo público. Es una persona que está obsesionada con los éxitos de taquilla y con que haya mucha gente”, afirma Perea, de Más Madrid. “Tiene una visión totalmente de la industria, no es una visión pública. Precisamente, lo público tiene que atender a mensajes que el mercado no atiende. Propuestas emergentes que no llenan teatros. Tiene que atender a otros criterios que no son solo la taquilla”.

Sobre el sitio en cuestión, dice que “ha estado absolutamente abandonado por el Partido Popular”. Sin embargo, cabe recordar que nada cambió durante el mandato de Manuela Carmena, entre 2015 y 2019, aunque la idea se puso sobre la mesa. “Es una de muchas otras cosas que no dio tiempo a hacer. Piensa que durante cuatro años hubo muchas cosas que no se hicieron, muchísimas”.

Si se cumplen los plazos que maneja el Consistorio, la reforma del auditorio estará terminada justo al término de la primera legislatura de José Luis Martínez-Almeida, ya que las municipales se esperan para junio de 2023. Pero hasta que empiecen las obras, este lugar seguirá pareciendo más el escenario de una peli de zombis que un auditorio funcional.

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