Silvia Acebal dio a luz el 1 de agosto de 2019 en Gijón (Asturias). Nadie sabía que había tenido un embarazo, ni su propia pareja. Nada más nacer el niño, le asestó 53 puñaladas y lo tiró al contenedor que había enfrente de su casa. La mujer tenía entonces 27 años. Fue detenida al mes siguiente, el 23 de septiembre de 2019. Ahora, la Audiencia Provincial de Asturias la ha condenado a prisión permanente revisable, así como al pago de una indemnización de 105.00 euros a su expareja y padre del pequeño.

Esta sentencia condenatoria por un delito de asesinato con la agravante de parentesco es la primera prisión permanente revisable que se impone en Asturias y la vigésimo tercera que se impone en España desde que está vigente desde marzo de 2015.

Es la máxima pena de cárcel en España para asesinatos especialmente graves y conlleva el cumplimiento íntegro de entre 25 y 35 años de cárcel, dependiendo del tipo del delito y si es por uno o varios, tras lo cual se revisará, pero si no se cumplen determinados requisitos para la libertad, el condenado seguirá en prisión.

La Sección Octava de la Audiencia Provincial ha emitido el fallo después de que un jurado popular decidiera por unanimidad que la mujer, que ahora tiene 30 años, es culpable de haber matado, consciente, intencionada y voluntariamente al bebé que había dado a luz ese mismo día, y cuyo embarazo había ocultado tanto a su entonces pareja como al resto de familiares y allegados.

La sentencia, que descarta que la ahora condenada padezca alteración alguna de sus facultades volitivas y cognitivas, da por probado que, tras dar a luz, la joven acabó con la vida del recién nacido al asestarle 53 puñaladas con un cuchillo de cocina antes de que su pareja regresase a casa del trabajo.

A continuación, metió al bebé unido por su cordón umbilical a la placenta en una mochila, bajó a la calle y la tiró en el interior de un contenedor de basura situado en la misma calle donde residía, en el barrio gijonés de Nuevo Roces, y donde el pequeño fue encontrado por un particular la noche del día siguiente.

El contenedor donde arrojó al recién nacido. E.E.

Para ocultar el crimen, la mujer le dijo a su pareja que la sangre que había por distintas zonas de la casa era consecuencia de un sangrado masivo por un quiste en un ovario. Tras una exploración ginecológica efectuada con posterioridad a los hechos por el Servicio de Ginecología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en Oviedo, se comprobó que la joven no tenía quiste alguno en los ovarios.

Fue detenida el 23 de septiembre de 2019 tras una larga y costosa investigación "sin precedentes" en la ciudad de Gijón, como entonces aseguraron desde la Comisaría de la Policía Nacional.

Su pareja, que en el proceso ejerció la acusación particular, también fue detenido en un primer momento, pero después se constató que en ningún momento fue conocedor de la gestación ni del crimen perpetrado.

Durante la primera sesión del juicio celebrado este mes, la mujer rechazó responder a las preguntas tanto de su defensa como de la Fiscalía y de la acusación, aunque sí admitió su culpabilidad, y durante el uso del turno de última palabra aseguró que no tendrá "vida suficiente" para arrepentirse.

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