Almodóvar del Campo (Ciudad Real)

A Mario lo vacunaron el 1 de abril, Jueves Santo. Era profesor del instituto Universidad Laboral de Toledo. Por su condición de docente, saltarse ese paso no era una opción. Le fue administrada la vacuna de AstraZeneca. Tras el pinchazo, normalidad aparente. Una semana después, fallecía. 

Mario era natural de Almodóvar del Campo (Ciudad Real), un pequeño pueblo a 165 km de Toledo. Allí, pasó esas cortas vacaciones de Semana Santa. Se reunió con su familia, con sus amigos y con su novia desde la adolescencia.

Los problemas empezaron el jueves siguiente, el 8 de abril. Justo una semana después de vacunarse. Cuando ya parecía todo superado. Un plazo aparentemente demasiado largo para que se manifestasen los posibles efectos adversos. Mario, que ya había regresado a Toledo, empezó a sufrir fuertes dolores de cabeza. Acudió al hospital para que le revisasen. Allí le empezaron tratando con calmantes.

Hospital Virgen de la Salud, donde ha fallecido el profesor natural de Ciudad Real.

Pero el problema estaba lejos de ser controlado. Mario empeoraba por momentos. Le hicieron unas primeras pruebas con las que no hallaron el trombo. Pero su estado de salud era cada vez peor. Los dolores iban en aumento. El viernes, su estado ya era crítico.

Fue en una prueba posterior donde, cuentan en el municipio, le hallaron el trombo. Para entonces, su situación ya era grave. Ingresó en quirófano ese mismo día, en estado crítico. Fue trasladado a la UCI del Hospital Virgen de la Salud de Toledo.

En el pueblo tienen serias dudas acerca de las medidas que tomaron en el centro para recuperar al joven y esperan que el caso se resuelva cuanto antes. Porque Mario falleció el lunes 12 de abril, a causa de una trombosis cerebral. Tenía sólo 30 años.

Funeral

No se recuerda en Almodóvar del Campo un funeral más multitudinario que el de Mario. Un pueblo de poco más de 6.000 habitantes. Casi todos salieron el martes a darle el último adiós a Mario. Porque el joven era especialmente querido entre sus vecinos.

Funeral por Mario, muerto tras recibir la vacuna de AstraZeneca.

La Plaza Mayor, donde se ubica la parroquia en la que le dieron el último adiós, estaba atestada. Silencio absoluto, roto sólo por las lágrimas de su familia, que esperaba en la puerta de la iglesia.

Los vecinos hicieron una ordenada cola para mostrarles sus condolencias. Un funeral previsto para las cinco de la tarde, que empezó casi media hora después, a causa de la cantidad de amigos que allí se dieron cita para despedirle. Imposible enumerar la cantidad de ramos de flores recibidos.

Un chico sano

“Si había un tío sano de verdad, ese era Mario. No fumaba, no se drogaba, apenas bebía, más allá de la cerveza que te tomas con los amigos. Deportista, siempre jugando a pádel. Siempre con su novia de toda la vida. Un chaval más majo que todas las cosas”, cuentan en el bar Merina Negra, donde se reunía con los amigos.

La indignación era la constante entre los vecinos. “A él no le dieron otra opción. Como era profesor, no había otra: o te vacunas, o no trabajas. Eso es obligarle. Y tampoco tuvo opción de elegir la vacuna. AstraZeneca y se acabó”, lamenta otro de los parroquianos.

Mario no tenía patologías previas. Es la víctima más joven de cuantas han muerto en nuestro país tras la administración de la vacuna. También el que ha tardado más en manifestar efectos secundarios. Siete días, cuando parecía que todo había acabado.

Indignación

La familia está rota y apenas puede hablar. Se disculpan amablemente con EL ESPAÑOL y prometen que “cuando pase algo de tiempo, hablaremos con vosotros. Pero de momento es imposible”.

No quieren (ni pueden) hablar más por el momento. Y el pueblo ha respetado su postura. Si el adiós en la parroquia fue multitudinario, el sepelio del chico se desarrolló en petit comité, en la intimidad de los suyos. Un funeral que se celebró en respetuoso silencio, plomizo el cielo y cubierto de nubes.



Nadie en Almodóvar del Campo se cree aún lo que ha sucedido. El shock es general. "Un chico tan joven...", se escuchaba constantemente a las puertas de la parroquia. Son muchos en su entorno los que ponen en duda que se actuase bien en el caso de Mario. No conciben "que no le hiciesen las pruebas necesarias enseguida, o que digan que ingresó un día más tarde de lo que lo hizo".

Ahora los vecinos tienen miedo: “Ya ha muerto más gente en el pueblo por la vacuna que por el coronavirus. Están experimentando con las personas, y yo digo que experimenten con su p**a madre”, sentencia con rabia otro de los vecinos. Entre los asistentes, consenso: nadie más en el pueblo quiere la vacuna de AstraZeneca.

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