Lerma (Burgos)

Las campanas de la iglesia de San Blas dan las 12. Alberto Núñez aparece como una pequeña mancha azul en el horizonte que se va a haciendo más nítida según avanza. Hay poco movimiento en las calles de Lerma (Burgos). Pero haya mucha o poca gente, Alberto está solo. Es el único policía local que trabaja este jueves. Tiene un compañero, pero hoy libra. Esto quiere decir que solo hay un policía para una población de algo más de 2.500 personas.

“Trabajamos con muy pocos medios. Prácticamente estás solo. A veces estamos los dos, pero otras veces está uno, porque el otro libre, esté de baja o de vacaciones. El trabajo lo hace prácticamente uno. Puede haber días en que no haya ni uno”, explica el agente a EL ESPAÑOL mientras camina por las empinadas calles del pueblo burgalés.

Alberto se siente impotente, desamparado. No puede afrontar un problema sin llamar a la Guardia Civil, el otro cuerpo de seguridad presente en Lerma. “Algunas veces hay ocho agentes, otras veces 10, otras veces 14…”, explica. Las competencias son prácticamente las mismas.

—¿Vas armado?

—No.

Se levanta la chaqueta que deja ver un cinturón del que solo cuelga una porra (ellos la llaman goma).

—Dicen que como el cuerpo está a extinguir no es obligatorio llevar arma.

Que el cuerpo esté “a extinguir” significa que, si nada cambia, Alberto y su compañero serán los últimos policías locales de Lerma. Cuando se jubilen, el cuerpo desaparecerá por completo. Pero hasta entonces —y desde hace más de dos décadas— solo hay dos agentes desarmados de policía local. Antes eran cinco.

Alberto Núñez frente al Parador de Lerma. Jaime Susanna

“La Junta de Castilla y León tiene totalmente abandonadas a las policías locales. Ellos dentro de sus competencias podrían hacer que tuviéramos las mismas retribuciones y que pudiéramos irnos de una ciudad a otra, como hace la Policía Nacional o la Guardia Civil”.

A Alberto no le importa que el cuerpo se extinga. Lo que quiere es poder hacer su trabajo con los medios suficientes, aunque sea en otra localidad, como por ejemplo su pueblo natal: Aranda de Duero. “A mí me gustaría irme a Aranda o a Burgos. Yo le he mandado un montón de escritos a la Junta de Castilla y León. Yo trabajo para la administración, pero la administración es ciega. Ellos no lo ven”.

La feria de 100.000 personas

Alberto alterna su relato con una particular guía turística por el pueblo. “Esta es la plaza mayor, que dicen que es de las más grandes de España. Aquí se monta el mercadillo. Ayer había, por ejemplo, y eso es mucha confluencia de gente”.

Y cuanta más gente, más probabilidades de que haya un problema que él no tendrá medios para resolver. “Cuando ha habido algún altercado aquí en el mercado y hemos tenido que retirar algún puesto, hemos tenido que llamar a la Guardia Civil. Tú solo no puedes. Te comen”.

Pero el mercadillo no es lo más importante que sucede en Lerma, ni de lejos. “Ten en cuenta una cosa, aquí hay acontecimientos importantes. Aquí se hace la feria de maquinaria agrícola. Después de la de Zaragoza, es la más importante. Vienen aquí casi 100.000 personas. Vienen hasta compañías especiales de la Guardia Civil. Lerma tiene futuro, pero en el tema de policía local se ha quedado corta”.

Agente y periodista llegan a la Colegiata de San Pedro, un imponente templo del siglo XVII de piedra parduzca por el sol de primavera. “Es bonita, ¿verdad?”, dice el agente. Sin duda.

Aunque la historia de Lerma se remonta a tiempos de la Reconquista, su apogeo se vivió gracias al primer duque de la villa: Francisco de Sandoval y Rojas, valido de Felipe III entre 1598 y 1621. Fue el hombre más poderoso de su tiempo en España y su mecenazgo fue determinante para que el pueblo sea lo que es hoy. 

Bajo su mandato se contruyo lo que hoy es el Parador de Lerma, una imponente construcción de estilo herreriano, muy similar al Monasterio de El Escorial. También fue el responsable de traer hasta aquí los conventos de monjas de clausura que aún perviven en el pueblo.

Lerma se convirtió en un lugar de recreo para los nobles castellanos. Por estas calles pasaron nombres tan célebres como Góngora o Lope de Vega —este le dedico una comedia: La burgalesa de Lerma—, aunque no se sabe si durante su estancia en la villa conseguían aparcar sus diferencias. Durante esos tiempos fueron habituales los banquetes y las fiestas en honor de los reyes. Fue algo así como la Marbella de su época.

Siglos más tarde, el pueblo fue el hogar del poeta y dramaturgo José Zorrilla, que hoy cuenta con una estatua junto a la Colegiata de San Pedro. Precisamente, acomodados junto a la figura del escritor, Alberto prosigue su relato. 

Estatua de José Zorrilla en Lerma. Jaime Susanna

Cuenta que tiene 54 años y que, si todo va según lo previsto, se jubilará a los 60. Además de policía, es reservista voluntario de la Armada. Toda la vida ha trabajado en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado.

“Yo gano 1.256 euros al mes. Para ser policía, es poco. Mientras tanto, un guardia civil gana cerca de 1.800. Y aquí hacen el mismo trabajo, prácticamente”, protesta. “Y ellos van en pareja y con coches nuevos. Nosotros tenemos un coche multiservicios, que lo mismo lo tenemos para llevar una valla, una pala o una garrafa”. El coche en cuestión es un Mitsubishi tipo pick up. “Si detienes a alguien, ¿qué haces con él? ¿Le atas a las ruedas?”. 

Sin sindicato ni respaldo

Los cuerpos de policía local tienen una clara desventaja frente a cuerpos armados de ámbito local y autonómico. Sindicarse y perseguir un fin común es muy complicado. Divide y vencerás, que dijo Julio César. No hay un Jupol, un SUP o una UFP para defender sus intereses. "En Madrid hay sindicatos muy fuertes, porque claro, ahí hay 7.000 policías municipales".

Alberto Núñez posa en el Ayuntamiento de Lerma, donde tiene su oficina. Jaime Susanna

Además, está el hecho de que otros cuerpos son de ámbito nacional y están bajo la batuta del Gobierno central. “La Guardia Civil depende del Ministerio del Interior. Como las policías locales dependen de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos, pues hay cuerpos que son de primera, de segunda, de tercera. Se ve, ¿no? Las 17 comunidades autónomas que tenemos en España son unos reinos de taifas. Pues imagínate los ayuntamientos”.

—¿El Ayuntamiento no te ha ayudado en nada?

—Hombre, pues dentro de sus competencias… ha hecho lo justo.

Los vecinos sí han mostrado su apoyo a Alberto pero, al final, “cada uno va a lo suyo”. No les culpa, es una batalla perdida. Una anciana mujer corrobora lo que dice Alberto, que antes había cinco policías locales. “Estaban también de noche”, recuerda Paulina, vecina del pueblo desde 1968, que aprovecha para quejarse del "vandalismo" que hay. “¿Por qué se ha cortado cuando Lerma sigue siendo Lerma?”. Alberto asiente resignado.