"Con 12 años entré a trabajar en el cortijo de Gambogaz guardando vacas, ovejas y cochinos por 7,50 pesetas diarias. Los tratos no eran buenos porque no nos trataban como a niños, sino como a hombres". Esto contaba el torero Curro Romero (Camas, 1933), uno de los diestros más importantes del siglo XX, en su biografía sobre su infancia. 

Precisamente fue allí en la finca propiedad de Queipo de Llano, en el término municipal de Camas al pie del Guadalquivir, donde Romero soñó con ser torero al escuchar los olés de la Maestranza en las tardes de viento. Nunca pensó que, años después, torearía ante el mismísimo Francisco Franco, jefe del Estado y del que había sido el suyo cuando era un niño.

Le gustaba el campo, pero no quería esas condiciones para toda su vida en ese cortijo de 480 hectáreas, que hoy día sigue siendo explotado por los herederos del general.

Curro pensó que aquellas tierras, donde pasaba sus días y casi sus noches trabajando, se las había regalado la ciudad de Sevilla al general cuando terminó la guerra. Creía que había sido en agradecimiento por liderar el golpe militar contra la II República. Pero, según la plataforma memorialista Gambogaz, no fue así y quiere que acabe como el pazo de Meirás de los Franco, en manos del patrimonio público.

El diestro Curro Romero con el general Franco en agosto de 1960 en San Sebastián. EFE

Dinero del Banco de España

El comité técnico de la misma, conformada por historiadores y abogados, ha investigado al respecto. Asegura, según los documentos consultados, que no lo adquirió ni con dinero propio ni con una colecta realizada entre los sevillanos, sino con dinero público del Banco de España.

Desde el colectivo aseguran que Queipo "divulgó ese bulo, que se ha extendido en Sevilla hasta nuestros días, para justificar la disponibilidad del dinero, que de otro modo no tendría justificación".

Si hubiera sido así se trataría la misma fórmula con la que Francisco Franco se hizo con su residencia veraniega. Según la jueza, tras aceptar la donación, el dictador "simuló" su compra y se lo quedó "sin pagar nada". De ahí que la plataforma quiera que la historia de Gambogaz acabe igual que la de Meirás.

A diferencia del caudillo, Queipo de Llano hizo una ingeniería económica para comprarle el cortijo a la familia Vázquez de la alta burguesía sevillana. Por las investigaciones realizadas durante más de un año por este comité técnico, el general logró hacerse con la propiedad con dinero público del Banco de España, sin que exista una respuesta clara sobre la procedencia de ese capital.

Así lo afirma en conversación con EL ESPAÑOL uno de los portavoces de la plataforma, Bonifacio Cañibano, quien asegura que no consta en ningún lado que devolviera este dinero.

1,3 millones de pesetas

Costó 1,3 millones de pesetas y en el mismo día de la compra-venta, el 24 de diciembre de 1937, el general constituyó la Fundación Benéfica Social Agraria Gonzalo Queipo de Llano y le donó la finca a esta. Lo hizo en presencia de un notario de confianza, el vasco Fulgencio Echaíde Aguinaga, a tenor de estas investigaciones. El sueldo de Queipo rozaba las 2.250 pesetas mensuales de la época y ni él ni su familia tenían otras propiedades.

Esta fundación, según reza en la escritura, fue creada para "el auxilio de la agricultura y protección de los obreros del campo o modestos agricultores para mejorar sus medios de vida y elementos de su producción". Sin embargo, unos años después el general reconoció que había fracasado el objetivo social que se había propuesto y pidió y se le concedió un cambio en la clasificación de la misma.

Cortijo Gambogaz. CGT

El colectivo expone que el general golpista emprendió la adquisición de este cortijo cuando "disponía de plenos poderes para ejercer prevalencia en cualquier operación comercial que se planteara. Su Estado Mayor controlaba la administración y los instrumentos financieros de Andalucía, donde sus tropas desplegaban una inusitada violencia".

Además, a tenor de estas investigaciones, en enero de 1945 esta fundación compró 150 hectáreas en la zona de Isla Mayor por valor de 1.650.000 pesetas, que procedían de los beneficios de explotación de siete años de Gambogaz.

Petición al Estado

Por todo ello, la plataforma ha solicitado al secretario de Estado de Memoria Democrática, por intermediación de la Alcaldía de Camas, la creación de una comisión histórica y jurídica. El fin es reunificar la documentación pertinente para llevar este caso ante la Abogacía del Estado y que acabe siendo patrimonio público como Meirás.

La plataforma invoca la Ley de Memoria Histórica para que se desvele cómo el general se hizo con esta finca. Por su parte, el grupo Izquierda Confederal en el Senado ha registrado una pregunta al Gobierno para conocer si la Secretaría de Estado de Memoria Democrática va a actuar para la formación de esa comisión. 

Desde la plataforma subrayan que la recuperación del pazo de Meirás les supone una esperanza para que ocurra lo mismo con este cortijo sevillano, donde Queipo de Llano vivió, se enriqueció y murió, y que sus herederos siguen explotando sus cultivos.

Pero para ello, este portavoz del colectivo asegura que han sido determinantes las actuaciones de las instituciones gallegas. De ahí que la plataforma quiera que ocurra lo mismo en Andalucía con el Ayuntamiento de Camas, la Diputación de Sevilla y la Junta para que la propiedad del cortijo sea juzgada y acabe convirtiéndose en un centro de memoria histórica.

Tumba de Queipo de Llano en la Basílica de la Macarena en Sevilla. EFE

A diferencia de Meirás, la vivienda de la finca está prácticamente abandonada y, a diferencia del caudillo, Queipo sigue enterrado en un lugar privilegiado, en la basílica de la Virgen Macarena frente al acuerdo plenario de Sevilla que reclama sacarla del citado templo.

Curro Romero, hoy día Hijo Predilecto de Andalucía y reconocida figura del toreo, siempre se quedará con la duda de que si no le hubieran dado ese trato en Gambogaz, quizás no hubiera sido torero sin sus tardes de tanta gloria y también de fracasos. Sin duda, acertó por la aportación que ha supuesto y supone para la tauromaquia.

Le gustaba su trabajo con los animales y era feliz desayunando los domingos con la familia del general después de misa con la timidez que le sigue caracterizando. Allí probó por primera vez la mantequilla. Lo hizo en una mesa muy larga de un cortijo, que podría acabar en manos de todos.

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