“Nunca nos han dicho dónde está el dinero”. Es el resumen con el que Celia Cánovas Essard zanja más de tres años de aportaciones a Podemos. De 2016 a 2019 fue senadora morada por Tarragona, cumplió con el llamado código ético del partido y desvió más de 27.000 euros de su sueldo a las arcas de la formación. Ahora, más de un año después de abandonar la Cámara Alta y volver a Barcelona, se da cuenta de que nunca supo cuál era el destino de sus donaciones. Desde entonces, se ha decidido a averiguarlo.

Recibe a EL ESPAÑOL desde su despacho de abogados, su lugar de trabajo desde hace más de 30 años. “Porque a ver si te vas a creer que esto cerró mientras era senadora”, bromea. Fue desde su misma mesa, sobre la que ahora defiende a sus clientes, desde la que decidió que ya estaba bien, que algo había que hacer, y optó por dar un paso adelante. El pasado mes de septiembre su firma apareció en el Juzgado 42 de Madrid, el mismo que investiga la presunta caja B de Podemos, reclamando aparecer como perjudicada en la causa. Quiere que se investigue dónde fue a parar el dinero.

La abogada y exsenadora reclama a la Justicia que se amplíe la causa por malversación contra el partido por su gestión de las “donaciones”, una forma discreta de llamar al dinero que los cargos públicos de Podemos tenían que ceder obligatoriamente al partido para sostenerlo.

La exsenadora de Podemos Celia Cánovas. Cedida

Supuestamente, las pagas se dividían entre las que iban a la formación y a las causas sociales, “pero nunca se ha comprobado a dónde va el dinero, ni si todo el mundo dona, ni si hay gente que se está llevando algo”, critica Cánovas. “Nunca me lo había planteado. Confiaba ciegamente. Ahora me pregunto: ‘¿qué se ha hecho con nuestro dinero?’”.

“Ninguna explicación”

En menos de cinco años, Cánovas ha pasado de ser una persona fiel al partido a convertirse en una de sus mayores enemigas judiciales. La razón, explica a este diario, es que nunca se ha callado lo que piensa. Tampoco tiene nada que perder. Ella, al contrario que la mayoría de aquellos que asaltaron los cielos entre 2015 y 2016, ya tenía un trabajo bien remunerado previo a la política. Cuando quisiera podría volver a su actividad profesional sin deberle nada al partido. Por eso no se corta.

Según sus cálculos, Podemos nunca llegó a justificar el destino de "entre cinco y seis millones de euros sólo de donaciones de senadores y diputados”, todos ellos sin dar explicación de a dónde iba a parar el dinero. Entre sus conjeturas, sospecha, habría desde sobresueldos a los altos cargos orgánicos hasta cargos para engrosar la presunta caja B del partido, conocida como Caja de Solidaridad, que se escapa al Tribunal de Cuentas.

¿Cómo se desviaba el dinero?

—No sé qué hacían el resto de senadores y diputados porque no estaba vigilado, pero a mí me giraban dos recibos de 500 euros al mes. Uno iba a Podemos y otro iba teóricamente a Impulsa [un proyecto de fines sociales], pero nunca me dieron ninguna prueba de que el dinero realmente fuese a donde me decían.

Pero le empezaron a pedir más dinero.

—Al principio teníamos como una especie de ‘cobrador del frac’ a Denis Maguire, un amigo íntimo de Pablo Iglesias que era responsable de Finanzas. Él y Gloria Elizo [vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados] me dijeron que mis donaciones eran insuficientes y me pidieron más. Me negué porque no podía pagar mi despacho en Barcelona, no me daba el dinero, así que me dijeron que si ese era el problema, que lo cerrase. En ese momento llevaba 25 años trabajando allí. Por supuesto que no hice caso. La última fue que, sin previo aviso, me giraron unos cargos a mi cuenta corriente y me la dejaron en números rojos.

En total, según ha podido comprobar este periódico, Podemos remitió a Cánovas un total de 7.839,65 euros en cuatro adeudos entre los días 22 y 27 de diciembre de 2017, todos con el concepto de Donación Noviembre o Donación Extra II. Antes de este hecho, todos los adeudos que la senadora había pactado con el partido habían sido de 1.000 euros al mes “saliese ganando o perdiendo”, además de otros mil por cada paga extra.

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, y Denis Maguire, 'el cobrador del frac', durante una gala de los Goya en 2017. Twitter

Tras varias idas y venidas, ese fue el último ejercicio en que Cánovas realizó su aportación obligatoria. “Ahora las donaciones han dejado de importar. Todo eso ha cambiado, lo de no poder cobrar más que tres salarios mínimos, porque a los que les interesa están cobrando millonadas en ministerios”, zanja.

“Me volví una apestada”

Llegados a este punto cabe preguntarse el porqué de todo esto. ¿Por qué iba Podemos a arriesgarse a ir en contra de una de sus senadoras, y precisamente una que no estaba en la política como profesional? Cánovas podía irse cuando quisiera, volver a su despacho en Barcelona y olvidarse de cualquier “donación obligatoria”. ¿Por qué arriesgarse a ponerla en contra de Podemos? Ella misma da con la respuesta: “Porque me rebelé”.

En sus propias palabras, todo empezó el verano anterior, cuando avisó de que pretendía presentarse a liderar Podem Catalunya. Lo haría en contra de Xavier Domènech, entonces hombre de confianza de Iglesias, que arrasó en unas primarias marcadas por la falta de transparencia, según una carta al Comité Electoral a la que ha tenido acceso este diario. Para Cánovas, el motivo está claro. “En cuanto se dieron cuenta de que iba en contra de los peces gordos, empezaron a mirarme mal y a presionar a gente de mi candidatura”.

“Me volví una apestada por decir lo que todos creíamos, que esto era una vergüenza y que aquí sólo mandaba la pareja real, que viven como reyes”, confiesa a este diario en referencia a Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, e Irene Montero, ministra de Igualdad. Al ver que no se amilanaba, la coacción continuó. “Empezaron a mover mentiras muy feas sobre mí, a decírselas a la prensa, y a tratarme fatal. Ahí supe que no me quedaba mucho”, relata.

Certificado emitido por Podemos a la exsenadora Celia Cánovas. E.E.

Estas mentiras de las que habla Cánovas pasaron desde la descalificación en círculos privados hasta las filtraciones interesadas a varios medios de comunicación. La más sonada de ellas, que la senadora estaba eludiendo el compromiso ético del partido y que se negaba a pagarle lo que le debía. Habían empezado la guerra interna.

El sector crítico

Desde entonces, los giros de timón del partido no han hecho sino confirmar las sospechas de Cánovas. Primero fueron las presiones de las primarias, luego las donaciones, pero todo terminó por eclipsar con el caso de José Manuel Calvente, el exabogado de Podemos cuya denuncia por malversación y administración desleal motivó la imputación del partido. También la de Juanma del Olmo, secretario de Comunicación; Daniel de Frutos, tesorero; y Rocío Esther del Val, gerente.

“Cuando Calvente apareció diciendo todo aquello no me sorprendió. Lo primero que pensé es que si él lo decía debía de ser verdad, y algo debe de haber cuando se ha visto la campaña que han tenido en su contra. Eso es lo que me hizo decidirme”, recuerda sobre el caso.

El exabogado morado fue acusado de acoso sexual por parte de la formación en un intento de silenciarlo, pero el juzgado resolvió que la denuncia era falsa. Dicho sea de paso, consideró que la querella de Podemos "un reflejo de discrepancias personales, profesionales, y quizás también de una lucha de poder" en el seno del partido.

Una foto del Senado. En el centro, Celia Cánovas. Cedida

¿Ha hablado con Calvente desde su marcha?

—Le he transmitido mi apoyo como compañera de profesión, pero no lo conozco personalmente. Aún así, fue uno de los casos que me hizo decidirme. Es muy injusto lo que han hecho con él, señalarle de esa manera e intentar destruirle con lo del acoso sexual. Es feísimo. Es muy triste que un partido que venía a cambiarlo todo esté ahora mismo más pendiente de Calvente que de Bárcenas.

¿Y no teme que ahora vayan a por usted?

—Contra mí ya han ido desde que me presenté en Cataluña, sólo que no tan descaradamente. Ahora sí que de vez en cuando me como alguna campaña en redes sociales, pero tengo la tranquilidad de que digo lo que pienso: quiero saber a dónde ha ido mi dinero, dónde están mis donaciones. También estoy asesorando a Fernando Barredo [rival de Pablo Iglesias en las últimas primarias de Podemos] por las irregularidades que hubo en Vistalegre III. Hemos presentado una demanda civil y una denuncia, y ahora la Fiscalía Anticorrupción la ha remitido a la Fiscalía del Tribunal Supremo.

Celia Cánovas, con los dirigentes de Podemos Rafa Mayoral (i) y Alberto Rodríguez (d), y en campaña con Xavier Domènech. E.E.

Personada en la causa

El día 26 de octubre de 2020, el Juzgado de Instrucción 42 de Madrid rechazó que Celia Cánovas se personase como acusación particular en contra de la causa contra Podemos. Recurrió. Dijo que no, que ella había sido víctima de los delitos de administración desleal y malversación por el uso irregular de los fondos que se "exigían" a los cargos públicos, que sus donaciones eran obligatorias. Esta semana ha logrado su objetivo.

“No tenía sentido que no me admitiesen. Al final dejé de ingresar mucho dinero por estos señores, ¿cómo no iba a estar perjudicada? Pero no es por venganza ni nada de eso. Es por justicia, para saber qué ha pasado”, aclara.

Aún cuestiona, según su escrito al juzgado, el uso que Podemos hizo de ese dinero. Está dispuesta a descubrirlo todo, desde el destino de las donaciones hasta el caso del abogado Calvente. A abrir la caja de par en par. Pero no sólo la B, sino la de Pandora.

“Esto sólo acaba de empezar”.

Noticias relacionadas

Contenido exclusivo para suscriptores
Descubre nuestra mejor oferta
Suscríbete a la explicación Cancela cuando quieras

O gestiona tu suscripción con Google

¿Qué incluye tu suscripción?

  • +Acceso limitado a todo el contenido
  • +Navega sin publicidad intrusiva
  • +La Primera del Domingo
  • +Newsletters informativas
  • +Revistas Spain media
  • +Zona Ñ
  • +La Edición
  • +Eventos
Más información