Domingo Díaz Jorge Barreno

“Yo me pongo la vacuna del coronavirus, pero antes que se la ponga el gobierno”. Dolores tiene 79 años y vive en Pescueza (Cáceres), un pueblo extremeño bastante peculiar. Su testimonio es sólo un ejemplo del pensamiento sobre la vacuna de la Covid-19, pero concuerda con el de sus paisanos en un lugar donde abundan los mayores. “Póntela tu primero”, le dice Paula (81 años) a Teodoro (83), su marido, en la puerta de su casa.

Aquí, son 172 vecinos en total, según el Ayuntamiento. De ellos, 13 son niños. Y 78 son mayores de 65 años, es decir, más del 45% de la población. El coronavirus es un enemigo que sólo conocen de oídas, de lo que sale en las noticias. Esperan no conocerlo: todos ansían que llegue la vacuna, pero recelan de ser los primeros en vacunarse.

Pescueza parece un pueblo distinto al resto. Aquí los mayores están acostumbrados a salir en los medios de comunicación. Este pequeño enclave de Cáceres, de gente amable y risueña, es un paraíso para los mayores. El proyecto ‘Amigo de los Mayores de Pescueza’ le ha llevado a que muchos lo conozcan como “el pueblo residencia de mayores”. Hay un centro de día y por sus calles se pueden ver pintura antideslizante y barandillas para facilitar la movilidad.

Félix, uno de los vecinos de Pescueza. Jorge Barreno

La crisis de la Covid-19 ha azotado con fuerza a todo el mundo, pero, sobre todo, a la tercera edad. Por eso aquí tienen miedo a que llegue el virus. Hasta ahora sólo ha habido dos falsos positivos. El pueblo de al lado, Portajes, tiene un brote en la residencia de mayores. Todos andan alerta: no quieren que ocurra lo mismo, quieren que el tiempo pase deprisa y llegue la vacuna.

Es viernes, 27 de noviembre de 2020. Mientras en el bar del pueblo ven la televisión y escuchan las últimas noticias, en Madrid, el ministro de Sanidad Salvador Illa anuncia el plan de vacunación contra la Covid que ha establecido España. Hay 15 grupos distintos y 3 fases. Este pueblo, por sus características, será uno de los primeros en tener vacunada a gran parte de su población.

Isidoro y Aurora, en la puerta de su casa. Jorge Barreno

Isidoro, Aurora, Saturnina, Teodoro, Paula, Marcos, Juan José, Petra, Celestino y Dolores. Entre todos suman más de 500 años. Son 10 de los 78 mayores de 65 años que tiene este pueblo. Todos hablan y atienden a EL ESPAÑOL. Amables, simpáticos y risueños. Mantienen las distancias de seguridad en todo momento. Están bien informados de lo que ocurre con la vacuna. Saben qué efectividad tiene, que está por encima de la vacuna de la gripe y la mayoría tienen una versión común: se la ponen, sí, pero no los primeros.

Juan José (73 años) está sentado en el bar junto a Teodoro (83). El mayor de los dos vecinos de Pescueza está bien informado. Responde a las preguntas como quien tiene estudiado el tema. ¿Se fía usted de la vacuna, Isidoro? “¡Qué remedio!”, contesta. Asegura que se la pondrá, pero no quiere ser el primero. Prefiere ver antes cómo reacciona en otros vecinos. Su amigo se lanza a la piscina.

El bar del pueblo, con Tina, Paco, Teodoro y Juan José viendo las noticias. Jorge Barreno

—Yo quiero ser el primero -dice Juan José mientras se toma su aperitivo en el bar.

—Bueno, Isidoro, ahí lo tiene. Ya no va a ser usted el primero -apunta el reportero.

—No, si no iba a serlo. Si ya hay otros que se han vacunado -contesta Teodoro.

—¿Quién? -le preguntamos extrañados ante tal respuesta.

—‘El Trump’. Ahora, además se ha atrincherado en la Casa Blanca. —comenta haciendo gala de lo bien informado que está.

Alicia, maestra y concejala del Ayuntamiento de Pescueza. Jorge Barreno

Así ven los vecinos el plan de vacunación

Salvador Illa anunció el pasado viernes el plan de vacunación que el Gobierno tiene estipulado para España por la Covid-19. La primera fase será de enero a marzo y se vacunará a residentes en centros de mayores; personal sanitario y sociosanitario; y grandes dependientes no institucionalizados. Se inmunizarán 2,5 millones de personas.

A partir de entonces comenzará la segunda fase. Durará de marzo a junio. Aún debe dar el visto bueno la Agencia del Medicamento, pero se espera que España cuente con 140 millones de dosis. Serán suficientes para inmunizar, en principio, a 80 millones de personas.

Saturnina, 70 años, en la plaza del pueblo. Jorge Barreno

El segundo y tercer periodo -este último, en verano- irán incorporando al resto de grupos de forma progresiva. Aún no se sabe el orden, aunque se establecerá por criterios de morbilidad y mortalidad. Se espera que en marzo se comience a vacunar, por tanto, a toda la población restante mayor de 64 años.

Los grupos pendientes, según el Ministerio de Sanidad, son población general mayor de 64 años; personas con condiciones de riesgo; personas que viven o trabajan en comunidades o entornos cerrados; personas pertenecientes a poblaciones vulnerables por su situación socioeconómica; personas con trabajos esenciales; personal docente; población infantil; población adolescente y joven (mayores de 16 años); población adulta; población de áreas de alta incidencia y/o situaciones de brotes; embarazadas y madres que proporcionan lactancia natural y población seropositiva a SARS-CoV-2.

Petra, 86 años, andando por el pueblo. Jorge Barreno

Tina y Alicia son dos de las ediles del pueblo. Están de acuerdo con que sean los mayores los primeros en ponerse la vacuna. “Mientras que sea fiable”, apuntan en la plaza del Ayuntamiento. Además, no les queda otro remedio que creer lo que dicen las autoridades.

Saturnina (70 años) también se fía. Lo único, que no se la quiere poner la primera. Prefiere ver los efectos secundarios que se dan en otras personas. “Que se la ponga Tina primero y ya yo veo. No vaya a ser que…”, dice entre risas y haciendo un gesto con la mano de resultado negativo.

Celestino, 75 años. Jorge Barreno

Teodoro (83) y Paula (81) viven juntos. Son marido y mujer desde hace 59 años. Responden desde la puerta de su casa, junto al bar del pueblo. Él cree que incluso debería hacerse obligatoria la vacuna. Está de acuerdo con que los mayores deben ser de los primeros en ponérsela, aunque tampoco quiere ser el primerísimo. ¿Antes él o su mujer? Él no se atreve a contestar; ella le echa más cara. “Póntela tú primero. Primero mi marido”, expone entre bromas.

Dolores (79) ya dejó claro que prefería que los primeros fueran los miembros del Gobierno. Este año se ha vacunado de la gripe por primera vez, dice, porque la ha convencido su marido. No se fía de las vacunas. Acaba de llegar del huerto y responde sin tapujos: “Cuando se la pongan ellos y les vaya bien, yo voy detrás”, zanja.

Marcos, 65 años. Jorge Barreno

Marcos (65 años) lo tiene claro: “Cuando me digan de ponérmela, voy yo el primero”. Piensa que el primer grupo en vacunarse, además de los sanitarios, debe ser el de los jubilados.

Jorge (48 años) es uno de los jóvenes del lugar. Ríe cuando lo decimos. Cree que la vacuna es buena para el pueblo. “Ya va siendo hora de que salga la vacuna”, expone. En principio, estará lista en enero. “Sería bueno para el pueblo que se hiciera cuanto antes”, comenta. Sabe que en pueblos tan envejecidos, el coronavirus puede causar estragos. De la misma forma piensa Paco. O Juan Antonio, según le pregunten. Es el regente del bar Satu: “Que la vacuna llegue pronto”.

Paco o Juan Antonio, según le pregunten, tras la barra del bar. Jorge Barreno

En el pueblo, todos parecen tener la misma sensación. El alcalde de Pescueza, Andrés Rodríguez, no pudo atendernos por la premura. Tina y Alicia, las ediles, nos atendieron con amabilidad. Únicamente desconocemos el testimonio de la concejal de Salud, Raquel, también trabajadora del Centro de Día de Pescueza.

Nos dijeron que ella era la persona indicada para hacer las valoraciones al respecto. Fue imposible que nos atendiera ni siquiera un minuto por teléfono durante dos días. Aún no sabemos por qué. Tampoco encontramos explicación razonable a tal recelo, más aún en un lugar acostumbrado a salir en los medios por ser un buen sitio para los mayores.

Dolores, 79 años, prefiere que la vacuna se la ponga antes el gobierno. Jorge Barreno

El miedo al pueblo de al lado

Pescueza está escoltado por Cachorrilla y Portajes. El primero es un pueblo aún más pequeño, cuando lo visitamos es casi fantasma. No hay nadie por sus calles. El segundo, un poco más grande que los otros dos, 380 habitantes, tiene un brote de coronavirus en el centro sociosanitario. En Pescueza tienen miedo de que ocurra lo mismo en su pueblo.

En Portajes se comenta que el virus entró a través de una señora que trasladaron desde el centro sociosanitario de otro pueblo. El teniente de alcalde Francisco Díaz nos lo niega: “La mujer llegó con PCR negativa y se está investigando. Pero es imposible saberlo”. La señora en cuestión, lamentablemente, falleció a los pocos días.

Plaza del Ayuntamiento de Portajes. Jorge Barreno

Fátima ha llegado para hacerse cargo de la situación. La Junta extremeña ha tomado el control. Esta sanitaria porta doble mascarilla y habla con el teniente de alcalde. Se presenta. Acaba de aterrizar aquí. Nos pregunta qué necesitamos. La transparencia y el trato en este centro contrasta con el recibido en el de Pescueza.

Mientras responde a las preguntas que le hacemos en las afuera de la residencia, por detrás pasa un equipo completo de sanitarios con equipos de protección. La imagen es curiosa en un pueblo donde no parece haber mucha gente.

Fátima, ante el centro del que se ha tenido que hacer cargo. Jorge Barreno

El brote, el pasado viernes, tenía como víctima a casi todo el centro sanitario. Dentro de lo malo, la carga vírica parece ser mínima y la mayoría son asintomáticos. A fecha 26 de noviembre, el Ayuntamiento de Portajes expuso que había contagiados en el pueblo 24 residentes, 8 trabajadores y dos personas de fuera de la residencia.

Están casi confinados y esperan que no pase a mayores. Los cuatro bares del pueblo se han puesto de acuerdo para cerrar hasta que la situación se calme. Aquí también esperan la vacuna como agua de mayo.

Trabajadores con EPIs en Portajes. Jorge Barreno

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