Murcia

Noche del pasado viernes. Minuto once del Real Madrid-Alavés. Benzema lanza un penalti y adelanta al equipo blanco. Luis pega un salto de felicidad en la barra del bar La Paz de Caravaca de la Cruz (Murcia) y coge el teléfono para llamar a Javier. Le pide que acuda al establecimiento a ver juntos al club merengue.

“Javier llegó en la segunda parte del partido porque el electricista le estaba arreglando el microondas en su casa”, relata Luis sin poder encajar todavía que, poco después, acabaría viendo morir entre sus brazos a su amigo Javier tras ser acuchillado por un joven al que los dueños del local invitaron a marcharse por encontrarse ebrio. “Le puse la mano en el cuello para taponar la hemorragia, pero la sangre no paraba de brotar”.

Luis, mecánico prejubilado por una invalidez, trató de socorrer a Francisco Javier G. E., que murió desangrado en plena calle. “Su último suspiro fue en mis manos. Éramos amigos desde la infancia”, subraya Luis con un nudo en la garganta mientras atiende por teléfono a EL ESPAÑOL.

“Tengo que tomar diazepam para poder dormir. Esto es muy duro”. No exagera ni un ápice. Está tratando de digerir que su mejor amigo perdió la vida supuestamente por mediar con un cliente del citado establecimiento hostelero al que sus propietarios instaron a irse por estar borracho.

Nosotros estábamos en la barra, cerca de la televisión, tomando un tinto de verano y comiendo unas tapas mientras veíamos el fútbol”, detalla el testigo de esta trágica agresión. El partido iba encarrilado para el Real Madrid porque en el minuto 50 anotó el segundo tanto y la noche prometía muchas alegrías.

El gato Modric

“Después del fútbol nos íbamos a ir al karaoke a celebrar la victoria de nuestro equipo”. En este punto de la conversación se escucha un risilla fugaz de Luis al recordar que su amigo Javier era merengue hasta las trancas: “Tenía dos gatos y a uno de ellos lo llamaba Luka Modric”.

Todo iba sobre ruedas para la pareja de amigos hasta que en el local entró Junior, un joven de origen ecuatoriano, 25 años y con nacionalidad española. Supuestamente, llegó al bar La Paz pasados unos minutos de las once de la noche del viernes.

“Iba drogado o se había metido algo, ese chico levantaba la voz y el dueño no le servía nada, sólo le invitaba a salir a la calle”, asegura Luis, quien insiste en que su amigo solo medió para que no se armara bronca dentro del establecimiento. “Javier le dijo al chico que se marchase: Hazle caso a este señor. No se puso agresivo, al contrario, sólo le dijo que se marchara”.

Luis muestra la foto de su amigo Javier. EE

Esta versión es corroborada a este diario por Alexandra, propietaria del bar La Paz: “Mi pareja le dijo a ese chico que tenía que salirse del local porque en su estado no le podíamos atender”.

Sin embargo, Junior insistió pidiendo algo de beber: “Le dijo a mi pareja que sólo quería una cerveza, entonces ese señor [Javier] se acercó y le dijo: Muchacho, no te pongas así, vete a descansar que estás mal y ellos están trabajando. Ahí fue cuando el chico se puso molesto y se enfadó”.

Con un cuchillo

Tras este leve encontronazo, el local retomó el ambiente habitual de los viernes. Tanto Javier como Luis salieron a la puerta del establecimiento a fumarse un cigarrillo y vieron cómo la pareja sentimental de la hostelera pasaba por su lado acompañando a Junior fuera del bar.

“Cuando el dueño sacaba a ese chico a la calle, le dio un golpe en el hombro izquierdo a Javier y le dijo: Hijo de puta, yo a ti te mato. Y yo le contesté: Tú no mates tanto. Entonces me respondió: Y a ti también te mato. Nos lo tomamos a cachondeo”, admite Luis con hondo pesar.

Los dos amigos cruzaron a la acera que hay frente a la terraza del local y se fumaron un pitillo. Estaban tranquilos porque habían visto que el hostelero acompañó al joven varias calles para evitar altercados.

Pero, sólo unos minutos después, Junior regresó con sed de venganza. Empuñaba un cuchillo. “Íbamos a entrar al bar para terminar de ver el partido de fútbol y fue cuando ese chico llegó por detrás y le cortó la yugular”, resume Luis de forma gráfica.

Me tiré corriendo a por Javier, pero tuve que dar unos pasos hacia atrás porque vi que ese chico me quiso agredir a mi también. Me lanzó el cuchillo, pude ladearme y le puse la mano en el cuello a Javier para ver si le cortaba la hemorragia, pero la sangre brotaba entre los dedos”.

Un grupo de clientes se abalanzaron sobre Junior para retenerlo mientras el resto gritaban horrorizados por lo dantesco de la escena. La Policía Local llegó de inmediato al establecimiento, situado en la calle Simancas, y detuvo al supuesto autor de esta muerte violenta.

El agresor cuenta con antecedentes por causar disturbios y participar en peleas. La Guardia Civil intervino el arma, un cuchillo de cocina, y se ocupó este sábado de trasladar al joven al juzgado de guardia de Caravaca de la Cruz, que ordenó su ingreso en prisión. Se ganaba la vida trabajando como jornalero en el campo.

En Cajamurcia

El personal sanitario que se desplazó a la zona sólo pudo certificar la muerte de Francisco Javier, un hombre que después de prejubilarse en Cajamurcia, donde fue miembro del comité ejecutivo hasta marzo de 1998, era conocido en la localidad murciana de Caravaca de la Cruz por su labor en el mundo del voluntariado.

“Fue el presidente de la Asociación de Parkinson La Muralla”, resalta su amigo Luis. “El próximo 8 de septiembre Javier iba a cumplir 58 años”.

Los vecinos y familiares consultados por este diario definen al difunto como alegre, jovial, bohemio, simpatizante del PSOE. Recuerdan con cariño que llegó a desfilar en alguna ocasión con los templarios en las afamadas fiestas de Moros y Cristianos de la localidad.

Junior, el supuesto homicida, esposado contra el asfalto este viernes en la calle Simancas de Caravaca de la Cruz (Murcia). EE

Alexandra, la dueña del bar La Paz, está muy afectada por lo sucedido. Hace veinte días que reinauguró el establecimiento después de que permaneciera cerrado siete años. El difunto se estaba convirtiendo en uno de sus clientes habituales: “Javier había venido varias veces a comer porque estaba divorciado y vivía solo”. 

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