Jóvenes, menores de 40 años, trabajadores de Frutas La Espesa y asintomáticos. Es el perfil tipo de los 14 operarios de la empresa hortofrutícula de Zaidín (Huesca) que han dado positivo en las pruebas de coronavirus. Un repunte que ha provocado el cese temporal de la actividad y que casi toda la provincia recule de nuevo a fase 2 de la desescalada. Son tres las comarcas de la provincia que se ven en esa situación: Bajo Cinca, Cinca Medio y La Litera. Es el rebrote de SARS-CoV-2 más importante de los 36 que ha reconocido el gobierno en nuestro país en las últimas horas. Una fiesta podría estar detrás de este incremento de casos.

“Son todos jóvenes y la mayoría no tienen ni tos”, explican a EL ESPAÑOL fuentes del entorno de la empresa, que insisten en que “se les ha detectado por las pruebas que se les hacen. La empresa sigue manteniendo los mismos protocolos que lleva aplicando los últimos tres meses y han funcionado hasta ahora”. Todas las sospechas, de la firma, de los sindicatos y hasta del Ayuntamiento de Zaidín, apuntan a que el primer contagio se dio fuera de las instalaciones.

“Nos creemos que ya no hay virus y la gente se ha relajado. Salen, se reúnen con más gente, van a los bares, a las terrazas, se tocan y se saludan. Creemos que alguno se infectó así, fue a trabajar sin síntomas y ahí fue donde se extendió. Eso es incontrolable por la empresa”, concluyen fuentes sindicales consultadas por este periódico.

El botellón fatal

Un supuesto botellón, que se habría celebrado en Zaidín la semana pasada, es la línea que investigan en el proceso de trazabilidad. El hecho de que la práctica totalidad de los afectados sean jóvenes es el que hace que las sospechas salgan del ámbito de la empresa. Según afirman algunos vecinos de la zona, varios jóvenes, algunos trabajadores de La Espesa, habrían participado en una fiesta celebrada de forma clandestina la semana pasada. Ahí podría estar el origen del rebrote, según la versión más aceptada por los vecinos.

En esa misma línea se expresa Marco Ibarz, el alcalde de Zaidín (PSOE). Ha declarado que entiende que se haya tomado la medida de retroceder de fase, también hace hincapié en el incumplimiento de las normas una vez ha concluido el estado de alarma: “No es una decisión agradable, pero es acertada, porque no aprendemos. Hemos perdido el norte, el sur, el este y el oeste. Hemos perdido un poco el sentido común”, declaró el primer edil de este pequeño pueblo oscense de la comarca del Bajo Cinca, que no llega a los 2.000 habitante.

La principal actividad de la zona es la agricultura y eso hace que una parte importante de la población de la comarca sea extranjera. Temporeros llegados de Mauritania y Senegal en su mayoría, aunque también hay una importante comunidad de rumanos y búlgaros. Muchos de ellos son temporeros que tienen su residencia fija en Andalucía, en zonas como Palos de la Frontera, pero que llegan a las comarcas del Cinca a recoger melocotones, nectarinas y albaricoques.

Silencio entre los afectados

Los infectados no quieren decir nada. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto hasta con 6 trabajadores de La Espesa, la empresa donde se ha declarado el brote. Todos han declinado hablar, incluso fuera de micro. “Nos jugamos el trabajo” es lo más que acertó a declarar uno de ellos. Sin embargo, también en el seno de la plantilla existe el mismo sentir: el contagio inicial, el paciente cero de este nuevo rebrote, ha tenido que contagiarse fuera de las instalaciones laborales.

No quieren hablar porque temen perder el trabajo, pero también porque sospechan que, en efecto, la empresa no tuvo que ver con este rebrote, y sí la imprudencia de algunos trabajadores. Señalan algunos vecinos de la zona a un supuesto botellón que tuvo lugar en el pueblo la semana pasada, y que habría congregado a más de una veintena de personas en la calle, sin ningún tipo de medidas de seguridad, mascarillas ni preservación de la distancia física.

La empresa tampoco ha querido atender a los medios, al menos por el momento: “Estamos con mucho lío por todo esto, tenemos el teléfono cerrado y ahora no vamos a atender”, se excusa la persona que atiende a este periódico en una de las líneas telefónicas de la empresa. Por el momento, lo que sí ha hecho ha sido realizar tests a todos sus trabajadores. El número total de positivos en la empresa ha sido de 14. En el total del pueblo, de 16. Es por ello por lo que el foco está puesto en esta empresa que cuenta con más de 200 personas en plantilla, entre los que trabajan en la central y los que están en el campo con la fruta.

Protocolos a rajatabla

Frutas La Espesa es una de las principales empresas de la zona y se dedica al cultivo y venta de albaricoques, melocotones, nectarinas y paraguayos. Fue fundada en 1981 y se ha convertido en uno de los principales motores económicos de la comarca. Fuentes próximas a La Espesa aseguran a EL ESPAÑOL fuera de micro que la empresa ha cumplido con todos los protocolos a rajatabla. Pruebas, control de la temperatura, equipos de protección individual, distancia de seguridad... Que en toda esta etapa de confinamiento y alarma no han tenido un sólo problema, y que están seguros de que el contagio procede del exterior, “pero una vez que está dentro es muy difícil controlarlo, y más si son asintomáticos, como son estos casos”.

Así, lo que se percibe en el entorno del municipio es malestar con las presuntas imprudencias de un grupo de jóvenes que se habrían saltado las normas aprovechando la laxitud de las normas en esta fase de la desescalada. "No puede ser que lo echemos todo al traste, tenemos que apelar a la responsabilidad de la gente y la gente tiene que ser consciente de que el virus está aquí para quedarse. Mientras sea así, tenemos que extremar las precauciones. No puede ser que en tres o cuatro días nos carguemos el trabajo de tres meses, que han sido muy duros", declaró con dureza Marco Ibarz.

Entretanto, el gobierno aragonés ya se ha puesto manos a la obra para intentar controlar el brote. La comunidad ha sido una de las menos azotadas por el virus durante el estado de alarma, y no quieren convertirse ahora en un foco activo. En la empresa La Espesa han llevado a cabo casi 200 tests PCR y en redes han dado la orden de volver a confinarse cada uno en sus comarcas: “Se recomienda a los ciudadanos que residan en La Litera, Bajo Cinca y Cinca Medio no desplazarse fuera de estas comarcas y al resto de ciudadanos no viajar a este territorio, si no es estrictamente necesario”, explicaban en un tuit. Eso significa que, en esas comarcas, la nueva normalidad se ha suspendido.

Lejía contra el virus

Desde el sindicato UAGA también pidieron prudencia a la hora de evaluar este rebrote: “Que no quede la sensación de que no se han hecho las cosas bien, que no se estigmatice la fruta de la zona, porque se han cumplido los protocolos. No es agradable este retroceso, pero es necesario porque la salud es lo primero. De todos modos, desde el gobierno tienen que tomar decisiones respecto a la fruta. Porque hay que preservar la salud, pero la fruta es un bien muy perecedero y ahora hay que cogerla o se va a echar a perder”. Respecto a la posibilidad de que los consumidores tengan miedo a consumir las frutas de la zona, su portavoz, Óscar Moret, quiso mandar un mensaje de tranquilidad explicando que “antes de comer la fruta, se lava con agua y unas gotitas de lejía y ya es seguro comerla”.

Sea como fuere, los habitantes de Medio y Bajo Cinca y La Litera vuelven a un estado muy parecido al del confinamiento. Y aunque la señalada haya sido una empresa alimentaria (como sucedió en Lleida con una empresa cárnica, que tam bién fue considerada foco de infección), en esta ocasión, todos coinciden en que ha sido la imprudencia juvenil la que ha llevado a un grupo de chicos a montar una fiesta por su cuenta sin pensar en las consecuencias. Una fiesta que ahora pagan el resto de habitantes de la zona.

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