Alcázar de San Juan, Pedro Muñoz y Tomelloso (Ciudad Real)

Algún día, cuando todo esto acabe, alguien tendrá qué explicar qué pasó en el corazón de La Mancha durante la pandemia. Cuando el Covid-19 no sea más que un trágico recuerdo y las investigaciones den resultados, alguien tendrá que aclarar por qué el virus se cebó tanto con esta comunidad autónoma. Especialmente con los habitantes de un triángulo cuyos vértices se sitúan en los municipios de Pedro Muñoz, Tomelloso y Alcázar de San Juan.

Las tasas de fallecidos de estos pueblos son de las más altas de España, tal vez de Europa. En Pedro Muñoz, por ejemplo, se estima que, en los peores días de la pandemia, ha muerto el 1% de la población. Es un municipio de 7.000 habitantes en el que se han registrado 70 decesos en sólo dos meses. En Alcázar de San Juan, en cuyo hospital ha muerto gente de 4 provincias, el número de defunciones de los meses de marzo y abril de 2020 es casi 4 veces mayor al del mismo periodo de 2019. Pasaron de 48 a 188.

Pero esas cifras no son sólo cifras: son vecinos. Son personas. Son historias. Como la de Félix, de Pedro Muñoz, que ha visto morir a las tres mujeres de su vida. O Emilio, de Tomelloso, que ha perdido de una tacada a su padre, a su madre, a su hermano y a su hermana. Estos dos últimos no llegaban a los 50 años. A Emilio, además, como el resto de su familia de etnia gitana, le acusaron de propagar el virus entre sus conciudadanos por un presunto funeral en La Rioja al que nunca asistieron.

El triángulo del coronavirus en Castilla-La Mancha. Ana Blanco EL ESPAÑOL

Hoy, 31 de mayo, Día de Castilla-La Mancha, EL ESPAÑOL se adentra en dicho triángulo e intenta ofrecer una aproximación a la magnitud del impacto de la llamada ‘Cepa de La Mancha’ en el corazón de esta región. Un caso que ya está en estudio en el Instituto de Salud Carlos III, pero que está directamente relacionado con la 'Cepa de Madrid'. La interdependencia de ambas comunidades, su estrecha relación y constante movilidad son los factores clave de estos contagios masivos. Y que están llenos de interrogantes. Igual que la icónica lucha del capítulo 8 de El Quijote, con el ingenioso hidalgo peleando contra los molinos, la desigual batalla que se libró en el triángulo de La Mancha también se contará en los libros.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, un político sólido con los pies en el suelo y pegado al terreno, hizo lo que pudo contra el tsunami. Pero no podía ser suficiente. Al igual que su consejero de Sanidad, Jesús Fernández, médico de profesión, marido y padre de médicas, y suegro de enfermero. Fernández es, precisamente, de Pedro Muñoz.

Los datos

El sábado 1 de marzo de 2020 se registraba el primer caso de covid-19 de la historia de la comunidad. Paradójicamente, se dio en Guadalajara, que, a la postre, ha sido la provincia menos damnificada. La Junta de Castilla-La Mancha dio una rueda de prensa en Toledo la noche siguiente para advertir: el coronavirus ya está aquí. Solamente quedaba esperar que pasase de puntillas por la comunidad, sin hacer demasiado daño.

Ahora, casi tres meses después, se puede afirmar que el virus ha hecho estragos. La tasa de muertos por cada 100.000 habitantes es la más alta de España: 143. Le sigue de cerca Madrid, con 134. Dos brotes directamente relacionados entre sí. Se estima que el número de fallecidos en Castilla-La Mancha es de 2.966. Y si hay una provincia que ha resultado castigada sobremanera es Ciudad Real, a la que pertenece más de un tercio de los muertos: 1.093. Le sigue Toledo, con 778, y Albacete, con 525.

Pero todo son estimaciones, porque no hubo tests para tanta gente, no se sabe a quién se llevó el virus, quién murió porque llegó su hora y quién lo hizo aunque aún no había llegado la suya, pero se vio condenado a ello porque no había respiradores. El pico de hospitalizados se dio el 31 de marzo: hoy se cumplen dos meses. 3.230 personas hubo ingresadas en los 14 hospitales de la comunidad, que se veían desbordados e impotentes ante la situación. En el ultimo conteo, del 28 de mayo, sólo constan 165 ingresados. Lo peor, a priori, ya ha pasado. Pero hay tres pueblos en los que las heridas tardarán mucho en sanar. Y en alguno de ellos, como Pedro Muñoz, se ilustra el dislate que ha supuesto el conteo de víctimas y el baile de cifras durante la pandemia.

Luto en el Ayuntamiento de Pedro Muñoz



PEDRO MUÑOZ

Provincia: Ciudad Real

Habitantes: 7.385

Defunciones totales durante la pandemia: 68

Defunciones estimadas por coronavirus: 50



“Si aquí nunca pasa nada”, acierta a resumir, mascarilla en ristre, uno de los pocos vecinos que se dejan ver a media tarde por las calles de Pedro Muñoz. Un tranquilo municipio de la provincia de Ciudad Real que no llega a los 10.000 habitantes, muchos de ellos procedentes de Rumanía, que es la comunidad de extranjeros más numerosa de la zona. Nacionales y foráneos se dedican a la agricultura, a la obra, a diferentes actividades en colla. Salen por las mañanas en dirección a Madrid y alrededores, en furgonetas abarrotadas de peones, y vuelven por la tarde a sus casas. En Pedro Muñoz, en Campo de Criptana y en el resto de pequeños pueblos del entorno. Ese fue, para muchos, el vector de contagio. El movimiento que provocó que el virus bajase hasta La Mancha.

Nadie sabe quién fue el paciente cero, aunque la mayoría se refiere a estos trabajadores. O a los estudiantes del pueblo que residen en Madrid y que volvieron a sus casas cuando se dio la primera voz de alarma y se decretó el confinamiento. Lo único que está claro es la relación de este pueblo con Madrid. Se estima que el número de fallecidos ha sido de 68. Supuestamente.

Lo de supuestamente es porque nadie se pone de acuerdo. No hay consenso y sí mucha polémica. El alcalde, Carlos Ortiz (que no quiso atender a EL ESPAÑOL), estalló en el último pleno contra un medio local que señaló la cifra de 70 fallecidos (el 1% de su censo), cuando el registro civil del municipio había dado 17. ¿Es posible una diferencia tan grande?. Sí, y todo está sujeto a interpretaciones, porque en el mismo pleno, al alcalde le salieron 50: "Le puedo bailar las cifras según me interese, pero con los datos en la mano, hemos enterrado a 68 personas en el pueblo en dos meses. Si usted quita seis fallecidos por otras patologías, los 10 muertos en residencias y los 2 que vinieron de fuera, me quedan 50 vecinos", explicó en sesión plenaria.

Las 3 mujeres de su vida

Cuando llega alguien a Pedro Muñoz buscando una historia sobre el coronavirus, todos los caminos llevan a Félix C., un vecino del municipio que ha perdido en la pandemia a tres de las mujeres de su vida: su esposa y sus dos hermanas. Félix es el primero al que mencionan sus paisanos cuando toca tratar sucesos luctuosos. Y como en Pedro Muñoz todos se conocen, no es difícil encontrar su domicilio. Pero permanece cerrado a cal y canto. Hallamos a Félix horas después, en casa de su hija Mariví, que se disculpa sottovoce con amabilidad a través de la ventana de su casa: “Sí, esta aquí, pero es que… no queremos hablar, entendednos. Ya nos contactaron desde otro medio, pero mi padre no está ahora como para contar nada”.

Es el caso más sangrante de los registrados de Pedro Muñoz. Sin embargo, no es el más devastador del triángulo. A 29 kilómetros de ese municipio, en un trayecto que es una inacabable línea recta entre campos, está Tomelloso. Ha sido tal vez la ciudad emblema de la tragedia del triángulo. Se estima que los muertos pueden haber sobrepasado los 300, ya que el último conteo, de hace 15 días, lo dejaba en 289. Y entre ellos, cuatro miembros de una misma familia de etnia gitana, que además se vio señalada erróneamente como brote propagador.

Luto en las calles de Pedro Muñoz



TOMELLOSO

Provincia: Ciudad Real

Habitantes 36.091

Defunciones durante la pandemia: 319

Defunciones estimadas por coronavirus: 291



“A quién vamos a contagiar nosotros, si no salimos ni para ir al culto, que las misas las tenemos que ver por el móvil con una aplicación”, cuenta enseñando el teléfono Diego, uno de los miembro de la familia De la Rosa. De etnia gitana, residen en la calle de Los Olivos (Tomelloso), al lado de un ambulatorio. Este área ha sido uno de los núcleos donde el covid-19 ha obrado con más saña. En todos los sentidos. Por las vidas que se ha cobrado y por una polémica con la que han tenido que lidiar sus vecinos con políticos y medios de comunicación (el nuestro incluido). Una información aparecida en varios medios locales aseguraba que fueron varios miembros de esa familia los que trajeron el virus al pueblo, porque presuntamente se habían desplazado a un funeral a Haro (La Rioja).

“Yo no he estado en mi vida en Haro. No hemos ido a ningún funeral en Haro. No tenemos a nadie en Haro. No sabemos dónde está Haro. Tú me preguntas hace unos meses si Haro existe... pregúntame, pregúntame. Te hubiera dicho que no. Que Haro no existe, porque yo no lo había escuchado en mi vida”, aclara Nicolás, otro miembro de la familia, mientras comen pistachos en la puerta de casa. “Esto es lo que hacemos, comer en nuestra acera. Ni al parque cruzamos, que lo tenemos en la acera de enfrente. Ahora… mira la cantidad de payos que verás allí sin mascarillas”.

Detrás de Nicolás, en silencio, escucha la conversación su primo Emilio. Aprieta los dientes cuando hablamos de los fallecidos. Porque Emilio personifica el drama del covid en La Mancha: en un mes ha perdido a 4 miembros directos de su familia: a su padre (Diego, 79 años), a su madre (Amparo, de 69), a su hermano (José Luis, 49) y a su hermana (Olvido, 47). Una tragedia sin parangón. “Gente sana, sin problemas. No tan mayores. Mi padre, con 79, se valía por sí mismo. Mis hermanos, que no llegaban a los 50...”, relata con la mirada perdida. Además, al menos otros cuatro miembros han estado ingresados por coronavirus. Alguno de ellos llegó a estar al borde del colapso respiratorio, con un 73% de saturación de oxígeno: “Si tardan un poco más en cogerme, me muero”.

Vetada la entrada a la farmacia

Corre un vídeo por redes que esta familia esgrime para demostrar el racismo que dicen haber sufrido: “Bueno señores, aquí vemos un día más, en Tomelloso, el racismo. Venimos a una farmacia y nos dicen que los gitanos estamos infectados”, relataba a su teléfono móvil Cándido Zafra, otro de los miembros de la familia De la Rosa, durante un incidente en el que tuvo que intervenir incluso la policía local. El rumor del funeral de Haro llegó tan lejos que, aseguran, les llegaron a vetar la entrada a comercios del pueblo. “Hemos sufrido episodios de racismo. No nos dejaban ni ir a comprar. Nosotros, que no nos hemos movido de la puerta. Se han dicho muchas mentiras sobre nosotros. ¡Si nosotros ni siquiera nos dedicamos a la venta ambulante!”.

Ambulatorio de Tomelloso

Rechazan ser los causantes. Señalan al centro de salud de al lado de su casa “y a un payo que se fue a ver el fútbol a Italia, al partido el Valencia”. El centro médico al que se refieren, puerta con puerta con su domicilio, acabó siendo cerrado, finalmente, por la cantidad de casos de covid-19 registrados entre el personal sanitario. “A ver si queda claro de una vez. Que los gitanos de Tomelloso no hemos contagiado a nadie. Que han sido los castellanos los que nos lo han pegado a nosotros. Pero qué más da, la etnia y lo que sea. ¿Nos somos todos españoles? ¿No somos todos personas?”, concluye Diego.

Pero Tomelloso no es solamente el drama de esta familia. La incidencia del virus ha sido enorme. 291 personas han muerto por coronavirus entre marzo y abril, según el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. Durante estos dos meses, se han expedido un total de 319 licencias de enterramiento. Esta explosión le valió el sobrenombre de 'Wuhan de La Mancha'. Precisamente, el uso de esta expresión por parte de nuestro periódico fue el motivo por el que la alcaldesa de Tomelloso no quiso atender a EL ESPAÑOL. Sí lo hizo su secretario (para despacharnos), que aseguró, con no muy buen tino (ni tono), que el covid-19 “ya es agua pasada en Tomelloso”. Tal vez los familiares de las víctimas no piensen igual.

Hospital Mancha Centro, de Alcázar de San Juan DLF



ALCÁZAR DE SAN JUAN

Provincia: Ciudad Real

Habitantes: 30.686

Defunciones durante la pandemia: 397

Defunciones estimadas por coronavirus: cerca de 300



Trazando otra línea recta de 33 kilómetros, desde Tomelloso se llega a Alcázar de San Juan, el tercer vértice del triángulo. El mejor comunicado históricamente, gracias su conexión de ferrocarril. “El que más movilidad registra desde hace muchas décadas, por motivos laborales, por la vida social del municipio. El que recibe a más gente, sobre todo de Madrid”, explica a EL ESPAÑOL la alcaldesa Rosa Melchor. Otra vez, los vasos comunicantes.

En Alcázar de San Juan se han muerto 188 personas entre marzo y abril de este año. En el mismo periodo de 2019 fueron 48. Casi los multiplican por 4. De todos modos, el número total de decesos registrados es de 397, aunque muchos son de fuera. Porque en Alcázar de San Juan confluye gente, confluyen vías y confluyen 4 provincias, al menos en materia sanitaria. Su hospital, el Mancha Centro, da servicio a 200.000 personas de 35 municipios, de las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Toledo y Albacete. Y este ha sido uno de los hospitales más afectados por la pandemia en toda España.

Si Tomelloso fue considerado el territorio más afectado, el hospital Mancha Centro de Alcázar llegó a tener casi el doble de hospitalizados que el de Tomelloso (en el que no hay UCI). La procedencia tan diversa de los pacientes hacía que fuese casi imposible determinar cuánta gente había muerto de cada pueblo. La alcaldesa se recuerda punteando a mano listas en papel, para saber cuántos de sus conciudadanos habían fallecido. “Nos salieron 188. No es cosa de cifras. Cuando te dicen que ha muerto tal o tal persona, con la que has estado hablando tantas veces, con la que has estado trabajando e asociaciones… es ahí cuando te das cuenta de que lo que se lleva el virus son personas”.

Niños que maduraron de golpe

“Por primera vez se agotó la bolsa de empleo de sanitarios. 400 personas. Todo lo que había. Vino gente de todas partes para ayudar, en una situación de saturación extrema”, prosigue la alcaldesa. Toda esta gente tenía que quedarse en algún sitio, y ha sido ahí donde ha aflorado la ancestral hospitalidad manchega.

“Hicimos lo que debíamos” explica Pedro del San, propietario del Hotel Ínsula Barataria, de Alcázar de San Juan. Asegura que fue Rosa, su mujer, la primera en sugerir que deberían abrir el hotel para todos aquellos sanitarios que llegasen al pueblo. Así lo hicieron. Pedro y Rosa, Rosa y Pedro, mano a mano. Mandaron a sus 26 trabajadores a casa y se pusieron a disposición de los 29 sanitarios a los que les dieron cobijo, sin pedirles ningún tipo de contraprestación.

Pedro del San abrió su hotel, Ínsula Barataria, para acoger a los sanitarios

“Yo he visto a chicos y chicas de 18 años, con la carrera sin acabar, que de repente se tienen que enfrentar a esto, a una guerra. Niños, abrazándome llorando, dándome las gracias, que era como su padre. Porque no solamente necesitan una habitación. En esos momentos precisan abrazos, calor, lo que sea. No sólo eso, también le hemos dado cobijo a una víctima de violencia de género. Es lo que había que hacer. Ha sido duro para todos, pero volvería a hacerlo sin ninguna duda”, concluye”.

Y ahora, qué

Hoy es el día de Castilla-La Mancha, pero no hay mucho que celebrar. Como el resto de España. Los que perdieron a alguien siguen queriendo llorar a los suyos. “Además, los manchegos somos muy cansinos para los funerales. En el buen sentido, pero acompañamos en el sentimiento, en el velatorio, en el entierro y, si hay mucha confianza, en el domicilio si hace falta. Necesitamos eso también, que todo el mundo se despida de los suyos”, reconoce Rosa Melchor.

Entretanto, tratan de recomponerse de una tragedia que no habían visto ni los más viejos del lugar. Dice la alcaldesa de Alcázar que ya están en proceso de buscar un lugar adecuado y emblemático de su municipio para poner allí algún monumento que recuerde a todos los fallecidos por el covid-19. Una iniciativa que se propagará por otros muchos municipios manchegos. Las figuras de Quijote y Sancho, presentes en casi todas las calles, en los carteles, en las rotondas, compartirán espacio con alguna estatua que recuerde que, en ese triángulo, el virus hizo mucho más daño del que nadie imaginaba.

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