Hasta el pasado sábado Juan Jesús era un ejecutivo que con solo 35 años ya ostentaba un cargo de responsabilidad en su empresa, conducía un Tesla de más de 80.000 euros y residía junto a su esposa y su bebé en una tranquila zona residencial de Las Torres de Cotillas (Murcia). En solo 24 horas esa vida aparentemente ordenada y de ensueño que tenía se acabó de forma abrupta porque este domingo ingresó en la prisión de Sangonera la Verde investigado por dos supuestos delitos de agresión sexual y otro de malos tratos. Todo ello tras ser denunciado por su mujer.

Para entender este giro de ejecutivo de éxito a reo acusado de violación y maltrato hay que retroceder a finales de 2019, cuando se produjeron dos episodios que fueron la sentencia de muerte de esta pareja que contrajo matrimonio en 2017. Tales episodios están recogidos en las diligencias judiciales. El primero de ellos lo protagonizó supuestamente Juan Jesús cuando elaboró, de su puño y letra, un contrato con dos cláusulas que establecían la periodicidad de las relaciones sexuales que su esposa debía mantener con él y la colaboración del cabeza de familia en las tareas del hogar.

En el citado documento se hacen constar los datos personales del matrimonio. En la primera cláusula, según fuentes de la investigación, se expone que ella deberá mantener sexo con él, como mínimo, una vez cada tres meses. En la segunda, se establece que él colaborará con ella en trabajos domésticos como limpiar, tender la ropa... La pareja rubricó el polémico contrato tras mudarse a un dúplex que alquilaron en una zona residencial de Las Torres, cerca de donde Juan Jesús trabajaba como director de exportaciones de una firma especializada en fabricación, instalación y mantenimiento de maquinaria.

El Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género (CAVI) del municipio murciano es el escenario donde se produce el segundo episodio que explica el ingreso en prisión de este ejecutivo que carecía de antecedentes penales. De hecho, hasta ahora en su currículum solo destacaba su formación: carrera universitaria, experiencia en comercio internacional, buen nivel de inglés tras pasar una temporada en Irlanda... Pero detrás de ese perfil profesional se escondía un marido que supuestamente vejaba psicológicamente a su esposa y en noviembre de 2019 ella decidió acudir al CAVI porque su matrimonio era un infierno de supuestos insultos y amenazas de muerte. 

Grabaciones

Un guardia civil tomando una muestra de ADN en el domicilio de la pareja en Las Torres de Cotillas donde se produjo la supuesta violación.

La mujer no había presentado ninguna denuncia contra su esposo y la única prueba que tenía de los malos tratos que presuntamente padecía era su relato. Por ello el personal del Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género instó a la mujer a que documentase los episodios para así emprender acciones legales contra el padre de su hija. De forma que ella comenzó a usar su móvil para grabar a Juan Jesús cuando este presuntamente la atacaba verbalmente y la menospreciaba.

La mujer grabó a su marido seis veces en los últimos meses para demostrar que sufría violencia de género. En una de esas grabaciones quedó recogida la conversación del día en el que firmaron el contrato para mantener sexo trimestralmente. Este sábado 2 de mayo ella volvió a conectar la grabadora de su teléfono móvil y documentó el peor de los episodios que había vivido hasta ahora: el sonido de la supuesta agresión sexual que sufrió a manos de su marido en el dúplex donde convivían.

“Al levantarse a las 10.30 horas, él comenzó a dirigirse a mi con expresiones como ‘nadie me quiere’, ‘me voy a marchar de aquí’, ‘pones a la niña en mi contra’...”, tal y como recoge la denuncia presentada por la mujer ante la Guardia Civil a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.

Ella no quiso empeorar la situación dado que en pleno estado de alarma por el coronavirus el confinamiento domiciliario sería todavía más insoportable. De forma que optó por subirse a la primera planta del inmueble para ponerse a limpiar mientras Juan Jesús se quedaba en la planta baja jugando con la pequeña de solo once meses. Pasados unos minutos, la mujer se percató de que su marido había dejado a la bebé dentro del parque infantil para buscarla a ella en la primera planta.

“He escuchado cómo mi esposo subía y he puesto a grabar mi móvil: él comenzó a decirme que ‘eres mi mujer’, ‘tienes obligaciones’, ‘hace mucho tiempo que no tenemos relaciones’ (...)”. El ejecutivo pasó de las palabras a los hechos, según la citada denuncia: “Comenzó en ese momento a meterme mano por debajo de la ropa, le pedí que se marchase y que me dejase tranquila”. Juan Jesús le hizo caso y regresó a la planta baja junto a su hija, pero tras unos instantes volvió al encuentro de su esposa. “Me ha tirado en la cama, quitándome la ropa y tapándome la boca con la mano para evitar que gritase: me ha violado”.

"Te mataré"

Fachada de los juzgados de Molina de Segura donde se instruye la causa.

Nada más producirse la supuesta agresión sexual, la mujer denunció a su esposo ante la Guardia Civil. En la declaración, la víctima expuso a los agentes que presuntamente ya había sufrido otra violación. “La última vez fue el 31 de diciembre: él justifica estos hechos alegando que soy su mujer y tengo que satisfacerle”. Tal confesión la llevó a detallar a los agentes que quería poner fin a la relación sentimental que ambos iniciaron en 2011 y que les llevó a casarse en 2017: “Desde que conozco a mi esposo la relación ha ido empeorando conforme ha ido transcurriendo el tiempo”.

Puso varios ejemplos para ilustrar la convivencia “insoportable” que padecía, trufada de peleas diarias por cualquier motivo. Uno de esos episodios se produjo cuando ella alternaba su trabajo con sus estudios universitarios para terminar su carrera: “Me reprochaba que era muy mayor para estudiar, que no podría con todo y comenzó a machacarme con esa idea, aludiendo a que mi carrera era una mierda”. Tales enfrentamientos no cesaron siquiera durante la gestación de la hija de ambos: “El maltrato físico y psicológico de mi esposo se incrementó en el embarazo”. Tras el parto, ella sufrió amenazas cuando le planteó la separación: “‘Si pides el divorcio te mataré y yo me suicidaré’”.

La mujer admitió a los guardias civiles que en todos estos años nunca denunció a su marido, pero tras recibir apoyo psicológico en el Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género se había armado de valor: “He decidido dar el paso”. Cuando los agentes le preguntaron si quería añadir algo más a su declaración la mujer explotó: “Mi marido se refiere hacia mi persona con un trato despectivo y degradante, con insultos, amenazas y frases como ‘hija de puta’, ‘retrasada’, ‘mongola’, ‘si te vas te mato y yo me suicido’, ‘voy a poner a la niña en tu contra’, ‘te vas a arrepentir’, ‘te voy a hacer la vida imposible’, ‘nadie te va a creer’. He sido agredida en múltiples ocasiones, recibiendo empujones, me ha cogido por las muñecas para obligarme a arrodillarme, me ha cogido fuerte por el cuello...”, sostuvo ante la Guardia Civil.

Detención

El sábado pasado  Juan Jesús L.A., de 35 años, fue arrestado y trasladado a los calabozos del puesto de la Guardia Civil. El domingo prestó declaración ante el juez y se decretó su ingreso en prisión de manera provisional en calidad de investigado por perpetrar supuestamente contra su esposa dos delitos de agresión sexual y otro de violencia de género. En su declaración, según fuentes judiciales, el empresario defendió que el 2 de mayo no violó a su esposa en el domicilio conyugal: “Fue sexo consentido porque ella me dijo ‘vamos’ y cuando estábamos haciéndolo comenzó a negarse”.

El detenido también alegó al juez que tenía autorización para mantener relaciones sexuales con su mujer porque existía un contrato firmado por el matrimonio donde pactaron la periodicidad de las relaciones íntimas, como mínimo, una vez cada tres meses. Durante su declaración quedó constancia de que como contraprestación, en la segunda cláusula del referido contrato, Juan Jesús se comprometía a colaborar en las labores domésticas.

En las diligencias de la Guardia Civil a las que ha tenido acceso este periódico, se corrobora la existencia del referido acuerdo sexual: “Se nos hacen llegar siete audios por WhatsApp en los que se puede escuchar, en uno de ellos, a un hombre y una mujer realizando el acto sexual, supuestamente sin el consentimiento de la mujer y con evidentes gestos intimidatorios del hombre. En el resto de los audios se les escucha a los mismos protagonistas hablar sobre la negación de ella a mantener sexo y él entiende que es una obligación conyugal que viene reflejada en un contrato, así como en la Biblia”.

El Código Civil antaño recogía el deber marital, pero ahora será la Justicia la que valiéndose del actual Código Penal tendrá que evaluar la validez legal del contrato sexual de marras que elaboró el propio detenido y cuya existencia fue admitida por su esposa durante su declaración judicial. 

La defensa

Vicente Sanmartín, el abogado defensor.

Vicente Sanmartín, el abogado defensor del ejecutivo, es tajante: “Creo en la inocencia de mi cliente”. El letrado murciano subraya que trabajará "para que salga en libertad lo antes posible, poder defenderle de tan graves acusaciones" y "preparar su defensa con todas las garantías”.

Sanmartín avanza a este diario que “voy a pedir la nulidad de todas las irregularidades que ha habido en el procedimiento porque se cercena mi derecho a ejercer la defensa”. Tal afirmación del letrado se debe a que el inicio de la instrucción del caso ha sido muy accidentada dejando en evidencia que el sistema de teletrabajo de la Administración de Justicia no estaba preparado para afrontar las dificultades laborales que plantea la pandemia del coronavirus.

Prueba de ello es que el sistema no grabó la declaración de la víctima y el juez que no estaba en sala tuvo que tomar notas a mano mientras escuchaba el testimonio de la mujer por videoconferencia. Además, la declaración del detenido tuvo que ser transcrita en Word por un funcionario y hubo problemas de audio que provocaron que los implicados no comprendieran algunas de las preguntas que se les formulaban, incluso la Fiscalía y el propio letrado de la defensa, en ocasiones no escuchaban bien algunas respuestas de víctima y detenido.

Sanmartín añade a todos esos contratiempos que el juzgado todavía no le ha notificado un solo documento de aquella comparecencia: "Mi cliente ingresó en la cárcel este domingo,  no se me ha notificado el auto de prisión y sigo sin recibir las declaraciones de los dos implicados. En un caso de violación no tengo copia de nada para preparar un recurso contra la medida de encarcelamiento". 

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