El pedido que hicimos a la tienda sueca de Ikea para cuatro personas.

El pedido que hicimos a la tienda sueca de Ikea para cuatro personas. Alba Asenjo

Reportajes

Las albóndigas explosivas de Ikea te las traen a casa: pruebo su nuevo menú a domicilio... para cocinar

La cadena sueca ha lanzado un servicio de comida mientras dure la crisis del coronavirus. Decidimos pedir... para descubrir que no es listo para degustar.

2 mayo, 2020 19:38

Noticias relacionadas

Día 48 de confinamiento. Es mediodía y el movimiento en casa comienza a notarse: se aproxima la hora de comer y mis tres convivientes -en palabras del gobierno, para mí son los amigos con los que vivo- y yo hemos adoptado la sana costumbre de almorzar todos los días en familia. A ver qué nos hacemos hoy.

Pero me llega un mensaje del periódico: Ikea ha estrenado un servicio de comida a domicilio. Lo gestiona su tienda en la madrileña calle de Goya, y tan sólo hacen los repartos a barrios cercanos. Nosotros vivimos en el centro de Madrid, en Chamberí, y mi jefe me lanza la idea: ¿por qué no pides y pruebas qué tal?

No me parece nada mala propuesta comer las clásicas albóndigas suecas. Es un plato con arraigo en mi familia -tenemos cierta conexión con Escandinavia- y que, personalmente, me gusta bastante, aunque hace años que no lo pruebo. A mis compañeros también. Así que dicho y hecho. 

Se trata de un servicio temporal que estará activo mientras dure la situación de cierre de las tiendas físicas de Ikea en el contexto del covid-19, puntualizan desde la compañía. Los usuarios pueden elegir entre una oferta de más de 80 artículos como sus icónicas albóndigas, el salmón o el codillo. 

Con todo, no perdemos de vista lo que ya advirtió en EL ESPAÑOL la dietista-nutricionista Nelia Pelegrina: que todos los platos ya no sólo es que disten de ser saludables, sino que más bien son una “bomba”. Pero un día es un día.

El plato de albóndigas que degustamos.

El plato de albóndigas que degustamos. Alba Asenjo

La web y sus dudas

Lo primero: seleccionar a través de Just Eat los platos que queremos. La plataforma es muy clara, y estamos familiarizados con ella, por lo que la navegación es sencilla. Aunque nos asalta la primera duda: no se especifica en ningún momento si son platos preparados, a los que tan sólo haga falta darles un calentón en el microondas, o si finalmente habrá que cocinar.

La única pista es la división del tipo de producto: Ikea diferencia entre ‘Congelados’ y ‘Refrigerados’, por ejemplo. Las míticas albóndigas están en la primera categoría y el codillo, en la segunda. Aún así, y como la variedad es limitada -como sucede en los restaurantes de sus tiendas, no están todos los productos disponibles-, pedimos un poco de todo. Somos cuatro personas y la cuenta suma, al final, 39,70 euros, menos de 10 por cabeza. Todo bien.

En el menú, platos típicamente Ikea. Todos los habitantes de esta casa hemos comido allí en alguna ocasión y buscamos recrear los que ya conocemos para poder comparar bien. Las míticas patatas fritas con piel (0’80€), pan de cereales -pensamos que sería un bollito, pero son más bien crackers (2€)- y paté de salmón (2’50€), para picotear. 

Albóndigas (6,50€) -con el puré de patata (2’50€), la salsa (1€) y la mermelada (3’50€) para acompañar el icónico plato sueco-, un codillo de cerdo (6€) y lasaña vegetal de espinacas (2’50€), de principal. De postre, la clásica tarta de almendra y chocolate (6€), un té de pino (2€) y un batido de avena ecológico (1’50€).

Click, click, click. Pago con tarjeta de crédito y a esperar.

El pedido a la tienda Ikea. De todo un poco.

El pedido a la tienda Ikea. De todo un poco. Alba Asenjo

La preparación

El pedido llega una hora después. Son ya las tres de la tarde y el hambre comienza a hacer mella. Aparece el repartidor -que me deja las dos bolsas en el rellano, para que no haya contacto entre nosotros- y nos ponemos manos a la obra. 

Se nota que es de los primeros pedidos, porque en la misma bolsa de papel algún empleado ha escrito, a mano, mensajes simpáticos: “Hazte el sueco”, “Quédate en casa” y “La más maja de Goya”. Desembalamos todo y, oh, sorpresa, tenemos que cocinar.

Todos los preparos necesarios para poder hacer un plato de albóndigas típicamente sueco.

Todos los preparos necesarios para poder hacer un plato de albóndigas típicamente sueco. Alba Asenjo

Vaya por delante que todos los productos que pedimos requerían algún tipo de manipulación previa -a excepción del pan, las patatas fritas y el paté-, pero que todos se podían hacer en el microondas. También dan la opción de hacerlo en el horno o en la sartén, pero nosotros optamos por el primer método. Más cómodo y más rápido.

Realmente, la impresión es la misma que cuando sales de cualquier establecimiento Ikea y compras algunos productos en la tienda. Sólo que no se especificaba de manera clara. Pero rápidamente hacemos, por partes, las elaboraciones. 

Las albóndigas, lo primero, al microondas en tandas de diez, cada una cinco minutos. Vienen las justas para cuatro raciones. Mientras, descongelamos el puré de patatas en una sartén en el fuego, al que recomiendan añadirle leche o agua. También vamos preparando la salsa de carne, para la que es necesaria tener nata (y menos mal que uno de mis compañeros tenía).

El puré de patatas recién sacado de la bolsa.

El puré de patatas recién sacado de la bolsa. Alba Asenjo

Sacamos el codillo y lo metemos tal cual, en un plato y una vez retirados los envoltorios, cinco minutos al microondas. Al final, lo que más tardaba: la lasaña vegetal. También al micro, esta vez siete minutos.
Finalmente, retiro la caja de la tarta. Ahí explican que tan sólo necesita estar en contacto con el aire media hora antes de su consumición. Perfecto para tomar una porción de postre. 

Tiempo total de cocinado: unos 30 minutos.

La cata

Comienza la cata. He de reconocer que la bolsa de patatas fritas voló. Apenas hubo tiempo siquiera de hacerle foto, pero no estaban especialmente sabrosas ni crujientes. Había hambre y las devoramos, sí, pero no es algo que volveríamos a pedir en el caso de repetir la experiencia.

A lo primero que le hincamos el diente, una vez sentados a la mesa como personas civilizadas, es, cómo no, a las albóndigas. El toque semicasero de la salsa consigue que se nos olvide que las hemos tenido que cocinar nosotros. Otro gran punto a favor es la facilidad de hacer la carne en apenas unos minutos al microondas.

Todos le damos un notable o sobresaliente, siempre que dejemos atrás el puré de patata, que, además de no ser muy saludable, en vista de su composición nutricional, es pesado de hacer y no sabe realmente a nada. La mermelada está rica y no tiene nada que envidiar a otros productos similares de marcas más consolidadas. Poca diferencia, en general, al plato en conjunto que sirven en los restaurantes de la marca. Incluso diría que nos gustó más.

El codillo envuelto en el paquete.

El codillo envuelto en el paquete. Alba Asenjo

 

Después, nos decidimos por el codillo. Es sabroso, pero le falta algo, un punto de melosidad que igual se consigue cocinándose durante más tiempo, no los cinco minutos que ponía en la caja. Es un codillo decente, rico, pero nada del otro mundo. Entre el bien y el notable bajo, para nuestro gusto.

Mientras, hemos estado picoteando los crackers de pan -demasiado caros para lo que realmente son: tienen una lista de ingredientes sanos pero no saben a nada de nada- con el paté de salmón. Un producto muy curioso: no lleva conservantes ni aditivos, todos sus componentes son buenos y su principal ingrediente es el salmón y el bacalao. De sabor es muy curioso, salado pero no demasiado agresivo. Bien, correcto, pero quizás sería mejor acompañamiento dentro de un sándwich y no en tostas como lo degustamos nosotros.

La lasaña, en cambio, fue un poco bluf. No estaba mala, pero no destacaba. Sin duda, no pediría este plato en un antojo de Ikea o comida sueca. No se diferencia en nada en cualquier otro tipo de lasaña congelada. Tampoco me decantaría por esta opción si fuera físicamente a su restaurante.

En cambio, la gran sorpresa del día llegó con los postres: el té de pino -además de que llegó caducado de un par de días, pero nos dimos cuenta a posteriori- convenció a dos, pero a otros dos nos desagradó. El batido de avena no era tal, sino más bien un licuado potente de sabor, ácido por las frutas del bosque, pero con una buena composición nutricional, apta para cualquier realfooder. Pero llegó la tarta de chocolate y almendra.

Ay, la tarta.

No teníamos muchas expectativas. La pedimos, realmente, porque no había otro postre disponible y nos pareció algo cara, 6€, pero el trozo individual valía algo menos de la mitad y consideramos que era excesivo para una única porción. 

No titubeo al escribir que nos cautivó a todos. Que nos acordaremos de ella a pesar de que sus ingredientes no sean demasiado convenientes. Pero todavía sigue siendo protagonista de alguna de las conversaciones de esta casa. Y, sin duda, bien merece la pena un pedido a la tienda sueca para adquirirla. Son 6€ muy, muy bien empleados. Sobresaliente, cuatro dieces de cuatro posibles.

Imagen general de nuestra mesa con los platos preparados por Ikea.

Imagen general de nuestra mesa con los platos preparados por Ikea. Alba Asenjo

Conclusiones

Lo cierto es que igual echamos de menos que se pudiera pedir algo más saludable de todo lo que ofrecía Ikea. También que hubiera más platos típicamente suecos, más allá del salmón -que no estaba disponible- o los arenques -que no nos atrevimos a pedir, la verdad sea dicha-.

Nada es peor que la gestión de unas altas expectativas, pero hay que reconocerle a la cadena escandinava que su producto estrella, el best-seller culinario, las famosísimas albóndigas, cumple. Y con creces. Es un plato sencillo y resultón. No lo incluiría en mi dieta habitual, pero para un capricho sí que podría pedirlo a domicilio de propio.

La mayor contra que le encontramos a todo fue la confusión de no saber si eran platos listos para comer o no. También el tiempo de entrega, una hora, teniendo en cuenta que no hay nada que hayan tenido que cocinar, que todos sus productos sólo habían sido empaquetados.

Quizás, para el jaleo que hay que montar, no merezca la pena. Pero si lo que deseas son unas albóndigas, no te van a defraudar. Al menos, mientras dure el confinamiento.