Primero, la noticia: Alcampo, a partir de ahora, te permite -además de llevarte la comida a casa- usar tu táper para hacer la compra en la charcutería, la pescadería, la carnicería y la sección de quesos. ¿Los motivos? Por un lado, ahorrar plástico; por otro, luchar contra el cambio climático. Ese es su plan. A partir de ahí, asimilada la novedad, la duda: ¿es higiénico? Para responder, en EL ESPAÑOL nos hemos ido a hacer la compra al supermercado del centro comercial La Vaguada, en el barrio de El Pilar, para ver cómo funciona el proceso; para comprobar si, a simple vista, es seguro (o no).

La primera parada la hacemos en la pescadería –antes de acudir, no teníamos claro si se podía (o no) llevar pescado en los táper. A nuestro alrededor, no hay nadie con él. Nadie sabe que el servicio, desde hace una semana, está disponible en la mayoría de los supermercados madrileños, en Sevilla y en Logroño. “Y, próximamente, en muchas otras ciudades”, aclaran desde la compañía a EL ESPAÑOL.

Pero, dejando a un lado la expansión del servicio, volvemos a la pescadería. No sabemos cómo tenemos que hacerlo. Pero sacamos el táper y preguntamos (la conversación, más o menos, es la siguiente).

— ¿Nos puedes echar el pescado en el táper?

— Sí, claro.

— ¿Y qué tenemos que hacer?

— Abres el táper y lo dejas en esta bandeja. Yo lo echo todo dentro en papel biodegradable y usted cierra el recipiente.

Nos han echado cuatro calamares en el táper envueltos en papel biodegradable.

Pedimos cuatro calamares por 5,09 euros, nos los colocan en el táper y nos ponen la etiqueta en el recipiente. Lo metemos en nuestra bolsa y volvemos a sacar número. Nuestra segunda parada es en la sección de quesos. Esperamos que nos toque el turno y pedimos.

— ¿Querríamos dos rulos de cabra para llevar en este táper?

— Perfecto.

De nuevo, el proceso es el mismo. La empleada saca la bandeja, la deposita en el mostrador y nos insta a que coloquemos nuestro táper. Así lo hacemos. Dos minutos después, tenemos los rulos de cabra en la fiambrera por 2,68 euros. No hay motivos para alarmarse. Todo está estudiado para que no se produzca ninguna intoxicación alimentaria. Alcampo, siguiendo la estela de Carrefour –que también ofrece esta posibilidad–, ha querido que sus trabajadores lo tengan todo controlado. Y, tras darles un curso de cómo deben hacerlo, lo tienen.

Hemos echado dos rulos de cabra en la sección de quesos.

Charcutería y carnicería

Nuestra tercera parada es en la charcutería. Por primera vez, no somos los últimos en comprar. A nuestro lado, hay varias mujeres que nos ven sacar el táper.

— ¿Se pueden echar ahí las cosas (en referencia al fiambre)? —pregunta una de ellas.

— Sí, claro –responde la empleada de Alcampo.

— Ojalá todo el mundo lo hiciera. Con estos pequeños detalles… —finiquita otra señora a nuestro lado.

El proceso, de nuevo, es el mismo. Pedimos 100 gramos de jamón (a 1,97 euros) y el charcutero lo deja en el táper que está en la bandeja. “Tienes que cerrarlo tú”, nos insta. Lo hacemos y nos vamos camino de la carnicería, nuestra última parada. Y, allí, se repite la escena, los gestos y las conversaciones con el carnicero. Lo tienen todo controlado.

Hemos comprado 100 gramos de jamón y nos los han echado en un papel biodegradable dentro del táper.

¿Es seguro? A priori, no da para sospechar otra cosa. Los trabajadores de Alcampo no tocan en ningún momento el táper y acceden a poner la comida dentro en papel biodegradable. Pero también se pueden negar. Si el recipiente está sucio, tienen el derecho de apartar la fiambrera y envolver el producto en plástico. Es, por tanto, beneficioso tanto para el medioambiente como para el supermercado, que se ahorra al no utilizar ese plástico.

“Lo que queremos es hacer evolucionar la política de plásticos de la compañía, cuyo objetivo es reducir significativamente su consumo en la sociedad”, reconocen desde la compañía. Su intención es clara: sensibilizar a sus clientes para que utilicen menos plástico cada día. Como también ha hecho Carrefour. Son los primeros. Mercadona y Lidl podrían ser los próximos, pero, de momento, sólo han sustituido las bolsas -ahora son de papel- para luchar contra el cambio climático. 

Hemos echado también seis filetes de lomo.

Reparto Eco

No es la única medida contra el cambio climático que ha llevado a cabo Alcampo. Durante este mes de febrero, también ha incorporado un servicio de vehículos eco de reparto a domicilio en 25 supermercados de Madrid, en Zaragoza y en Logroño. Ofrece, también, la posibilidad de llevar la compra en bolsas dejadas por los propios clientes en el supermercado.

La encargada de este servicio es la startup española Revoolt, que cuenta con una flota multimodal sostenible y que es especialista en soluciones ZeroCO2. Con esta iniciativa, Alcampo ya cuenta con este servicio en 63 tiendas en España. Desde todas ellas le llevarán la compra a sus clientes en tricliclos a pedales, ciclomotores y furgonetas eléctricas o a gas. Con esto, Alcampo pretende evitar la emisión de 7,1 toneladas de CO2 en un año.

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