Parece solo un juego pero tiene su enjundia. Escribe el maestro José Antonio Marina (Historia Visual de la Inteligencia) que el ser humano no puede leer más de 600 palabras por minuto y está comprobado que a partir de 500 vocablos el grado de comprensión decrece vertiginosamente. Ya, ya sé que estás pensando que hay gente que no comprende ni tan siquiera una docena juntas. No te falta razón. En España, léelo tantas veces como precises, hay 700.000 personas analfabetas funcionales. Increíble.

Anne Jones, campeona del mundo de lectura rápida.

Es cierto que se han diseñado programas que, estirando la cosa, prometen que tú y yo podríamos leer hasta un millar de palabras cada 60 segundos. Al final de este artículo comprobarás que no podrás. La dificultad reside en que el ojo no puede ir tan rápido como al cerebro le gustaría. Este tipo de programas han diseñado una técnica que le “sirve” al ojo la palabra en el sitio exacto para ganar tiempo en el proceso de lectura.

Por jugar con las hipótesis, si llegaras a conseguirlo sería un caso más del Libro Guinness de los Récords 2020 (24,65 euros en el portal de Jeff Bezos) -que gran estrategia de marketing la de la familia cervecera Guinness con sus certificados freaks-. Si leyeras mil términos al minuto podrías devorarte Guerra y Paz en unas nueve horas y el Moby Dick de Melville, en solo tres horas y media, y te convertirías en un zampa bibliotecas. ¡Ojo, menudo empacho para el ojo!

Steve Jobs de joven, antes de marcharse a la India.

Esta mañana de sábado he dedicado más tiempo del que uso normalmente para escribir esta columna a elegir con qué texto hacer la prueba, que en redactar. Para que no te agobies, te anuncio que leer 200 palabras por minuto sería estar en la media. Esa es mi media. Tienes un cronómetro en tu teléfono móvil. ¿Te apetece probar?

Para leer 600 palabras en un minuto hay que ser un Usain Bolt (33) de la lectura. A continuación un texto de “tan solo” 150 palabras que deberías leer en 15 segundos. ¿Lo quieres intentar? Adelante, enciende el cronómetro.

“Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer? Y cada vez que la respuesta ha sido «no» varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo. Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso, todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solo aquello que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu corazón”.

Extracto del célebre discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford pronunciado el 12 de junio de 2005, día de San Nazario. ¿Lo has comprendido?