"A ella no la conocíamos de nada porque no era de aquí. Y a él, como apenas le veíamos de mañana o de noche al volver a casa, pues casi lo mismo. Dicen que se ha ido, pero fíjate el trato que teníamos nosotros con él que ni siquiera nos hemos enterado". Pepita se fuma el enésimo cigarrillo de la tarde a la puerta de su casa, al final de la calle San Joan Baptista, una empinada subida en el centro urbano de Manuel, un pequeño pueblo valenciano de interior. Dicen ella y los demás vecinos que reposan al fresco a la hora de la merienda que recuerdan a aquel hombre, buscado ahora por la Guardia Civil.

Estatura media, 35-40 años, moreno de pelo, barba de varios días, gafas con la pasta de la montura de color negro y coche azul oscuro. Su casa es la única pista del paradero de una joven de la que nada se sabe en su familia desde el pasado 7 de noviembre. A dos viviendas de la suya, en el número 9 de ese estrecho lugar, se perdió el rastro, hace 20 días, de Marta Calvo Burón. El rastro perdido de la joven de 25 años finaliza aquí, entre casas destartaladas de media altura, una zona humilde plagada de naranjos y plantaciones de la huerta valenciana. 

Marta vivía y trabajaba en Valencia, y aquella noche había quedado con un desconocido con el que había contactado a través de las redes sociales. Desde entonces nada se ha vuelto a saber de ella. Tampoco del inquilino de la casa, desde la cual se envió la localización de la joven a través del teléfono móvil. Es el último lugar en en que se identifica su presencia. Y por eso a él también le están buscando.

No era la primera vez que Marta quedaba con gente a la que conocía por distintas redes sociales, como Badoo o Tinder, una costumbre adoptada por mucha gente, muy en boga en estos últimos años. Ella ahora vivía en Valencia. Allí trabajaba como camarera. Francisco, un amigo suyo, cuenta a EL ESPAÑOL que la vio hace cosa de mes y medio, en el centro de la ciudad. Se conocen desde hace años, cuando él decidió emprender y abrió un pub en la ciudad.

Ella acudía allí con frecuencia acompañada de su ex. De ese modo entablaron amistad. "Un error que se está produciendo tiene que ver con la imagen que han difundido para la búsqueda. Ella ahora lleva el pelo corto, por encima de la oreja, y marrón oscuro. En la foto que se está compartiendo ella sale con el pelo rubio y largo. Así iba hace dos o tres años".

Poner tierra de por medio y desaparecer era algo que él y otros de sus amigos habían ya advertido en otras ocasiones. Pero nunca hasta el punto en el que se encuentra ahora mismo está situación. "A veces podíamos estar dos o tres días sin saber nada de ella, después de un día de fiesta. Pero tantos días han pasado que ya nos empezó a extrañar".

Dicen a EL ESPAÑOL los vecinos de esa calle en la localidad de Manuel que el supuesto inquilino no era un tipo que tuviese problemas en el barrio. El hombre, posiblemente el último que vio a la joven Marta antes de que despareciese,  apenas llamaba la atención, y llevaba solo unos meses residiendo en el lugar.

Esa casa, el último punto desde el que se tienen noticias de ella tras su desaparición, es el misterio que aún  no se ha logrado resolver. Y en torno al que se está tratando de indagar.

Camarera en Valencia

Marta era, como se suele decir, una 'curranta'. Había ejercido diversos trabajos, empleos de todo tipo en los últimos años. Había sido recepcionista,  dependienta, y camarera en dos locales distintos, el restaurante Artillero y el Avanti. También en el restaurante Puerta de Valencia, en el bar Oli y en la Sala Hípica.  Cuando cumplió los 18, llegó a hacer un curso de peluquería en la Academia Jazmín.

Su círculo más cercano habla de una joven extrovertida, una chica normal como cualquier otra. Su teléfono, si  embargo, continúa apagado por razones todavía desconocidas. Lo comprobó la madre de Marta esa noche y los días posteriores. Antes y después de poner la denuncia.

Fachada de la vivienda donde se pierde el rastro de la joven.

En un pueblo donde no sucede gran cosa, con apenas 2.500 habitantes, los avisos de la alcaldesa y su grupo municipal se ofrecen por altavoces situados en distintos puntos de la calle. Por eso se ven sobrepasados por la situación ante las cámaras y la presencia de los periodistas por entre sus calles deshilachadas y angostas.

La investigación corre a cargo del grupo de Homicidios, que forma parte de la Sección de Delitos contra las Personas, de la Comandancia de la Guardia Civil en Valencia.  Los agentes ya empezaron a preguntar por ella en Manuel. Pero nadie la vio esa noche. Ni esa ni ninguna otra. Tampoco los vecinos, interrogados por los investigadores, pudieron constatar un solo ruido, un solo movimiento extraño, un solo atisbo de trifulca en ese lugar . Y tampoco habían allí nadie para apreciarlo. El pueblo entero dormía a pierna suelta.

 

Marta mide 1,65, es de complexión delgada. Muchas veces solía teñirse el pelo, en general de color rubio, pero al parecer en el momento de la desaparición lo llevaba castaño, al natural, combinando con sus ojos,  también marrones.

Ni siquiera las cámaras de Seguridad del pueblo han arrojado un solo rostro, una sola pista acerca del paradero de la chica. Por el momento estudian todos sus movimientos y los contactos nuevo mantuvo durante las horas e instantes previos  a desaparecer.

Nada de eso resulta suficiente, y lo poco con lo que se cuenta son las descripciones de los vecinos sobre este individuo anónimo sobre el cual apenas se sabe nada. Solo que se esfumó del piso de alquiler, que fue el último lugar en el que Marta era ubicada por su propio Whatsapp.

Perros y helicópteros

Las circunstancias, el tiempo que ha pasado desde su desaparición, ha hecho alertar del caso. El juzgado que lo investiga, por el momento, es el de primer momento el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira.

Marta estudió de niña en el instituto de la Baronía de Sant Antoni Abad, en la localidad de Gilet, algo más al norte pero también adentrándose hacia el interior de la provincia de Valencia. Allí apenas conocían los hechos acaecidos pero ya se han movilizado por la redes sociales - sobre todo algunos de sus amigos- para difundir la noticia de su desaparición, tal y como este fin de semana realizó SOS Desaparecidos.

La búsqueda prosigue en la zona,  y ya participan en ella, además de perros adiestrados, en la detección de personas, un helicóptero de la Benemérita. Con él los agentes han sobrevolado las huertas y las interminables plantaciones de naranjos extendidas en los alrededores del pueblo. Pero ni rastro de la joven Marta. Continúan tras la pista de ese individuo desaparecido y de su casa, donde ella mandó a su madre la ubicación.

La vivienda, por cierto, continúa precintada. Nada se sabe de lo encontrado en su interior.

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