El día de San Valentín también hay rupturas. Parece haber sido el caso de Jesús María Baranda y Carmen Merino. Según ha podido saber EL ESPAÑOL por fuentes del entorno de la víctima, el hombre le dijo ese día a su pareja que se marchase de casa. Tras casi 7 años de convivencia, la relación parecía haberse agotado. Jesús ya se relacionaba con otras amigas y Carmen había entablado una ‘estrecha amistad’ con un varón de nacionalidad colombiana. Jesús decidió ese día de los enamorados que ya había habido suficiente. Le pidió a Carmen que se marchase de su casa y ella se negó. Él insistió y ella se mantuvo en sus trece. No sólo no se marchaba de Jesús, sino que preparaba su asesinato. Pero como ella no era capaz de hacerlo sola, pudo haber optado por pagar 12.000 a unos sicarios.

Cada día surgen datos nuevos sobre el grotesco crimen de Castro Urdiales. La cabeza decapitada de Jesús María Baranda, jubilado de 67 años y desaparecido desde febrero, apareció hervida, envasada y envuelta para regalo en casa de una amiga de la pareja María. Ella la había recibido a través de su hermana Ana, a la que se la había encomendado Carmen Merino so pretexto de que eran juguetes eróticos, y que no quería ella que la Guardia Civil viese esas marranadas si venían a registrar la casa por la desaparición de su marido.

El caso sigue bajo secreto de sumario, pero EL ESPAÑOL ha tenido acceso a unas informaciones acerca de una nueva línea de investigación. Y es que Carmen podría estar diciendo la verdad. Sostiene la detenida que ella recibió el paquete con la cabeza en su casa y que se lo quedó porque era el único recuerdo que tenía de su marido. Y es posible que así fuese. Que recibiese la cabeza de Jesús como confirmación, por parte de los sicarios a los que habría contratado, de que el crimen que encargó se había llevado a cabo con éxito.

Muy profesional

Ello explicaría el tremendamente macabro (y esmerado) tratamiento que recibió la cabeza del fallecido tras ser desmembrada del cuerpo. Un trabajo propio de profesionales del crimen. La persona que llevó a cabo el proceso sabía que tenía que hervirla para eliminar las partes blandas. Perseguía así minimizar el hedor que provoca un fragmento humano en descomposición. También le colocó al cráneo un primer envoltorio, que todavía no se ha confirmado si fue papel de aluminio o si lo plastificó al vacío. Después se lo envió a Carmen como prueba de que el trabajo se había realizado. Todo ello, en una caja con papel de regalo, puesto que una de las hipótesis era que la ‘viuda negra’ se lo quería reenviar a una de las presuntas amantes de Jesús María.

Esta teoría vendría a dar respuesta a algunos de los muchos interrogantes que se ciernen sobre el caso: ¿Pudo Carmen matar a su marido, desmembrarlo y librarse del cuerpo ella sola y sin ayuda? ¿Realizó ella un trabajo tan minucioso con la cabeza, sin ser una persona habituada a tratar con cadáveres? Si se confirma la tesis de que encargó el crimen a unos sicarios, queda claro que no, que ella sólo dio órdenes. Como decían Les Luthiers, “lo importante en esta vida no es saber, sino tener el teléfono del que sabe”.

Jesús pagó su propio crimen

Para pagar el asesinato utilizó 12.000 euros de Jesús María. Él cobraba la buena pensión que le corresponde como exdirector de sucursal del Banco Santander. Vivía con holgura y sin estrecheces. Invitaba a sus amigos de cuadrilla y nunca escatimaba dinero para ayudar a su gente. Ella le robó parte de ese dinero y lo invirtió en que lo quitasen del medio. Jesús, sin saberlo, pagó su propio asesinato de su bolsillo. Presuntamente.

Carmen Merino siguió bailando sevillanas tras el crimen

Tampoco es descabellado que Carmen le afanase ese dinero. Era la cantidad exacta que faltaba en casa y la cifra que ella apuntó a los familiares de Jesús cuando explicó su desaparición: “Ha cogido 12.000 euros y se ha largado a Punta Cana”, fue la versión que ella mantuvo en todo momento. No manifestaba preocupación por desconocer el paradero de su marido. Al contrario, seguía bailando por bulerías en las fiestas del pueblo y en la Feria de Abril. Hacía vida normal.

Además, tras el crimen se ha sabido que Carmen había sido condenada por estafa hasta en dos ocasiones en los últimos 10 años. Una en 2013 y otra en 2017. Dos de esas estafas habrían sido perpetradas en Galicia. Según adelantaba El Faro de Vigo, Carmen “dejó un rastro de estafas del amor en Vigo”. Cuenta el rotativo gallego que la gaditana “encandiló al menos a dos vigueses que la denunciaron por pedirles dinero y no devolvérselo”. Los investigadores sospechan que estos fraudes eran su forma de vida. También cuentan que en 2017 le consta otro antecedente policial en Cádiz: fue acusada de apropiarse de documentación del excompañero sentimental de una tía suya y estafarle 6.600 euros. Ese mismo año ella denunció a otro hombre en Vigo por presuntos daños.

¿Dónde está el cuerpo?

¿Y el resto del cuerpo? Es la otra gran incógnita de este caso. Por el pueblo siguen las especulaciones y están tirando de hemeroteca. Y es que esa parte de la costa está llena de acantilados y, de vez en cuando, aparece algún cadáver por la zona. Los vecinos hacen cuentas y les salen tres cuerpos aparecidos sin vida en el Cantábrico desde el pasado mes de febrero. EL último fue rescatado el 15 de octubre, pero pertenecía a un surfero de Irún de 18 años. Antes, a mediados de junio, encontraron otro cuerpo flotando en el municipio cántabro de Ubiarco, pero correspondía a una mujer de 42 años.

Hay un tercero, un cadáver que fue hallado el 18 de febrero en una playa de San Sebastián, sólo 4 días después del fatídico San Valentín en el que Jesús abrió la caja de los truenos sin saberlo. Un varón que no fue identificado y que se desconoce si apareció decapitado. Pero a última hora de la tarde, las informaciones ya se centraban en un vertedero. No obstante, y visto el metódico tratamiento que utilizó la o las personas que mataron a Jesús con su cabeza, es probable que el resto del cuerpo del jubilado de Castro Urdiales no vuelva a aparecer jamás.

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