La Audiencia Provincial de Almería ha condenado este lunes a Ana Julia Quezada a prisión permanente revisable. Así lo ha dictaminado la magistrada Alejandra Dodero después de que un jurado popular considerase a Quezada culpable del asesinato del pequeño Gabriel Cruz, de ocho años de edad e hijo de su pareja Ángel Cruz.

La jueza ha condenado a la mujer, de origen dominicano, por un delito de asesinato con alevosía con la circunstancia agravante del parentesco. Además, en cuestión de responsabilidad civil, la sentencia la obliga a abonar 250.000 euros a los padres de la víctima por daños morales y 200.203 euros por los costes de las labores de búsqueda del menor.

Con ello, Ana Julia se convierte así en la undécima persona en ser condenada a prisión permanente revisable en España, desde que se reformó el Código Penal en 2015. Y es la primera mujer de todos ellos. Estos son sus compañeros de condena:

David, el monstruo de Moraña

David Oubel, conocido como el monstruo de Moraña (Pontevedra), fue el primero en ser condenado a este tipo de pena. En julio de 2015, David mató a sus dos hijas, Candela (9 años) y Amalia (4 años) con una radial eléctrica y un cuchillo de cocina. Además, antes de matarlas, las drogó para que fuera más fácil.

David Oubel a su llegada a la Audiencia de Pontevedra EFE

David se había separado de su mujer y ambas estaban bajo la custodia de la madre. Sin embargo, todo sucedió cuando las menores se encontraban en casa del padre pasando las vacaciones. La condena le llegó en julio de 2017.

Sergio, el carnicero de Icod

Sergio Díaz, de tan solo 24 años en el momento de su condena, fue el segundo en recibir este tipo de pena. En 2016, mató al abuelo de la que era su novia, un hombre de 66 años. Le asestó un total de 30 puñaladas así como diversos golpes con objetos del mobiliario de la casa.

“Jaque mate. Eso es lo que le dije cuando me iba, y espero que lo lea ahora también, porque esto es lo que le tiene que quemar hasta que salga de la cárcel. Hasta aquí llegaste y ahora lo que hiciste lo tienes que pagar. Jaque mate, Sergio”, le deseó su exnovia tras el juicio.

Daniel, el profesor de música

Daniel Montaño, profesor de saxofón en Vitoria, fue condenado en septiembre de 2018 por el asesinato de Alicia, una bebé de 17 meses de edad. Según el jurado, actuó con plena consciencia cuando mató a la pequeña arrojándola por el balcón y trató de matar también a su madre.

Fue considerado culpable de los delitos de asesinato y tentativa de homicidio. Además, actuó de “manera intencional” y con alevosía y lo hizo “con medios y condiciones que impedían toda posibilidad de defensa” a sus víctimas.

Marcos, el parricida de Oza-Cesuras

Marcos Mirás, de la localidad coruñesa de Oza-Cesuras, se convirtió en el cuarto condenado a prisión permanente revisable tras matar a su hijo de 11 años de edad. Lo hizo en mayo de 2017 para vengarse del divorcio de su mujer, algo que sucedió 11 años antes.

“Te voy a dar donde más te duele”, le dijo Marcos a su exmujer antes de asesinar a su hijo. La Policía, tras recibir la denuncia de su desaparición, fue a casa del parricida y éste se desmoronó delante de los agentes de seguridad. Entonces, los llevó hasta el lugar donde se encontraba el cadáver del niño.

Patrick, el descuartizador de Pioz

En uno de los casos más mediáticos, Patrick Nogueira fue condenado por el cuádruple asesinato en la localidad de Pioz, en Guadalajara. Acabó con la vida de sus tíos, Marcos y Janaina, y los hijos de ellos, María Carolina y David. Los cuatro fueron posteriormente descuartizados. Todo sucedió en septiembre de 2016.

Patrick Nogueira, durante una de las vistas del juicio.

En el juicio se analizó el estado mental del descuartizador de Pioz. Se ha dictaminado que Patrick actuó en plenas facultades planeando el crimen desde días antes y controlando la situación en todo momento. Cumplió todo lo que había ideado.

Pablo, el violador de Castellar

Pablo Catalán, de 46 años de edad, violó y asesinó el 19 de diciembre de 2015 a una mujer que se encontraba inconsciente en su casa de Castellar del Vallès, en la provincia de Barcelona.

Tras forzarla sexualmente, la torturó y acabó degollándola. Posteriormente, le mutiló algunas partes íntimas e intentó borrar sus huellas. Además de a la prisión permanente revisable, fue condenado a pagar a la mujer de la víctima con 100.000 euros y a la madre de la misma con 50.000.

Francisco, el primero de violencia de género

El caso de Francisco Salvador se convirtió en el primero de violencia de género que entraba en prisión permanente revisable. En enero de 2017, este vecino de Huércal de Almería entró en casa de su pareja, la violó amenazándola con un cuchillo, le propinó más de 100 golpes y le mutiló la lengua.

Toñi García Abad tenía 33 años y fue asesinada por su expareja, Francisco Salvador García.

El asesino de Pilas

En marzo de 2017, un hombre fue condenado a prisión permanente revisable por intentar violar y posteriormente asesinar a una mujer en la localidad sevillana de Pilas. Según la sentencia, intentó forzarla sexualmente y, al no conseguirlo, optó por acabar con su vida. 

Fue condenado además a pagar una indemnización de 254.880 euros al marido y los dos hijos de la fallecida, y le impone la pena de prohibición del derecho de residir en el lugar en el que viven o trabajen los familiares de la víctima.

Asesino de su mujer enferma

En mayo de este año, un hombre de la localidad toledana de Mora, era condenado a esta pena tras haber asesinado a su mujer, quien padecía la enfermedad de Ménière, un trastorno del oído interno que causa mareos y pitidos.

En la sentencia se señalaron los agravantes de discapacidad y parentesco. Además, le inhabilitaron para ejercer la patria potestad de la hija que ambos tenían en común. 

Roberto, el violador de su hija

El último caso, antes del de Ana Julia, fue el de Roberto H. En agosto de 2017, este hombre de Valladolid acabó con la vida de su hija de cuatro años, Sara, tras haberla estado violando y maltratando de manera continuada en el tiempo

En el juicio también se condenó a su mujer y madre de la hija a 28 años de cárcel. A él se le consideraba el autor mientras que a la progenitora la condenaron por la omisión de ayuda. 

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