James siempre fue un emprendedor. Este español de 22 años, de padre ghanés y residente en Mallorca, tenía claro que iba a invertir todo su talento en ganar mucho dinero. Y ¿qué mejor sitio para buscar dinero que la empresa más rica del mundo? Eso es exactamente lo que (presuntamente) hizo. James, junto a su compinche Juan, perpetraron la mayor estafa a Amazon que se ha registrado nunca en Europa. La segunda a nivel mundial. Más de 300.000 euros levantados. ¿Cómo lo consiguió? Llenando de tierra los paquetes recibidos y devolviéndolos como si contuviesen la mercancía original.

El juez ha dejado en libertad, bajo fianza de 3.000 euros, a James Gilbert Kwarteng, un joven mallorquín, residente en Marratxí (Palma de Mallorca), que está acusado de haber timado a lo grande a Amazon, el gigante de las ventas online. James le levantó a la empresa de Jeff Bezos un total de 330.000 euros en concepto de productos comprados y posteriormente no devueltos, según explica el Diario de Mallorca.

Estafa SL

James Gilbert Kwarteng consiguió idear un sistema para burlar los sistemas de seguridad del departamento de devoluciones de la compañía americana. Se da la circunstancia de que, además de recuperar el dinero, el chico se encontró con una cantidad tan ingente de productos sin estrenar (generalmente electrónica), que montó incluso una empresa de venta online. Una sociedad limitada para poder colocar a bajo precio toda la mercancía que le afanó a Amazon.

James encontró el procedimiento para burlar a la empresa norteamericana líder de venta por internet. Un sistema tan rudimentario que resulta sonrojante que sea suficiente para timar de forma continuada a la compañía que gana más dinero en el mundo. Consistía, básicamente, en controlar los pesos del paquete recibido y del devuelto.

La secuencia era la siguiente: James pedía un producto por Amazon. Pongamos un Iphone. Como cliente de Amazon Prime, lo recibía al día siguiente. Tal y como el artículo llegaba a sus manos, lo pesaba y anotaba el resultado. Después sacaba el teléfono del envoltorio y se lo quedaba. Luego abría la app de Amazon y ordenaba la devolución. Ya no quería el producto.

Llenar con tierra

Era entonces cuando entraba en escena la inventiva de James: abría el envoltorio vacío del Iphone y lo llenaba con tierra (o, en ocasiones, con otros materiales sin valor) hasta que el paquete alcanzase el mismo peso que registró al llegar. Una vez llegada a la cifra, lo cerraba, lo sellaba y se dirigía a la oficina de Correos para proceder a su devolución.

Pudiera parecer un procedimiento demasiado burdo como para ser útil, pero en realidad resultaba. Tanto James como Juan, sus compinche, su amigo (o más que amigo cuentan algunas fuente en la isla), habían encontrado el talón de Aquiles del gigante. Y es que aprendieron que cuando Amazon recibe su paquete devuelto, no los revisa antes de proceder a la devolución. Simplemente los pesa. El paquete sellado que enviaba James llegaba a las plataformas logísticas de la compañía, y los respectivos encargados de chequearlos lo pasaban por una báscula. Si el bulto pesaba lo mismo que pesaba cuando fue enviado al comprador original, lo daban por bueno y ordenaban la devolución del dinero. Así de simple.

Así, durante varios años, James y Juan se dedicaron a comprar artículos de gran valor, sacarlos de la bolsa y rellenar el bulto con tierra. Controlaban luego el peso, lo devolvían a Amazon, se quedaban con el artilugio en cuestión y con su dinero de vuelta de nuevo en su cuenta. Un negocio redondo y por el que nadie protestaba.

Emprendedores

El timo no acababa ahí. Tantas veces repitieron la estafa, que se hicieron con una ingente cantidad de artículos de electrónica. Podían quedárselos… o podían estirar más todavía el engaño. Y eso es lo que hicieron. James montó una empresa de venta on line. Una especie de Wallapop a la que le puso de nombre Kwartech, fusión de su apellido Kwarteng y de la palabra tech (tecnología en inglés). Fundaron así una Sociedad Limitada que les servía para vender la mercancía por internet. Ofertaban productos sin estrenar, pero sin paquete (que estaba de vuelta en Amazon lleno de tierra, hecho que no le contaban a sus clientes) y a un precio muy reducido.

La voz de alarma fue dada desde Barcelona. Ahí se encuentra una de las principales plataformas logísticas del coloso de la mensajería online. Allí llegaron muchos de los paquetes rellenos de tierra que estaban enriqueciendo a James y a su colega. Amazon está endureciendo desde hace casi un año su política de devoluciones, en la que banean y expulsan del sistema a los usuarios que abusan de las devoluciones. Cuando se pusieron a investigar el motivo de las numerosas devoluciones de James, llegaron al quid de la cuestión: los estaba estafando.

La policía de Barcelona inició la investigación, que enseguida pasó a manos del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Balears. Los agentes los detuvieron a los dos la semana pasada. Han pasado a disposición judicial y han salido libres con una fianza de 3.000 euros. Se encuentran en la calle, a la espera del juicio definitivo… y con sus cuentas de Amazon cerradas. Y es que entre James y Juan han pegado el mayor palo que se le ha dado nunca a Amazon en Europa.

Récord de Europa

No es, no obstante, el más cuantioso en el mundo. James y su amigo se han quedado lejos del récord de la estafa más grande en la historia de la compañía. Esa marca la ostentan todavía los Finan: un matrimonio norteamericano conformado por Erin y Leah, ambos de 38 años y residentes en Muncie-Anderon (Indiana). Con un sistema parecido consiguieron sisarle a Amazon la friolera de 1.200.000 dólares. Lo mas curioso del caso es que Amazon ni se enteró. Fueron los del servicio posta de Indiana junto a la policía los que tiraron del hilo y desenmascararon a los Finan, que se estaban haciendo ricos con las devoluciones fraudulentas. Erin y Leah Finan fueron detenidos, encarcelados, obligados a pagar la cantidad timada y les pedían 20 años de prisión. La condena al final quedó en 71 meses de cárcel para él y 68 para su esposa.

James y Juan también se enfrentan ahora a una pena similar, puesto que están acusados de estafa y organización criminal. Tienen muchos números de pasar por la cárcel por haber estafado a Amazon, una empresa que factura y gana tantísimo dinero, que ni se enteró de que les estaban defraudando con tierra metida en los paquetes.

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