Carlos Rodríguez podría llevar la vida que quisiera. A sus 17 años, este joven de Torrevieja podría estudiar lo que sea, donde sea, y que luego se lo rifen para contratarlo. Es uno de esos, de los que pueden elegir y optar por la vía fácil, estable, ingresar bien a fin de mes y a vivir. Pero ha decidido quedarse en el alambre, no cortarse la coleta y decirle a sus padres algo para echarse a temblar: “Papá, de mayor quiero ser artista”.

Este joven obtuvo la nota perfecta en la pasada Selectividad: un 10 en bachillerato y un 14 de 14 en la prueba. Le habría abierto cualquier puerta, pero la hizo “por si acaso”. Él realmente lo que quería era entrar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y ahí es donde se ha matriculado tras superar las pruebas internas. Su historia se ha colado este lunes en el Congreso de los Diputados cuando, durante su discurso de investidura, Pedro Sánchez le ha sacado a la palestra como uno de esos ejemplos que mueven las cosas.

La Educación nos abre las puertas de lo que somos como personas. No es sólo un instrumento productivo, no es sólo una herramienta de transformación, no es sólo un vehículo de conciencia democrática y de respeto.



Este año, uno de los estudiantes con las máximas calificaciones en Selectividad, Carlos Rodríguez, decía en un medio de comunicación que quiere iniciar estudios de dramaturgia en la Real Escuela de Arte Dramático de Madrid. Podría elegir cualquiera de los grados más prestigiosos o con más salidas laborales. Cualquiera de las carreras que no tienen desempleo, como matemáticas, o que garantizan unos ingresos elevados. Pero ha elegido lo que, en definitiva, mueve sus sueños. Para eso está la Educación. Para sacar de cada uno lo mejor que puede dar a la sociedad y que puede darse a sí mismo.

Pedro Sánchez, hablando de Carlos Rodríguez durante el debate de investidura.

Mientras el presidente del Gobierno en funciones pronunciaba estas palabras en su discurso, Carlos estaba durmiendo. “Fue al despertarme cuando empecé a ver algunas notificaciones de Twitter e Instagram”, comenta Carlos en conversación con EL ESPAÑOL. “Al principio nadie me decía nada, que pusiera la tele y demás, pero fue una chica que no conozco la que me pasó un vídeo y vi que Pedro Sánchez me estaba nombrando”, añade.

“La verdad es que me enorgullece ser un ejemplo y un referente para los que quieren dedicarse a las artes. Hay muchos prejuicios hacia esos campos y muchos no lo quieren hacer por eso”, cuenta. “La atención mediática la verdad es que creo que ha sido un poco excesiva pero siempre que he podido visibilizar las artes lo he hecho y esto es una oportunidad para reafimrarme”, añade.

Dirigiendo cortos desde los 8 años

A pesar de la sorpresa que cabe esperar en esta situación, Carlos llevaba años mascando esa trayectoria. Empezó a los cuatro años a bailar clásico y flamenco y, con ocho, montaron una obra de teatro en el colegio y tuvo un papel protagonista. Esa fue la primera vez que se subió a las tablas y quedó enganchado, desde entonces se dedicó, hasta los 12, a montar cortometrajes con sus amigos.

-¿En el colegio se metían contigo por esa rama artística?



- Sí que cayó algún comentario puntual. Decían que por bailar tenía que ser 'mariquita' y esas cosas. Sí que me lo han dicho, pero me gustaba bailar y no hay más. Si al final, bailes o no, te van a criticar igual.

Carlos, en el centro de la imagen, bailando. E.E.

Sin embargo, al llegar al instituto dejó la pasión aparcada y se centró en los estudios. “Ahí estuve un par de años sin hacer nada. No tenía tiempo y no sabía si iba a tener ganas de volver a escribir o no”, reconoce Carlos. “Fue en tercero de la ESO, cuando tuvimos que hacer un trabajo sobre el acoso escolar, que volví a hacer un cortometraje”.

De ahí, ya no se desenganchó. El pequeño filme funcionó hasta tal punto que al año siguiente un profesor les propuso hacer un musical para recaudar fondos para el viaje de estudios. “Al año siguiente nos lo volvieron a proponer y he estado estrenando musicales los últimos tres cursos”, dice.

Como anécdota, el día en el que salió su nota de Selectividad, todo perfecto, apareció en tantos medios de comunicación que el Ayuntamiento de Torrevieja ha producido su último musical “como agradecimiento por la imagen que le ha dado a Torrevieja”. El próximo 30 de agosto tendrá su primer estreno profesional en la localidad alicantina.

-¿Ahora, con lo que ha pasado este lunes, te preocupa que cuando estrenes una obra se venda como hecha por ‘el dramaturgo que emocionó a Pedro Sánchez’?

-La verdad es que no lo había pensado nunca. No creo que esto traiga nada negativo, sólo positivo. Entiendo que todas las entrevistas que he hecho han sido bastante blancas y en positivo.

-¿Y entrarías a valorar alguna de las propuestas de Sánchez para la educación: Subir el gasto al 5% del PIB, aumentar las plazas públicas, revisar el sistema de becas, etcétera?

-Todavía soy muy joven y no creo que tenga la madurez necesaria para valorarlo bien.

"me enorgullece ser un referente para los que quieren dedicarse a las artes". E.E.

Una decisión de último minuto

El día en el que se lo tuvo que jugar a todo o nada, Carlos estaba en el último día de Selectividad. Le habían aceptado en la universidad de Warwick para estudiar una ingeniería y biología y ese día era la fecha límite para decir si sí o si no. Dijo no. “Fue complicado, ya había ido a visitar las instalaciones y todo. Pero llegué a Torrevieja y estaba con el teatro entre ceja y ceja. Sabía que si iba acabaría estudiando algo que quizás no me gustaba”, añade Carlos.

-Tu padre es profesor de Física y Química y, como todos, quería lo mejor para ti y que optaras por una carrera de ciencias. ¿Fue una decepción?

-No se disgustó ni creo que se sintiera decepcionado. Yo hasta hace un año había estado diciendo que quería hacer una carrera de ciencias. Supongo que cuando le solté el boom de que quería ir por otro sitio le chocó un poco, pero al final es él el que me va a financiar estos cuatro años, así que es un apoyo.

Con esas, el próximo mes de septiembre Carlos empezará sus estudios de la dramaturgia en la Real Escuela Superior de Arte Dramático, con el objetivo de especializarse en crear musicales, aunque sabe que aprenderá tanto que la cosa puede dar vueltas.

-¿Por qué ha chocado tanto todo esto?

-Existe una visión interiorizada en la que si tienes una mente brillante tienes que hacer medicina o una ingeniería, aquello que da trabajo y dinero, esas carreras que siempre tienen una finalidad práctica. En el cine y en la música no se ve ese elemento práctico, pero creo que está cambiando.

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