Más de 30 años después, la búsqueda continúa. El Vaticano ha informado este martes que el próximo 11 de julio que abrirá dos tumbas en el cementerio teutónico situado dentro de los muros de la Santa Sede, con el fin de comprobar si allí se esconden los restos de la joven Emanuela Orlandi. La joven era hija de un funcionario del Vaticano que desapareció para siempre en 1983. Nunca apareció rastro alguno de ella. 

Emanuela era hija de un funcionario de los Estados Vaticanos. El caso es más propio de una novela policiaca. Cada vez que se encuentran unos huesos humanos en el Vaticano, en alguna tumba que surge y que no se había dado con ella antes, se comprueba si pertenecen a la chica. Todos los medios italianos apuntan al mismo nombre. Llevan desde 1983 diseccionando el caso y elucubrando acerca de si volverá a saberse alguna vez sobre su paradero. 

El 22 de junio de 1983, Emanuela salió de casa camino de la escuela de música de San Apolinar, en el centro de Roma. Su familia se puso a buscarla, pero todo esfuerzo resultó en vano. Ahora creen, en un nuevo giro de los acontecimientos tras pistas aparecidas recientemente, que podría tratarse de ella. 

"Busque donde indica el ángel"

La noticia se ha dado a conocer a través de la oficina de prensa del Vaticano. El fiscal de Justicia del pequeño estado, Gian Piero Milano, y el adjunto, Alessandro Didi, prevén que se abran ambas tumbas con los abogados de ambas partes presentes. 

La última novedad se conoció el verano pasado. La familia de la joven recibió una carta anónima. Decía, "busque donde indica el ángel". Y al lado, una fotografía del cementerio en cuestión. Se dispararon las alarmas. Después de algunas investigaciones, se descubrió que la tumba había sido abierta al menos una vez. Se encontraron algunas personas que hablaban de la posibilidad de que los restos hubieran sido escondidos allí. Por ello, la familia solicitó hace meses al Vaticano que se volviesen a abrir los dos féretros. 

El cementerio se encuentra donde una vez estuvo situado el que se conocía en la época de la Roma imperial como el Circo de Nerón, un lugar donde era habitual el martirio a los primeros cristianos. 

Recopilación de los hechos

Emanuela Orendi, la chica desaparecida en 1983.

Cuando desapareció, se barajó la posibilidad de que fuese una represalia hacia la familia, pues su padre trabajaba en la secretaría personal del Papa. En aquel entonces, el cargo de Sumo Pontífice lo ocupaba Juan Pablo II.

Una semana después, los secuestradores les enviaron a sus padres objetos personales de Emanuela, como la bolsa llevaba en el momento en que desapareció a la salida de la escuela de música a la que asistía. 

Las posibles conexiones de la desaparición con las altas instancias vaticanas e incluso la mafia o el terrorista que intentó matar al papa Juan Pablo II, el caso dio mucho que hablar en Italia.

La familia sigue pidiendo justicia

"Es un derecho sacrosanto tener verdad y justicia, nunca nos rendiremos", dijo su hermano Pietro, a la agencia Ansa, en el último aniversario de su muerte. El hermano de Emanuela, después de que los fiscales de Roma cerraran la investigación, siguió su camino para encontrar justicia directamente de la corte vaticana.

Pietro abrió de nuevo hace un año el archivo de la desaparición de su hermana pero, según dice su abogada Laura Sgrò, "desde entonces no se ha hecho nada". La investigación se cerró por primera vez en 1997, y en 2008 se reabrió para cerrarse de nuevo en 2016.

Aunque la hipótesis de que los restos sean de Emanuela, cabe otra posibilidad. Y es que otra menor, Mirella Gregori, desapareció 40 días antes que Emanuela. Según su madre, respondió al telefonillo de su casa y dijo que era un amigo de la escuela y que iba a bajar a hablar con él un momento, pero nunca regresó. Aun así, los investigadores nunca han descartado que ambos casos estuviesen conectados.

Noticias relacionadas