Para Daniel estos dos últimos años han sido un verdadero infierno. Patricia, la madre de su única hija, decidió separarle de la pequeña después de diversas peleas, donde llegó a denunciarle por abusos sexuales a la menor. Tras dos años, este sábado, la Policía Nacional ha liberado a la niña, que se encontraba desescolarizada y totalmente apartada de la sociedad, y que vivía en el municipio de La Cabrera junto a su progenitora. Este caso guarda gran parecido con el que conocimos hace dos meses, donde una asesora de Podemos fue arrestada por secuestrar a su propio hijo. Ambas madres se conocían y se apoyaron mutuamente para llevar a cabo este plan, que trazaron meticulosamente y donde consiguieron separar a los hijos de sus padres. 

Daniel, periodista de El Mundo, ha querido relatar el verdadero calvario que ha vivido durante todo este tiempo alejado de su hija. Todo comenzó hace ocho años: "En 2011 me separé de la madre de mi hija tras 13 años de convivencia. La niña tenía dos años. El divorcio fue convulso. Yo quería la custodia compartida y dividir la vivienda entre los dos, pero para mi sorpresa la madre se negó: «La casa y la niña me las quedo yo», me dijo por ese orden".

Las amenazas de Patricia a Daniel eran constantes y esta le advertía que si ambos iban a juicio él iba a salir perdiendo: "tendrás que pagar la pensión de alimentos, tu alquiler y la mitad de la hipoteca". Para no seguir con el conflicto, Daniel aceptó un "mal acuerdo económico" con el único propósito de conseguir un amplio régimen de visitas, ya que su prioridad siempre ha sido su hija. "Le malvendí mi parte de la vivienda por menos de la mitad de lo que yo había invertido en ella y conseguí 10 pernoctas al mes y otros cuatro días a la hora de comer. Algunos pensarán que no era para tanto, pero la otra opción era arriesgarme a que me dieran todavía menos días en un juicio", apunta el periodista. 

Tras resolver el conflicto con su mujer, Daniel siguió con su vida y comenzó "una de las etapas más bonitas de su vida". "Fue duro combinar un trabajo que implica tanta dedicación como el de ser periodista en un medio de la relevancia de El Mundo con el quehacer diario de cuidar a una niña tan pequeña, pero la satisfacción que proporciona el estar con mi hija y verla crecer compensaba todos los esfuerzos". Aunque sin saberlo, poco a poco comenzaría su verdadera pesadilla

Daniel ha relatado la obsesión que Patricia había desarrollado por su hija: "Muchos domingos me pedía venir a casa para estar con ella y controlaba cualquier aspecto relacionado con nuestra hija, pero era algo con lo que podía lidiar". Además, la madre de la pequeña no pagó, en ningún momento, la deuda que había contraído en el divorcio, ya que alegaba que no tenía dinero y que, por tanto, era insolvente. Aun así, para Daniel esto no era problema, ya que él disfrutaba de tiempo de calidad con su pequeña. Y así seguirá siendo hasta diciembre de 2014. 

Durante el verano del año siguiente, Patricia le comentó que su hija no quería pasar tiempo junto a él y que debían acudir juntos a un psicólogo para poder averiguar el motivo. "Le dije que no estaba de acuerdo, que la niña estaba perfectamente conmigo y que cuando a mí me decía que no quería ir con la madre le explicaba que estaría bien con ella y que no había que darle mayor importancia", explica Daniel en su artículo para El Mundo.

Según explica el padre de la pequeña, todo comenzó a torcerse cuando empezó una nueva relación y tuvo que vivir un episodio desagradable, donde su ex mujer se convirtió en protagonista: "Estando en mi casa, la niña se había puesto a jugar con la silla de ruedas que tenía frente al ordenador, y cogiéndola por el respaldo daba vueltas sobre sí misma con la mala fortuna de que perdió el equilibrio y al caer arrastró la silla hacia ella, que le pisó con la rueda en los genitales. [...] Como la niña parecía estar bien la metí en la cama con la pomada. Al día siguiente la madre me llamó hecha una furia desde el hospital. La había recogido en el colegio y al ver que tenía un pequeño hematoma me preguntó qué había sucedido. Se lo expliqué y su contestación fue: «Eso es lo que dices tú, ven inmediatamente al hospital a dar explicaciones porque a saber qué le has hecho»". Los médicos confirmaron la versión de Daniel y afirmaron que la herida de la pequeña coincidía con la trayectoria de la silla de ruedas. Y así lo reflejaron en el parte médico.

Patricia seguía sin aceptar la nueva relación de su ex marido y mucho menos que este le reclamara la deuda de la vivienda que habían compartido. En ese momento comenzó su pesadilla: "Ese fatídico fin de semana de diciembre la niña estaba conmigo. Habíamos ido al circo y la madre me dijo que quería venir a mi casa a traerle ropa de invierno. Como cuando acudía a mi domicilio las despedidas con la niña se hacían eternas, pensé que era mejor llevarla a su casa y recogerla al cabo de un par de horas".

Patricia le envió un enigmático mensaje a su ex donde afirmaba que la pequeña no volvería con su padre: "La niña no va a volver contigo. Llama inmediatamente", le espetó. Daniel llamó a Patricia: "Cuando llamé me soltó que la niña le decía que yo le había mordido en sus partes. «Dile, dile lo que me has dicho», le dijo a mi hija, que en ese momento tenía seis años. «Que me has mordido en el menene y no quiero ir contigo...». A la madre le dije que no dijese más tonterías y que iba a por la niña para pasar el resto del domingo con ella, pero no me la bajó". 

Tras una llamada a su abogada, Daniel decidió interponer una primera denuncia. La segunda se produciría esa mima semana, cuando Patricia no llevó a la niña al colegio. "El sábado siguiente me llamaron del juzgado: «Tiene que venir, le han denunciado por supuesto abuso sexual a su hija». A eso algunos expertos le llaman la bala de plata, porque aunque salgas inocente acaban contigo. Las denuncias se archivaron. A la niña y a la madre las vio un médico forense, a la niña la pusieron conmigo en una sala para ver su reacción, y al verme se abalanzó hacia mí para darme un abrazo. Del juzgado salí con la niña de la mano. Su propia abogada se acercó para decirme que no se creía nada". La pesadilla solo estaba comenzando. 

En los diversos juicios que se sucedieron los años siguientes, Daniel descubrió que su hija acudía a una consulta de psicología -a petición de su madre y sin su permiso- donde la menor relataba todo lo que supuestamente él le hacía. "Tengo audios y vídeos de la niña donde me relata frases tan aterradoras como: «Me daban unos muñequitos y me decían 'qué te ha hecho tu padre, qué te ha hecho tu padre', hasta que para que me dejaran en paz me lo inventé», «Le digo a la mamá que quiero ir con papá y se pone a llorar», «Le digo a mamá que es mentira y no se lo cree», «Mamá dice que para que esté con ella tengo que decirle a Beatriz que ya no quiero estar con papá»". 

Además, la madre decidió acudir a la pediatra de la pequeña y donde confirmó los abusos sexuales por parte de Daniel a su hija. Tras esto, se abrió un protocolo de actuación en el que le pidieron que se sometiera voluntariamente a un estudio por parte del CAI. "En las sesiones, la psicóloga me comunicó que le parecía bien que la madre incumpliera las visitas porque lo hacía para proteger a su hija, o me recriminaba aspectos como que mis padres me acompañasen al centro. Emitió un informe en el que decía: «Existen indicios compatibles con la existencia de un abuso sexual intrafamiliar», por lo que derivó el caso al CIASI (Centro de Intervención en Abuso Sexual Infantil)", afirma Daniel. 

Finalmente, el CIASI confirmó que no existía ninguna prueba de abuso sexual. Durante todo ese proceso, la madre de la pequeña seguía incumpliendo el régimen de visitas. Daniel acumuló más de 200 denuncias y la madre fue condenada en varios de los juicios celebrados. El periodista se enteró que su hija acudía a las terapias de la asociación Infancia Libre: "Éste empieza a emitir informes donde cuestiona las decisiones del juez de Familia, alega que yo no puedo estar con mi hija porque sufre varios trastornos y que le está medicando con psicofármacos por ansiedad. Descubro que Infancia Libre recomienda varios de sus informes y estudios".

El incumplimiento de visitas comenzó a ser total y Patricia no se presentaba a ninguno de los juicios pendientes. En febrero de 2017, Daniel ve por última vez a su hija. "La Consejería de Educación hace un informe de absentismo escolar que remite a los juzgados y la Fiscalía. Pongo una querella por sustracción de menores, desacato a la autoridad judicial y denuncia falsa. El juez ordena una averiguación de domicilio por sustracción de menores y la Policía empieza a investigar". Patricia se encontraba de excedencia, la niña no estaba matriculada en ningún centro de ninguna Comunidad Autónoma y había perdido ya dos cursos escolares. "No he vuelto a saber de ella hasta este sábado, aunque nunca dejé de luchar por ella".

"Ha habido momentos en que me he desmoronado. Han sido años de angustia y todavía queda un largo camino para vivir con normalidad, pero creo que si tienes la conciencia tranquila, nunca debes dejar de luchar", concluye Daniel.