Que la familia no se elige, y menos los ancestros, es una realidad. Que la genealogía es a veces retorcida, también. Como las vueltas que da la vida. En el Procés catalán hay apellidos ilustres que ya están en el libro de oro del independentismo: los de Carles Puigdemont, Marta Rovira, Pere Aragonés o el cantante Lluis Llach. Todas estas sagas tienen otra cosa en común: trabajaron de algún modo para Franco en Cataluña.

Está el abuelo de la política de ERC fugada Marta Rovira, que fue alcalde franquista. Igual que el del conseller Pere Aragonés. También el abuelo de Puigdemont, que del mismo modo que casi un siglo más tarde lo hiciese su nieto, huyó. Desertó del bando republicano, se largó a Cádiz y se acabó refugiando en una iglesia próxima a Ubrique. También el curioso caso de Lluis Llach, que nombra a su abuelo republicano en su canción más popular e himno del independentismo (L’estaca) pero no se refiere en ninguna a su otro abuelo, a su padre y a su tatarabuelo, franquistas o carlistas todos ellos.

El Procés está lleno de linajes que contribuyeron a la construcción de aquella España un(id)a, grande y libre que propugnaba el dictador. No sólo desde la pudiente burguesía catalana; desde todas las esferas de la sociedad. En la ocupación franquista de la que habla el separatismo, hubo muchos catalanes involucrados. 

El abuelo de Puigdemont también huyó... de los republicanos

Si hay algo que caracteriza a los Puigdemont es su habilidad para huir de las situaciones más comprometidas. Por ejemplo, de entrar en prisión, como hizo el President cuando se fugó a Bélgica. Pero Carles no fue el primero de su saga en ejecutar esta suerte. El pionero fue su abuelo Francisco, que desertó cuando el bando republicano lo llamó a filas y se pasó al bando nacional. 

Francesc Puigdemont i Sala nació en Amer (Girona) en 1902. Fundó y regentó la pastelería que luego pasaría a ser el negocio familiar en el que también trabajó Carles. Los Puigdemont prosperaron comercialmente hasta que llegó la guerra civil.

Francesc Puigdemont desertó del bando republicano y se pasó al nacional

En 1938, el pueblo de Amer era terreno de los republicanos, que ya le habían pegado fuego a varias iglesias históricas de la zonas. Los Puigdemont temían por su futuro como familia con propiedades y comercios. Francesc tenía edad de ser llamado a filas por la República, como acabó sucediendo. En lugar de presentarse, urdió una trama para engañar al ejército que le reclamaba y se largó del país. 

Se marchó a Francia pero fue detenido por las autoridades galas, igual que le pasó a su nieto Carles en Alemania. Pero también se libró. Le propusieron volver a Cataluña o a la zona nacional, y él optó por la segunda opción. Volvió a atravesar la frontera por el País Vasco Francés y se estableció en Irún. Una deserción en toda regla. 

De ahí se marchó a Pamplona y de ahí, a Cádiz. Concretamente al pueblo de Benaocaz, cerca de Ubrique. Llegó allí en noviembre de 1938 porque uno de sus familiares estaba al frente de una parroquia. Aquella iglesia fue su primer refugio en Andalucía. De ahí pasó a Burgos, donde acabó trabajando en una prisión en la que su misione era llevar la comida a las celdas de los republicanos presos. Los mismos con los que tendría que estar peleando codo con codo.

Los Llach, una saga de franquistas

Si hay un cantante emblemático en el Procés es Lluis Llach. No solamente por su participación directa y su militancia activa en organizaciones independentistas. También por ser el autor de 'L'estaca'. Es una de las canciones más coreadas en las manifestaciones separatistas. En ella, Lluis Llach habla del 'Avi Siset', que era Narcís 'Siset' Llanssa, uno de sus abuelos, que era barbero pero acabó siendo concejal por ERC durante la Segunda República y fusilado cuando acabó la Guerra Civil.

No nombra Llach en ninguna canción, sin embargo, a la otra rama de su linaje. Lluis Llach hace prácticamente un pleno: su tatarabuelo, su bisabuelo, su otro abuelo y su padre fueron carlistas, requetés o directamente franquistas. Y no desde una posición pasiva. Trabajaron activamente por una Cataluña conservadora, tradicionalista, franquista... y española. 

Joaquín Llach, tatarabuelo del cantautor independentista, fue un militar carlista

Dolça Catalunya indagó en toda la saga. El primero fue Joaquim Llach i Coll, su tatarabuelo, jefe de los carlistas de Girona y dirigente de la Junta Tradicionalista de Girona. A su hijo, bisabuelo del cantautor, le hicieron un homenaje en 1926 jurando una bandera española con la máxima "Dios, patria y rey".

El abuelo materno de Lluis Llach se apellidaba Grande, era extremeño y policía secreta. Lo mataron al principio de la guerra. Su esposa, abuela del cantante, también era franquista. Tuvieron una hija que se casó con Josep Maria Llach y Llach, militante del Requeté Catalán, miembro de las juventudes carlistas. Fue a la guerra como voluntario al bando nacional. Luego, con Franco en el poder, fue alcalde franquista de Verges (1950-1963) y presidente local del Movimiento Nacional. Ellos son los padres del independentista Lluis Llach, que en su juventud también tuvo su ramalazo fascista y fue vicepresidente de los Cruzados de Cristo Rey de Figueres.

Marta Rovira: abuelo y bisabuelo fueron alcaldes

Marta Rovira tiene dos antepasados directos relacionados con el régimen franquista. El más inmediato es su abuelo Francesc Vergès, 'Quico', que fue alcalde de Sant Pere de Torelló (Barcelona) entre los años 1956 y 1965. Desde Somatemps aseguran que se escondió durante la guerra para no pelear en el bando republicano y que durante la Transición estuvo afiliado a Fuerza Nueva. Ese último extremo lo niegan desde la familia Rovira, donde aseguran que Quico no tenía ideología y que fue elegido como alcalde por su capacidad para hacer cosas por el pueblo.

El abuelo de Marta Rovira también fue alcalde franquista

También niegan en el seno de los Rovira que Ramon, el hermano de Quico, fuese preso de los maquis en Francia durante la II Guerra Mundial, tal y como se explica en un libro sobre la guerra en los Pirineos. Desde la familia de la política fugada cuentan que fue al revés, que estuvo luchando codo con codo con la resistencia antinazi. 

Pero aún hay más: cuando los franquistas entraron en Prats de Lluçanès en febrero de 1939, pusieron como al frente de la gestión a un hombre llamado Jaume Rivera i Camps. Se convirtió en el primer alcalde franquista del pueblo. Años más tarde, en e bisabuelo de Marta Rovira.

Aragonés, alcalde franquista y fundador del PP

Lo explicaba en EL ESPAÑOL Carles Enric López: Josep Aragonés i Montsant, el abuelo de Pere Aragonés (ERC), fue alcalde franquista de su localidad natal, Pinedad de Mar, desde 1963: "En el acta del Consejo Local de la FET y de las Jons se manifiesta que "para el tercio de representación por cabezas de familia han sido proclamados candidatos y también concejales, por la aplicación del artículo 55, dos camaradas previamente propuestos por algunos concejales sin recurrir a las engorrosas elecciones que son causas de discordias y odios en otros pueblos". Todo se hizo para evitar el odio dentro del pueblo", cuenta el periodista de Crónica Global. 

La Cataluña franquista tuvo herederos procesistas

Josep Aragonés i Montsant fue un empresario hotelero de la Costa Brava que años más tarde se vio envuelto en un escándalo, relacionado con un hotel que promovía su familia y que se derrumbó durante la construcción, resultando muertas 18 personas en el accidente. El Supremo condenó al arquitecto, al aparejador y al capataz. 

El abuelo del conseller de Economía de la Generalitat y hombre fuerte de Torra falleció el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Antes fue una de las figuras importantes en la fundación del Partido Popular en Cataluña. La familia Aragonés hizo su fortuna durante la etapa franquista. El otro día, el nieto Pere afirmaba que "ERC es la única que puede detener al fascismo". Las vueltas que da la vida.

La lista que no termina

Ese es sólo el somero resumen relativo a los nombres más importantes del Procés. Pero hay más casos. Como el abuelo del politico fugado Toni Comín. Se llamaba Jesús fue abogado carlista y sue papel fue especialmente relevante para que el bando nacional ganase la guerra en Zaragoza, según le reconoció posteriormente el General Monasterio. 

El relato de que Cataluña resistió al franquismo hasta el final, que los fascistas fueron solamente las fuerzas de ocupación y que sus herederos son ahora los que pretenden separarse de España, es tan vacuo como errado. Sus herederos, los que de verdad sacaron rédito de aquel franquismo, han cambiado el águila por la estelada y se han apuntado a otro golpe de estado.