Estaba marcado en rojo en todas las agendas de todos los miembros de la Familia Real: este viernes, 2 de noviembre, no es una jornada cualquiera. El 80 cumpleaños de la reina Sofía, día grande de la emérita, implicaba una gran celebración. Pero no todos sus allegados estaban tan emocionados con la idea: su marido, el rey Juan Carlos, no quería acudir. Para qué, pensaría. Qué queda por aparentar cuando ni siquiera ha estado presente este miércoles en el debut de su nieta y heredera al trono mientras leía la Constitución que se promulgó bajo su reinado. Cuando ni siquiera le quedan las tomas de posesión en Iberoamérica.

Sin embargo, el monarca hará acto de presencia. No sólo como figurante en las celebraciones íntimas, sino que acompañará a la homenajeada en un acto en la agenda oficial. El matrimonio acudirá de la mano a un concierto ofrecido por la Orquesta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía en honor a la emérita. Y más tarde, en palacio, también. Fuentes de Zarzuela confirman a EL ESPAÑOL que Juan Carlos ha accedido porque tanto Sofía como Felipe VI han hablado con él. Ella se lo ha pedido encarecidamente; su hijo, también.

Al emérito, realmente, no le apetecía en demasía. Está “cabreado”: él, que lo fue todo, que hacía y disponía sin que nadie le chistara, ahora no es más que un peón en la Casa de su hijo, el rey. Se siente apartado. “'Que se ocupe mi hijo de todo' es su frase favorita cuando alguien le comenta algo sobre los asuntos de actualidad. Está cansado y harto de tantos palos después de tantos años de servicio a este país”, contaba a este periódico uno de sus compañeros de regatas.

El rey, junto a su mejor amigo en Sanxenxo, Pedro Campos, regateando en el Bribón. Gtres

Adiós a los viajes a Latinoamérica

Lo cierto es que, en los últimos tiempos, al que fuera Jefe del Estado se le ha relegado a un segundo plano mientras no paran de crecerle los escándalos. Desde sus escarceos amorosos a la publicación de las cintas de Corinna por este periódico, la imagen idílica de la cara visible de la Transición se está resquebrajando. Él tampoco pone demasiado de su parte: sus últimas apariciones públicas son en torno a momentos de ocio. Corridas de toros, regatas o comidas en grandes restaurantes incluso se le apartó del tradicional posado en Mallorca por el aluvión de críticas que estaba recibiendo.

El último movimiento por parte de la Corona ha sido, tal y como ha podido saber este diario, apartarlo de las tomas de posesión de los líderes latinoamericanos, toda una tradición en la institución española. Su enfado estos días está candente porque “tampoco va a ir a Brasil en enero y eso se suma a lo de México”, confirman trabajadores de Zarzuela. Los estrenos de López-Obrador y de Bolsonaro son dos de las grandes citas en el escenario político internacional y el Borbón no estará allí. Aunque no le pilló por sorpresa, sí que mostró su descontento. “¡A tomar por culo la bicicleta!”, llegó a exclamar por su exclusión del acto del país norteamericano, que tendrá lugar a primeros del mes de diciembre. Lo va asumiendo, y “parece que está más tranquilo”, relata una fuente, “aunque ya no va ni al despacho del Palacio Real”.

Juan Carlos I también fue el gran ausente en los actos de aniversario por los 40 años de democracia el año pasado, algo por lo que se mostró herido. Este año apenas ha acudido a actos oficiales, más allá de algunos relacionados con la tauromaquia o sus propias celebraciones de cumpleaños. Se le ha visto en los momentos imprescindibles, como la Pascua militar o la famosa misa de Palma de Mallorca, cuando sucedió el rifirrafe entre las reinas. Y, desde el mes de junio, coincidiendo con la publicación de las cintas de Corinna, nada.

Toda la familia Real al completo en la misa de Pascua en Palma de Mallorca.

La gran fiesta de Sofía

Todo contrasta con las celebraciones de otros homólogos europeos, como Harald de Noruega, que reunió con diversas fiestas a presidentes y otros reyes para agasajarle en tan señalado día. Su esposa, la reina Sofía, sí que reunirá a un granado número de asistentes, entre los que se encuentra su familia carnal y política y sus amigos más íntimos. Allí estarán todos, empezando por la infanta Cristina, que desde que su marido ingresó en la prisión de Brieva ha comenzado a redimirse y acudirá junto a sus hijos menores, Irene y Miguel. Otros invitados fijos, como han indicado diversas fuentes a este periódico, son sus hermanos Constantino e Irene, su cuñada Ana María y su prima Tatiana. Las hermanas de Juan Carlos, Pilar y Margarita, también. El grupo se completará con la pintora Mayte Spínola, amiga personal de la emérita, y aquellos que formaban su núcleo duro cuando ocupaba el cargo de reina consorte: Laura Hurtado de Mendoza; Francisco Cabrera, el antiguo jefe de la Secretaría de Sofía; su médico, Miguel Fernández Tapia-Ruano; Francisco López Requena y Arturo Coello.

La previa ya ha tenido lugar este miércoles, cumpleaños de la Princesa de Asturias, Leonor. Primero, padres e hijas han comido para celebrar el éxito de la lectura de la Carta Magna, en un almuerzo exclusivo para ellos cuatro, sin nadie más. Por la tarde sí ha tenido lugar una fiesta para la que la invitación se hacía extensiva a los abuelos, pero sólo han acudido Paloma Rocasolano y Sofía de Grecia.

Seguro que la emérita ha tenido en mente esta tarde cómo sucederá su gran día. Los 80 son una cifra redonda que cualquier familia acostumbra a celebrar por todo lo alto, y la Familia Real no será menos. Ella lo hará frente a Juan Carlos, por expreso deseo. Quizás así consiga olvidar alguna de las humillaciones que ha venido sufriendo durante su matrimonio. Aunque desde que abdicó en 2014, el rey ha pasado todavía menos tiempo con Sofía. Cada uno a sus pasiones: él se ha dedicado a viajar, a comer y a disfrutar del mar; ella, a su familia.

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